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¡Feliz 2077! Hoy celebramos el Año Nuevo nepalí

A lo largo de la segunda semana de abril, aunque nunca toca el mismo día durante dos años seguidos, en Nepal se celebra la entrada de un nuevo año. Son días de música y celebración que queremos disfrutar con ellos, aunque este año tenga que ser desde casa.

¡Feliz 2077! Hoy celebramos el Año Nuevo nepalí
¡Feliz 2077! Hoy celebramos el Año Nuevo nepalílarazon

Nuestro mundo es una fiesta constante. No importa el día, el lugar, la hora, siempre queda alguna esquina escondida tras las montañas, por remota que sea, celebrando una fiesta. Un cumpleaños, el aniversario de casados, una fiesta regional, nacional... Si hay suerte, puede que el día menos esperado se esté celebrando el Año Nuevo en algún lugar del planeta. Mañana es trece de abril y Nepal entero lo celebrará con estruendo y color. Aunque sea encerrados en sus casas, menos tumultuosos que otros años debido al confinamiento global en que nos encontramos.

El calendario nepalí se rige de forma diferente al nuestro. Además de estar 56,7 años adelantado al cristiano, es más intrincado, elaborado a partir del calendario solar y lunar conjuntamente, por eso cada año se cierra y da paso al siguiente a lo largo del mes de abril, generalmente durante la segunda semana. No hay un día concreto que lo señale, y esta vez será el 13 de abril cuando toque dar la bienvenida al año 2077. Es un motivo de alegría, especialmente en estos meses complicados que estamos viviendo. Por unas horas podrán olvidar los temores del presente para encarar el futuro con esperanza, alegría por su llegada.

Un empleado de la ciudad de Lalitpur desinfecta la plaza de Patan Dubar.
Un empleado de la ciudad de Lalitpur desinfecta la plaza de Patan Dubar.NARENDRA SHRESTHAAgencia EFE

La forma de celebrar el Año Nuevo en Nepal pasa por varios ritos dependiendo de la región, y cada uno de ellos recibe un nombre diferente al resto. Así, no será igual cómo se celebre en Bhaktapur, bajo el nombre de Bisket Japra, que en Bode, donde se llama Bode Japra. Incluso Thimi tiene su propia versión, llamada Sindoor Japra.

Bisket Japra

En Bhaktapur, la ciudad entera se decora de vivos colores en una celebración que dura toda la semana. Los habitantes se visten con sus mejores ropas tradicionales, ofrecen comida, bebida y flores a sus dioses. Las cocinas no dejan de crear sabrosos platos y las familias salen a comerlos al aire libre, compartiéndolos con sus vecinos y amigos. Siguiendo su religión hindú, dos enormes carruajes de madera se pasean por la ciudad para deleite general, tirando del dios Bhairab y de la diosa Bhadrakali. Los felices nepalíes lanzan flores y vitorean a los carros cada vez que pasan cerca de ellos, les agradecen con profunda devoción haberles permitido atravesar un año más pese a las dificultades que propone el día a día en esta complicada región.

Tras recorrer toda la ciudad, los carros llegan a un alto en la Plaza de la Cerámica, donde la multitud aguarda expectante el comienzo de una ceremonia que lleva siglos repitiéndose. Esta ceremonia consiste en atar con fuertes sogas cada carruaje, y los habitantes del este y el oeste de la ciudad deberán tirar de ellas, cada uno por su lado, para decidir quienes las guardarán hasta el fin de año siguiente. Pero no es esta una competición donde se mascullen maldiciones y los perdedores terminen haciendo pucheros. La risa, como una sola carcajada que salta de un año a otro, continúa durante toda la competición. ¡Qué importa quién gane este año! Los dioses seguirán protegiéndolos a todos igualmente.

