Cantabria

Es tiempo de aves en la costa más urbanizada de Cantabria

Cuando el otoño se instala en la costa oriental de Cantabria, todo hace pensar que núcleos urbanos tan bulliciosos en verano como Isla, Noja o Santoña entran en una especie de letargo; nada más lejos de la realidad. Porque cuando los turistas se van, las aves llegan, nada menos que 20.000 ejemplares de 70 especies de acuáticas; detrás de las hermosas playas de Ris y Trendandín y del sistema dunar que las separa de las marismas, empieza la vida.

Este parque natural presume de ser la mejor zona húmeda de todo el litoral norte español y la única de Cantabria incluida en la lista de humedales del Convenio Ramsar.

También fue la primera Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) declarada en la región, y los complejos y variados ecosistemas que alberga le otorgaron otra categoría dentro de la red Natura 2000, la de Lugar de Importancia Comunitaria (LIC).

El espacio protegido por la ZEPA Marismas de Santoña, Victoria y Joyel y la Ría de Ajo abarca el estuario del río Asó, dos importantes humedales, representativos encinares costeros, extensos sistemas dunares y la campiña cantábrica, que hace de envoltorio.

Felipe González, delegado de SEO/BirdLife en Cantabria, explica que "la ZEPA es imprescindible para las aves acuáticas, tanto como zona de invernada como de paso migratorio, actuando como área de servicio y de refuerzo para que tengan donde repostar y descansar".

Un ejemplo de estas incansables viajeras y "emblema"de la ZEPA es la espátula, especie que se desplaza desde los Países Bajos hasta Mauritania; "la mitad de la población europea pasa por las marismas de Santoña en su época otoñal", asegura este experto.

Y, aunque cuando menos aves hay es en verano, dada la escasez de lugares de cría, la marisma Victoria cuenta con la única colonia nidificante de garza imperial de la península", añade.

Actividades sostenibles

Por otro lado, las actividades tradicionales se realizan en este espacio de manera sostenible, como la extracción a mano de los recursos marisqueros o la ganadería, cuyo mosaico de setos y prados "constituye valiosos reservorios para las aves acuáticas y hace de colchón de las propias zonas húmedas", explica.

Se trata de un espacio profundamente humanizado, integrado por once municipios; "la ZEPA rompe con el estereotipo de espacio natural salvaje -dice Felipe-, aquí viven unas 50.000 personas que quintuplican su población en verano".

"Y ello hace que el espacio se vea sometido a mucha presión, lo que obliga a una vigilancia especial, a una protección más allá de la que pone en los papeles y a una gestión activa que minimice el efecto", asegura.

Para el delegado de SEO/BirdLife en Cantabria, la red Natura 2000 "es un paraguas institucional que además da renombre al espacio y supone una oportunidad para el desarrollo económico de la zona".

Muchos de los negocios que se desarrollan aquí están vinculados a esta red; "la gente viene a disfrutar de los paisajes protegidos, la pesca depende de los procesos naturales que ocurren en los estuarios y el ecoturismo va cogiendo más auge (...) el futuro de esta zona pasa sin duda por la conservación de su entorno natural".

Muy cerca de Noja, Mikel Durán y su familia regentan un negocio de enoturismo que incluye, además de estancia en casa rural, una visita a los viñedos y a la bodega Vidular, donde elaboran dos exclusivos vinos blancos, Ribera de Asón y Cantábricus.

"Sabíamos que esta había sido históricamente tierra de vinos, aunque por diferentes motivos se perdió la tradición", explica; "al principio nos tacharon de locos, les sonaba a cuento chino, pero hemos demostrado que es posible".

Sus viñedos están dentro de la ZEPA; "creemos en la red Natura 2000, la respetamos porque nos da de comer y nos proporciona una visibilidad en un sector en auge, el del turismo".

Para Mikel, "cada vez estamos más abocados al turismo diferente y nosotros hemos visto un nuevo campo en el enoturismo; se trata de aprovechar esa simbiosis como una manera de diferenciarnos".