Turismo
Tenerife: aventura en la ventana del Atlántico
Las Islas Canarias son mucho más que un destino de sol y playa. Prueba de ello es Tenerife, donde entre sus escarpadas montañas se encuentra un histórico refugio de piratas
Al hacer la maleta siempre hay espacio para los imprescindibles y luego llega el momento de los «por si acaso». Si además viaja con equipaje de mano la criba es mayor. Elegir un único calzado es una buena manera de ahorrar espacio. Con las Islas Canarias como destino de sol y playa por excelencia, la decisión parece sencilla: unas sandalias o chanclas y listo. Este es el fallo más común. Unos días pueden bastarle para experimentar la esencia de Tenerife, aunque para ello tendrá que dejar las «cholas» a un lado y calzarse unas buenas deportivas, porque el turismo canario es mucho más que sol y playa.
En tan sólo una mañana es posible recorrer todo el norte de la isla, admirando parajes naturales y conociendo su historia y el estilo de vida de los lugareños. Todo ello gracias a los tours organizados por El Cardón NaturExperience. La primera parada fue el caserío de Masca, un conjunto de casitas que hacen equilibrios sobre las escarpadas montañas. Para llegar al mayor encanto del Parque rural de Teno hay que recorrer varios kilómetros de una serpenteante carretera, aunque esto supone todo un lujo teniendo en cuenta que las primeras carreteras y la electricidad llegaron a la zona en la segunda mitad del siglo XX.
Pero al pisar la cima, la recompensa es envidiable. Su muralla de acantilados, conocida como «la puerta del infierno», convirtió a Masca en un histórico refugio de piratas. No obstante, su economía no se sustentaba a base de tesoros. Sus residentes locales se dedicaban y dedican a la artesanía, la agricultura y la ganadería. En este sentido, la forma de cultivar, creando terrazas, da a los visitantes de Masca la sensación de haberse teletransportado hasta el mismísimo Machu Picchu.
El ecoturismo es la única forma de preservar la biodiversidad de la isla potenciando a la vez el su principal motor económico. Con esta filosofía en mente, el recorrido por el norte de Tenerife continúa hacia Bolico. Allí está ubicada un finca con mucha historia. Perteneció al último conde de la isla, el Conde de Siete Fuentes, conocido como Don Alonso (sucesor de Juan Méndez «El Viejo», fundador del municipio de Buenavista), y en ella confluyeron medianeros de todas partes de la isla que iban a trabajar las tierras. Su ubicación privilegiada, junto a los pocos reductos de monte verde que quedan en Tenerife, hizo que acabara convertida en un lugar de labores ecológicas que cuenta con un albergue donde poder encontrarse con la naturaleza.
Las principales profesiones tradicionales de la isla hunden sus raíces en el monte verde, las tierras de Don Alonso y el mar, elemento natural inherente a la esencia de los tinerfeños. Recorriendo la Playa de Las Arenas se puede admirar la inmensidad del Atlántico y del Macizo de Teno, así como rememorar los trabajos tradicionales de la zona. Los pescadores, las vendedoras de pescado, los recolectores de sal en las salinas naturales y los productores de carbón son algunas de las figuras más destacas. Tampoco se quedan atrás los pastores, ligados a una práctica deportiva que continúa en la actualidad: el salto del pastor. Este brinco que requiere una lanza era usado por los pastores aborígenes canarios para moverse por terrenos pedregosos, desnivelados y por barrancos.
Antes de terminar la ruta por la zona, el mar vuelve a aparecer en escena. Y es que la Punta de Teno, también conocida como la ventana al Atlántico, no puede faltar en su visita a Tenerife. Se trata del punto más occidental de la isla, donde puede ver el choque y la unión entre el bravío mar del norte y el calmado mar del sur.
Los guachinches, focos de la gastronomía local
El plátano es el rey de la gastronomía canaria, al menos para los peninsulares. Sin embargo, aquí no se queda la cosa. La mejor manera de disfrutar de comida auténtica tinerfeña en un entorno cercano y a unos precios de escándalo es acudiendo a un guachinche. Estos establecimiento tradicionales son realmente casas particulares donde se sirven comidas y en ellos podrá degustar el vino canario, sus quesos artesanales, el gofio, las papas arrugadas con mojo o el conejo en salmorejo, entre otros platos.
La leyenda de los guanches, los aborígenes de Tenerife, cuenta que Guayota el maligno reside en el interior del Teide esperando para despertar. Este pico, desde el fondo oceánico, es el tercer «edificio» volcánico más grande del mundo, los dos primeros están en Hawaii. Mientras que la bestia permanece calmada, subir al Teide a ver las estrellas resulta prácticamente obligatorio.
Ahora que el teleférico no está disponible, el mejor lugar para hacerlo es el mirador de Los Roques de García. Su altitud y la ausencia de obstáculos visuales crea en el cielo una cúpula de estrellas que a los lugareños les gusta disfrutar pasando la noche en sus furgonetas. Además, la naturaleza también se abre paso en el pico más alto de España, donde se puede encontrar la violeta del Teide, una especie endémica que se caracteriza por su aspecto frágil pero enorme resistencia.
Se dice que la isla es una especie de continente, por su variedad de climas, fauna y flora. Por ello, además de ser un destino turístico, Tenerife atrae a cientos de astrónomos, geólogos, vulcanólogos, botánicos y biólogos. En la costa de los acantilados de Los Gigantes se pueden ver más de 35 especies distintas de cetáceos. Durante dos horas podrá divisar cómo los delfines y calderones juegan bajo los barcos, aunque cuidado con la marejada, suele pasar factura al estómago, advierte Marítima Acantilados, una de las empresas encargadas de realizar estos avistamientos. La mejor manera de acabar con el mareo es tomando un baño en medio del océano, mientras que el incomparable paisaje natural queda fijado en su retina.
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