Madrid

Los barrios de Madrid catapultan la capital al mundo

¿Qué sería Madrid sin sus barrios?

Madrid nocturno.
Madrid nocturno.Diego. Lpixabay

¿Qué diferencia una capital de cualquier otra ciudad? No es que sea más bonita que otras ciudades del mismo país, o con más páginas de Historia escrita, desde luego que no se diferencia por albergar mejores y más bonitas estatuas y edificios. Las capitales pueden ser ciudades bonitas y ciertamente habrán rellenado un puñado de páginas de Historia escrita, no les faltan edificios ni estatuas, pero algo las diferencia, cuando al posar los pies en cualquiera de ellas sentimos nuestro cuerpo confundirse a velocidades de vértigo con el entorno que nos rodea. Desaparecemos en la turbamulta de peatones y coches, motocicletas, patinetes, bicicletas y camiones de reparto, desaparecemos pero es bueno, nos gusta desaparecer, nos da la oportunidad de movernos con más desenvoltura por donde sea que caminemos y por una razón u otra nos sentimos más libres que en muchos otros lugares menos abarrotados.

Soy de Toledo, de Cádiz, de Tarragona, de Santiago, de Londres, de Acra, de Boston, de Lima, de Hanói. Vivo en Madrid. He desaparecido en Madrid y ahora soy un madrileño. Qué sencillo es desaparecer en una ciudad plagada de diferentes culturas, aspirando para sí trazas de estas culturas, incorporándolas como enormes parches de colores en la geografía de sus barrios. Cada barrio marcado por trazas de estas culturas - algunas de las cuales llevan siglos influyendo en ellos - que confluyen en la capital Madrid marca la diferencia entre cualquier otra ciudad, que no es mejor ni peor, pero sí diferente, al descubrir que en cada capital se barajan pulgadas del mundo bajo ese manto de colores, y un paseo por sus barrios es a la vez un paseo por este minúsculo mundo concentrado. Quiero decir que si los pasos se seleccionan con corrección, un visitante podrá pasear el mundo sin salir de Madrid.

En esta lista apenas menciono tres de ellos pero faltarían muchos más, Huertas, Lavapiés, Atocha y el Casco Antiguo, entre otros. Hablaré de ellos en próximos artículos.

Barrio de las Letras

La zona encajada entre la Carrera de San Jerónimo y la Calle de Atocha fue construida en dos tiempos diferentes. La primera, ladrillo a ladrillo, conformando su figura de barrio; la segunda, estrofa a estrofa, conformando su título de Las Letras. Un escritor y otro comenzaron buscando residencia en Madrid y eligieron este barrio, y antes de que el mundo se preparase para recibirlos ya paseaban sus calles Miguel de Cervantes, Góngora, Quevedo y Lope de Vega. Este barrio no es tanto Madrid como es España y su literatura, cruzar las líneas que lo delimitan significa lanzarse en los brazos de cientos de historias y poemas que, sin necesidad de armar demasiado revuelo, moldearon a su antojo grandes rasgos de nuestra identidad nacional.

La típica fachada de un negocio en el Barrio de las Letras.
La típica fachada de un negocio en el Barrio de las Letras.Triplecañashttps://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0/deed.es

La Casa-Museo Lope de Vega permite un vistazo a esta faceta. Se sabe que el famoso poeta habitó esta casa durante los últimos 25 años de vida, y a lo largo de una visita de 35 minutos es posible sumergirse en una réplica casi exacta de cómo se vería la vivienda en el momento que configuró sus mayores obras. Fuenteovejuna, El perro del hortelano y El castigo sin venganza fueron escritas allí, bajo ese mismo techo, tomándose breves descansos para mirar a través de esa misma ventana. ¿Cómo se vería Madrid a través de esa ventana, en el siglo XVII? Rodeados por este escenario de la casa es fácil imaginar a Góngora caminando calle abajo con gesto airado, murmurando para sí rimas asonantes en contra de Quevedo. Pisa un charco, maldice y sigue ideando sus versos.

Paseo del Prado

A tiro de piedra del Barrio de las Letras se extiende con una gracilidad maravillosa el Paseo de la Castellana, y en su extremo derecho, el Paseo del Prado, listo para servir los propósitos de la fantasía. La zona con una mayor densidad de museos en la capital abre la puerta a un día entero visitando estos templos de la delicia, empezando por un paseo en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza y terminando en brazos del Reina Sofía, sin olvidar el intermedio adecuado en El Prado. Cada etapa de arte de cada país de occidente - salvo raras excepciones de obras sudamericanas y asiáticas - se extiende en las paredes de los museos con la naturalidad de un mantel sobre la hierba.

