Viajes

El Camino de Shikoku, una peregrinación sin atajos

Una de las rutas más conocidas en la religión budista debe completarse en un mínimo de mes y medio

El Ikigai se concibe como un propósito y una responsabilidad que nos empuja a despertarnos cada mañana
El Ikigai se concibe como un propósito y una responsabilidad que nos empuja a despertarnos cada mañana4144132pixabay

Quien haya hecho algún tipo de peregrinaje, sabrá que no se tratan de viajes corrientes. No se rigen por modas, ahora aquí y luego allá, su fin último no pasa por el placer ni depende del lujo que ostenten los alojamientos o los restaurantes. El cuerpo supone una traba incómoda en cualquier peregrinación. No es más que el vehículo que transporta al espíritu viajero, aquí está la clave, no es un viaje para satisfacer al cuerpo, el cuerpo no existe, no para nosotros, al menos; nuestra apariencia física se relega a un segundo plano inevitable para mimar únicamente el lado espiritual de nuestra esencia. Si crees en este tipo de cosas.

La Meca, Santiago, Benarés, Jerusalén, Roma. Cada religión cuenta con sus propios centros de peregrinaje, hogar del espíritu, imán de su carcasa de carne. Conocemos muchos de ellos. Pero es curioso, el hombre es una criatura ignorante, su vista no llega más allá de lo que sea capaz de abarcar con los ojos, sus oídos se vuelven inútiles cuando el aullido lo lanzan al otro lado de las montañas, de nada sirve el tacto afilado si nuestra mano no alcanza a tocar. La ignorancia del hombre viene delimitada por las condiciones de su cuerpo y, siendo el cuerpo tan pequeño - apenas un grano de arena en un desierto desolador, un susurro de viento en el ojo del huracán - en la inmensidad del universo, podemos imaginar que la ignorancia roza la inmensidad. Hará falta salir del cuerpo y cabalgar el espíritu para acotar unos milímetros esta ignorancia deliciosa. Por qué no, conociendo el Camino de Shikoku.

¿Qué es el Camino de Shikoku?

Un peregrinaje dedicado a recorrer 88 templos en la isla japonesa de Shikoku, a lo largo de 1.200 kilómetros. Como ocurre en prácticamente cualquier rito budista, el plano físico del ser humano convive en comunión permanente con el espiritual, provocando que un buen puñado de métodos dedicados a la limpieza del alma requieran también algún tipo de movimiento. Cruzar un arco significa renovar el espíritu. Sortear unas estatuas de aspecto terrible y capaces de desmembrarnos a dentelladas, un combate contra los deseos inútiles. Limpiar el alma según los ritos budistas es una tarea agotadora.

Mapa con la ruta de los 88 templos de Shikoku.
Mapa con la ruta de los 88 templos de Shikoku.On-ChanCreative Commons

El Camino de Shikoku tarda mes y medio en completarse. A pie. Dañándonos las suelas de los pies y la piel de los deseos. Desde el primer templo, Tokushima, hasta el último de ellos, se debe hacer el recorrido siguiendo las agujas del reloj; algunos templos se separan por apenas unos cientos de metros y otros, tanto como 100 kilómetros. La vestimenta que debe calzarse para completar la ruta es muy concreta: una chaqueta corta blanca de algodón o uwagi, un sombrero de paja y un bastón de madera.

Dicen que los templos en sí no son de gran interés, esto es, las herramientas de nuestro cuerpo no los encuentran especialmente hermosos, pero lo importante es el camino en su conjunto, ya que representa los 88 estados mentales negativos según las doctrinas budistas. Quien complete el circuito se librará de todos ellos. Ya te avisé de que el cuerpo en este caso es pellejo y nervio, poco más, de fácil disolución al entrar en contacto con el suelo.

¿Por qué se realiza este camino?

A Santiago se viaja para visitar la tumba del santo. A Bodh Gaya para meditar bajo la higuera de Siddhartha. ¿Y a Shikoku? ¿Por qué miles de personas gastan dos preciados meses en recorrer esta ruta? Aunque el núcleo de la leyenda es prácticamente el mismo, existen dos teorías al respecto, ambas relacionadas con el maestro budista Kūkai, conocido tras su muerte como Kōbō-Daishi. La primera marca Shikoku como su lugar de nacimiento y asegura que, una vez fundó la secta de budismo shingon en torno al siglo IX - una corriente que declara la iluminación como un estado de fácil adquisición si se realizan los ejercicios correctos -, recorrió la isla ordenando restaurar y construir los 88 templos. La segunda determina que un peregrino budista recorrió el camino en busca del famoso monje, solo para disculparse por no haberle entregado una limosna años atrás.

Grabado del monje budista Kūkai.
Grabado del monje budista Kūkai.AnónimoDominio Público de Estados Unidos.

En cualquier caso, el camino está fijado. Lo recorrieron diez pares de pies a través de los bosques frondosos de la isla. Lo recorrieron cien pares de pies y se formó un estrecho sendero entre los árboles. Lo recorrieron mil pares de pies y el sendero se ensanchó, dando paso a un camino que unía los 88 templos. Lo recorrieron millones de pares de pies y los aviones aterrizaron en su aeropuerto, y coches, motocicletas y bicicletas atravesaron el asfalto.

¿Por qué es importante recorrer este camino?

No es un viaje que podamos acortar. Aquí no es posible buscar en Internet los diez templos que deben visitarse en el Camino de Shikoku, coger un avión, visitarlos, hacer un puñado de fotos, fingir que nuestro cuerpo se ha cargado de espiritualidad en una semana y regresar a casa con un colgante budista y jurando a los amigos que la experiencia ha cambiado nuestra vida. Siento decirte que los juegos contemporáneos no sirven en el Camino de Shikoku. Ocurre como los malos pensamientos que representan los templos, no podemos elegir diez de ellos y desechar el resto. ¡Como si el ser humano fuese capaz de controlar este tipo de cosas!

No, hay que luchar uno a uno contra los 88 pensamientos, para luego limpiarnos la suciedad del combate en cada uno de los templos. En realidad no importa la religión que se profese, si uno es cristiano o ateo, a todos nos dominan los mismos pecados y los mismos deseos, por lo general impulsados por una faceta que todos tenemos en común. La llaman impaciencia. Es la misma que nos ha hecho pensar que bastaba con visitar diez templos, que a veces nos empuja a ganar de cualquier manera nuestro dinero, a saciar los apetitos del cuerpo. Este armazón de piel y nervios.

El Camino de Shikoku, si se recorren a conciencia cada uno de sus 88 templos, trata precisamente de combatir uno por uno los malos pensamientos que acompañan a la impaciencia, es algo así como un remedio milagroso para esta actitud que tenemos en común ante la vida. Una medicina que bebe nuestro cuerpo para curar las esquinas sucias que guarda dentro. Hoy por hoy es complicado recorrer el camino, ya lo sabemos, pero apúntate el nombre de Shikoku en tu libreta y atrévete a visitarlo cuando la vida nos lo permita. Algo sacarás, aunque no lo consigas hasta visitar triunfante el último templo.