Jordania

Jordan Trail, un recorrido por los enclaves bíblicos de Jordania

Jordan Trail, un recorrido por los enclaves bíblicos de Jordania
Jordan Trail, un recorrido por los enclaves bíblicos de Jordanialarazon

Considerada como un oasis de paz en Oriente Medio, Jordania presume de contar con una oferta amplia para satisfacer a todos los turistas. Este 2015 Jordan Tourism Board, el organismo público de promoción de Turismo de Jordania, sigue apostando por trasmitir una Jordania de experiencias y con un valor añadido a través de sus diferentes segmentos turísticos y puntos más importantes: sus Reservas Naturales, su rico patrimonio cultural y monumental, su gastronomía y, desde la visita del Papa Francisco el pasado año, sus enclaves bíblicos.

Precisamente, Turismo de Jordania ha decidido apostar por potenciar su segmento religioso. Tanto es así que desde Jordan Tourism Board se está diseñando una nueva estrategia basada en la creación de un camino que recorra los puntos bíblicos del país. Este camino, llamado “Jordan Trail”, pretende emular, en parte, al Camino de Santiago. Para ello, han contado con diversos expertos de la Ruta Jacobea en el asesoramiento y creación de esta Ruta Bíblica con el objetivo de impulsar el proyecto y que vea la luz a corto plazo. Por el momento ya se han elaborado diversos estudios para crear la infraestructura necesaria: alojamientos, restauración y señalización.

“Jordan Trail” recorrerá los 34 lugares Jordanos en los que tienen lugar numerosos hechos narrados en la Biblia: en la orilla este del río Jordán fue bautizado Jesús y en esta misma orilla el profeta Elías subió a los cielos en un carro de fuego; Monte Nebo es el lugar desde el que Moisés divisó la Tierra Prometida a la que nunca llegó a entrar. Se trata, además, del paraje en el que se cree está enterrado y es el lugar santo más venerado del país; Madaba es la ciudad que esconde el mapa mosaico de Tierra Santa datado en el siglo VI. Estos son solo algunos ejemplos de los lugares que aparecen en la Biblia y que formarán parte de este gran proyecto que pretende atraer a peregrinos de todo el mundo.

Jordania, un oasis de paz en Oriente Medio

El Reino hachemita de Jordania, sorprende al viajero por ser una nación moderna, dinámica, estable y totalmente segura. Desde las evocadoras y antiguas estepas de Wadi Rum hasta el bullicioso centro de Amán, y desde las majestuosas ruinas de antiguas civilizaciones hasta el esplendor atemporal del Mar Muerto, Jordania se revela como un destino único de lugares imponentes y misteriosos, alojamientos de alto nivel, exquisita gastronomía e incontables actividades para inspirar, motivar y rejuvenecer al visitante.

Fundado por el Rey Abdullah I tras la Primera Guerra Mundial, el Reino estuvo gobernado por su nieto, el Rey Hussein, durante 46 años hasta su muerte, en el año 1999, cuando su hijo, el Rey Abdullah II, asumió el trono. Jordania se ha desarrollado hasta convertirse en una nación moderna que ha disfrutado de paz, estabilidad y un crecimiento económico en las últimas décadas.

Las imágenes de la antigua ciudad nabatea de Petra, excavada en la piedra hace unos 2.000 años, han sido la imagen más famosa de Jordania durante mucho tiempo. Aunque Petra es una de las atracciones más impresionantes de Oriente Próximo, Jordania ofrece muchos más lugares para el turista de hoy en día. Como un puente bien cimentado entre el mar y el desierto que une el este con el oeste, el Reino hachemita de Jordania es una tierra de belleza cautivadora y contrastes. Desde el fértil y siempre cambiante valle del Jordán hasta los cañones del remoto desierto, inmenso e intemporal, los visitantes pueden explorar increíbles castillos en el desierto, observar la imponente belleza del desierto de Wadi Rum o bañarse en las relajantes aguas del Mar Rojo. Para los amantes de la aventura, se pueden dar paseos a caballo, hacer un safari en vehículos 4X4, escalada, descenso de cañones y senderismo. Para relajarse por completo, no hay nada comparable con el Mar Muerto y sus numerosos spas.

El Reino Hachemita de Jordania es una tierra de belleza cautivadora y contrastes que recibe al visitante con una hospitalidad singular.