MADRID, 04/06/2020.- Las obras de El Greco (de izda. a dcha.) "La Crucifixión", "La Resurrección de Cristo", "La Anunciación", "Pentecostés" y "El Bautismo de Cristo" expuestas en la muestra "Reencuentro", un espectacular montaje de las obras del Museo del Prado más emblemáticas de la colección permanente del Museo del Prado que se inaugura el sábado y se extenderá hasta el 13 de septiembre en la Galería Central de la Pinacoteca.
MADRID, 04/06/2020.- Las obras de El Greco (de izda. a dcha.) "La Crucifixión", "La Resurrección de Cristo", "La Anunciación", "Pentecostés" y "El Bautismo de Cristo" expuestas en la muestra "Reencuentro", un espectacular montaje de las obras del Museo del Prado más emblemáticas de la colección permanente del Museo del Prado que se inaugura el sábado y se extenderá hasta el 13 de septiembre en la Galería Central de la Pinacoteca.BallesterosEFE

La colección privada del Thyssen es disfrutada por un millón de personas al año y es comprensible. Viajas con los cuadros, ya lo he dicho, sales de Madrid y navegas por un mundo de psicodelia y creación, viajas a los Países Bajos con Van Gogh, a una plaza suiza con Paul Klee, conoces a Santa Catalina por mano de Caravaggio, haces amigos, cruzas a la siguiente sala y descubres el constructivismo ruso. Son núcleos del mundo guardados en un museo de Madrid.

Siguen los pasos hasta la puerta de El Prado, entran los pies excitados, y ocurre algo extraño porque el cuerpo desaparece una segunda vez en el momento que se cruza la entrada, sin hacer ruido, solo desaparece. Cada visita que he realizado en El Prado viví esta sensación de que mi cuerpo y el de cualquier otro desaparecía, no sabría decirte quién pasea por sus galerías porque ellos desaparecieron, pero sí podría explicarte con precisión las sensaciones que bullen al contemplar La fragua de Vulcano. Son sensaciones de aventura, excitación y temor. Cubiertas todas por un pedazo de seda que llamo admiración por Velázquez. Y siguen las galerías con la etapa oscura de Goya y su Duelo a Garrotazos, bellezas de El Greco y delirios de El Bosco.

Saliendo de El Prado, a mano derecha, se puede encontrar el Real Jardín Botánico. Es maravilloso porque transporta al visitante en un nuevo viaje, sustituyendo los cuadros por centenares de plantas traídas de cualquier rincón del mundo. Quizás su parte más asombrosa sea la colección que Felipe González - ex Presidente del Gobierno - donó en 1996 al CSIC y que se exhibe en el jardín desde 2005. Se trata de más de cien Bonsáis traídos de todo el mundo y deliciosos a la vista, en especial durante los meses de primavera y verano.

Último alto en el paseo de El Prado: el Museo Reina Sofía. Una de las mejores colecciones de arte contemporáneo de Europa, protegida por la original arquitectura de su edificio, allanan el camino hacia conceptos más innovadores del mundo. No se deben pasear sus galerías únicamente por albergar el Guernica de Picasso - que también - porque merece la pena investigar sus colecciones temporales. Cada pocos meses son renovadas y tratan temas de actualidad y de la evolución del arte contemporáneo, además de dar pie a conocer los artistas más novedosos de las últimas décadas.

Malasaña

Eres joven y nuevo en Madrid, te sientes joven y ya conoces Madrid, no importa qué excusa se busque, Malasaña siempre nos llama con un grito de diversión y pluralidad cultural. Es prácticamente imposible entrar en uno de sus bares y no encontrar a algún colombiano o alemán, o un inglés o un canadiense, disfrutando un elaborado cóctel o la sencillez de una cerveza. La parte más humana y actual de cada cultura se reúne en los bares de Malasaña, es divertido encontrarla y charlar con ella.

El mejor plan nocturno de Madrid está en Malasaña.
El mejor plan nocturno de Madrid está en Malasaña.Life of pixpixabay

Son decenas de bares a lo largo del barrio, lo más recomendable es visitar varios en una sola noche para no quedarse con sed, pero si se tienen que elegir dos por el bien del artículo, diría por su variedad Los Grifos y La Ardorosa. El primero sirve un excelente repertorio para los amantes de la cerveza, muchas de ellas de elaboración artesanal. Sin abandonar el espíritu festivo del cerveceo, ha adoptado un aspecto moderno en su decoración, y casi todas las noches se televisan partidos de rugby para acompañar a los tragos. La Ardorosa - una tasca fundada en 1892 - pasa por lo clásico, el vermú, la cerveza Mahou y los pinchos castizos, terraza incluida. El interior es bullicio y alegría. Igual puede encontrarse un vecino del barrio paladeando su aperitivo que a un grupo de excitados italianos disfrutando la noche por todo lo alto.

Los bares durante la noche, las aceras durante el día. Un paseo desde primera hora de la mañana por las calles de Malasaña da pie a un conjunto de detalles delicioso. No trata de buscar un destino en la guía y dirigirse a él como burros con el arado, sino de pasear con calma cada callejuela, con la vista atenta para descubrir cosas nuevas y asombrarse. Pequeñas galerías de arte están agazapadas tras la puerta. Quizás no tengan el glamour de El Pardo, ni la sofisticación del Reina Sofía, pero otorgan el placer de lo sencillo y lo pequeño, convirtiendo el arte en una extraordinaria belleza cotidiana. Salteadas con las galerías se pueden encontrar pequeñas tiendas de lo más originales, patios interiores convertidos en restaurante y más bares donde detenerse a tomar algunos de los mejores aperitivos de la ciudad.