Una vez declarado el vencedor, se aproxima el momento definitivo que llevan todo el año esperando. Porque el Año Nuevo nepalí tampoco empieza a una hora concreta. Solo tras finalizar la primera ceremonia, la ciudad entera corre entusiasmada a su carretera más empinada, donde se levanta muy recto el lingam, un poste de 25 metros de altura colocado en vertical. Todos bailan y siguen comiendo a su alrededor, sin tocarlo apenas, fingiendo que el poste no va con ellos. Hasta el día siguiente, cuando más cuerdas se lanzarán al poste y, al igual que se hizo con los carromatos, las dos zonas de la ciudad tirarán de ellas, cada una hacia su lado. Lo más hermoso de esta tradición es que la ceremonia termina cuando el poste se rompe, no cuando una de las zonas lo gane para sí. El año termina con la ruptura de ese poste y acaba para todos, sin distinciones de ganadores o perdedores. No es necesario ser el más fuerte o mañoso para llevarse consigo un año más y comenzar a escribir las páginas del siguiente. Tan solo hace falta estar allí, junto al resto de la familia, riendo y bailando.

Bode Japra

En Bode se celebra el Año Nuevo de forma similar, aunque tienen sus propias variantes. Sus alegrías y penurias a lo largo del año que se cierra han sido diferentes a las de sus primos en Bhaktapur, por lo que es coherente que el comienzo del año se celebre de una forma ligeramente distinta. Marcando sus diferencias aunque sin salir de los elementos que los unen. Es por eso que los sacerdotes escogerán a un voluntario seleccionado los días previos a la celebración y, utilizando una fina y larga aguja de metal, perforarán la lengua del afortunado de forma parecida a un piercing. Una fina y larga aguja que ronda los veinticinco centímetros. Y allí la dejan, hasta que el voluntario termine la prueba que marcará si el año que entra será uno lleno de dicha, o manchado por la desgracia. Esta prueba consiste en que el voluntario, todavía con la aguja atravesando su lengua, deberá llevar al templo principal una delicada estructura de bambú con lámparas de aceite encendidas. Si logra hacerlo sin derramar una gota de sangre sobre el suelo, los presagios serán favorables al pueblo. De lo contrario... comenzará la preocupación, los murmullos.

No es hasta que termine su prueba que al voluntario se le extraerá la aguja. El pueblo entero se lanzará sobre él felicitándole, y él recibirá los vítores agradecido porque lleva unos días ayunando y está feliz de que sus esfuerzos hayan dado fruto. Otra vez, el pueblo celebra el año nuevo unido, con un gran acontecimiento que si bien tiene un único protagonista, está abierto a que todos aplaudan y animen al voluntario en su complicado camino hasta el templo.

Sindoor Japra

Es ruido, mucho amor. Cada vez que recibimos el nuevo año, respiramos aliviados, nos miramos los unos a los otros entre los más queridos y suspiramos: ¡hemos aguantado un año más! Y no siempre es sencillo. Hace falta luchar con ferocidad para dar cada pasito que supone un nuevo calendario en blanco. En Thimi, después de caminar casi de puntillas a lo largo del año, el pueblo entero estalla en su estruendo, como queriendo liberar la carga que llevan aguantando en silencio los 365 días anteriores. Quieren abrazarse, manchar sus ropas limpias. Por eso se forman grupos de 32 hombres que carguen con las diferentes imágenes de los dioses a lo largo de todo el día, recorriendo la ciudad entera, mientras el pueblo les lanza puñados de polvo naranja, llamado sindoor, y si hace falta se lo lanzan entre ellos mismos también. ¡Cuánta felicidad en un rincón tan apartado de nosotros! ¡Cuánto ruido y esperanza!

Si en la celebración de Año Nuevo en Thimi no acabas manchado de pintura naranja, algo no has hecho bien.
Si en la celebración de Año Nuevo en Thimi no acabas manchado de pintura naranja, algo no has hecho bien.DMCA

Cada Año Nuevo en Nepal contiene esa magia característica de su milenaria cultura. Ellos viven en el techo del mundo y a nosotros, los de abajo, nos llegan los ecos de su risa, migajas de polvo anaranjado, astillas rotas de aquel pilar de madera cuando lo parten entre gritos de júbilo. Arranca una sonrisa hasta al más antipático de los hombres. Por eso desde nuestra casa, encerrados pero sonrientes, queremos desear a los nepalíes un 2077 cargado de alegría. ¡Y feliz Bisket Jatra!