Extendida a lo largo de diecinueve colinas o “jebels”, Amán, capital de Jordania, se encuentra situada estratégicamente en un área de colinas. Entre el desierto y el fértil valle del Jordán, se trata de una ciudad fascinante llena de contrastes, que mezcla, además, lo antiguo con lo moderno de una manera única. Actualmente, cuenta con una población cercana al millón y medio de habitantes y es denominada con frecuencia la ciudad blanca por su gran cantidad de casas de piedra de pequeño tamaño. Durante la Edad del Hierro, la capital era conocida como Rabbath-Ammon, y fue más adelante cuando pasó a ser denominada Filadelfia, la cuidad antigua que una vez perteneció a la Decápolis.

La zona comercial, situada en el centro de la ciudad, destaca por su cosmopolitismo, gracias a sus edificios ultramodernos, hoteles, galerías de arte, flamantes restaurantes y boutiques con cafeterías tradicionales y talleres de artesanía. No obstante, y a pesar de este ambiente urbanita, la ciudad se encuentra plagada de rincones con evidencias del pasado y muy especialmente en el centro, mucho más antiguo y tradicional. En el casco antiguo, el visitante podrá encontrar negocios más pequeños, que producen y venden desde elaboradas piezas de oro y plata, hasta artículos para el hogar de uso diario.

En cuanto a la vida nocturna, la ciudad ofrece al visitante un importante abanico de posibilidades, desde eventos culturales y teatrales, hasta espectáculos tradicionales árabes. Además, Amán destaca por contar con modernos restaurantes y clubes.

Debido a la efervescencia de la que goza la ciudad en nuestros días y a su agradable clima templado, casi la mitad de la población de Jordania se encuentra concentrada en el área de Amán. Así, los barrios residenciales están constituidos por tres calles y avenidas alineadas y flanqueadas por elegantes casas blancas, casi perfectamente alineadas.

Los habitantes de Amán son multiculturales y gozan de una buena educación, además de destacar por su hospitalidad. Se caracterizan por ofrecer cálidas bienvenidas a los visitantes y por su orgullo a mostrarles su fascinante y vibrante ciudad.

Para una visión general de la historia y la cultura del lugar, es recomendable visitar los tres museos de la zona: el Museo arqueológico de Jordania, el Museo del folklore y el Museo de tradiciones populares.

A su vez, una de las principales atracciones turísticas de Amán es Kan Zaman. Situado sobre la cumbre de una colina a 12 km del sur de la ciudad, se trata de un complejo renovado de establos y graneros. Kan Zaman, cuyo significado es “Erase una vez”, combina una atmósfera ligeramente decadente, con lo mejor de la comida y artesanía jordanas.

► Ciudadela

Palacio de los omeyas. Es un complejo que data del año 720-750 dC.

Templo de Hércules. Construido durante el mandato del emperador Marco Aurelio (161-180 dC.)

La Iglesia Bizantina. Se cree que data del siglo VI o VII dC. Las columnas corintias marcan este lugar.

► Centro

El foro romano. Se trata de la plaza pública, y está rodeada por el teatro y el odeón. Llegó a ser una de las plazas de mayor tamaño del Imperio Romano. La fila de columnas de la parte frontal es lo único que queda del conjunto de columnas que, una vez, la flanquearon.

Teatro romano. Datado en el siglo II dC, está construido en tres laderas de la montaña. Restaurado, y con capacidad para 6.000 personas, a día de hoy todavía es lugar de celebración de eventos culturales.

Nínfeo. Las ciudades romanas siempre tenían jardines ornamentales y fuentes públicas. La fuente principal está situada cerca del complejo del teatro y data de finales del siglo II dC.

La Gran Mezquita de Hussein. Decorada en piedra rosa y blanca, la mezquita fue construida por el emir Abdullah en 1924 en la ubicación de otra mezquita mucho más antigua, perteneciente al periodo omeya. La restauración tuvo lugar en 1987 bajo el reinado del Rey Hussein.

Si bien su fama y su belleza se han visto reforzadas tras ser designada en 2007 como una de las Nuevas Maravillas del Mundo, Petra ya venía siendo denominada desde mucho antes como la octava maravilla del mundo antiguo. Cualidades no le faltan para ser el tesoro más preciado de Jordania y su atracción turística por excelencia.

Fue fundada hacia el siglo VI a.C. por el pueblo nabateo, una tribu nómada que se asentó en la zona y sentó los principios de un imperio comercial que llegaba hasta Siria. Impacta la enorme ciudad excavada en sus rocas, así como sus gigantescas montañas de piedra roja en los que permanecen labrados los inmensos mausoleos. Es impresionante, también, el peso que tuvo el lugar hace siglos, cuando se convirtió en una ciudad de paso que unía las rutas de la seda, las de las especias y otras que conectaban a China, la India y el sur de Arabia con Egipto, Siria, Grecia y Roma.

Petra fue fundada alrededor del siglo VI aC por los nabateos, una tribu nómada que se asentó en la zona y sentó los principios de un imperio comercial que llegaría hasta Siria.

La magnífica ubicación geográfica de Petra y las fuentes de agua hicieron el lugar apropiado para el desarrollo de una gran ciudad. Con su ingenio, los nabateos construyeron los canales y cisternas excavadas en la roca para llevar el agua desde una fuente al norte de Wadi Musa hasta la ciudad, y luego distribuir el agua entre los templos y barrios residenciales.

En el año 106, el emperador romano Trajano anexionó Petra a la región romana de Arabia. A pesar de esto, Petra no perdería su importancia y en esta época se construyeron la mayor parte de sus monumentos.

En el 363, Petra sufriría un primer terremoto, que dañó notablemente sus monumentos, perdiendo parte de su brillantez. A pesar de ello, la ciudad se mantuvo presente durante todo el periodo bizantino.

En el siglo VIII, algunos terremotos afectaron Petra, que fue abandonada hasta el siglo XII. En este periodo, los cruzados construyeron castillos para fortalecer su posición cerca del castillo de Shobak, que se encuentra a 30 km hacia el norte. Petra cayó gradualmente en el olvido tras haber sido estación de caravanas entre los siglos XII y XV.

Tuvo que esperarse hasta el año 1812, cuando un explorador suizo llamado Johan Burchard fue a Petra en búsqueda de la ciudad de la que había oído hablar, pero que muy pocos creían en su existencia. Convertido al Islam, logró convencer a los beduinos para que le llevasen hasta la tumba de Aarón (la montaña que lleva el mismo nombre en las alturas de Petra) para ofrecer un animal como sacrificio.

La fachada de ‘El Tesoro’, inmortalizada en el cine

La entrada a la ciudad se realiza a través del Siq, un estrecho cañón de un kilómetro de longitud (se puede recorrer a caballo o en carruaje) y que alcanza en algunos puntos los ochenta metros de altura. Con colores y formaciones de las rocas deslumbrantes, recorrerlo es una experiencia impactante, sólo superada por la impresión de ver por primera vez la fachada de El Tesoro (Al-Khazneh), al final del camino. La ruta fue inmortalizada en la mítica saga de Indiana Jones, en la película “La última cruzada”.

Esta inmensa fachada tiene treinta metros de ancho y cuarenta y tres de alto. Fue excavada en el siglo I en una roca que cambia de color a lo largo del día. Su finalidad era servir de tumba de un importante rey nabateo, y todavía hoy representa el talento para la ingeniería de este antiguo pueblo. Además de este mausoleo, en Petra existen cientos de tumbas de gran belleza excavadas en la roca, todas de impresionante arquitectura.

Conocer a fondo esta ciudad requiere al menos cuatro o cinco días. Además de las quinientas tumbas que han sobrevivido a los terremotos, en Petra se puede admirar un gran teatro de estilo romano con capacidad para tres mil personas. Hay obeliscos, templos, altares para sacrificios, calles con columnas y, a gran altura, dominando el valle, se encuentra el impresionante monasterio Ad-Deir, al que se accede tras una subida de 800 peldaños excavados en la roca. Además, cuenta con dos museos, el Museo arqueológico de Petra y el Museo nabateo de Petra, que ofrecen una visión histórica del conjunto de la ciudad gracias a su gran fondo de piezas de la región. Cabe destacar, también, un santuario del siglo XIII, construido en la cumbre del monte Aarón, en la zona del Sharah, por el sultán mameluco Al Nasir Mohammad para conmemorar la muerte de Aarón, hermano de Moisés.

La magia de la luz

Para los que tienen especial interés en inmortalizar Petra con la cámara de fotos, el mejor momento para visitar la ciudad es desde primera hora de la mañana hasta media mañana o a última hora de la tarde, cuando la inclinación de los rayos solares resalta los colores naturales de las rocas.

Otra opción que el visitante no debe pasar por alto es recorrer Petra por la noche, a la luz de las velas. Este paseo permite disfrutar del Siq en silencio, iluminado por una luz tenue y mágica que deja ver toda la grandeza de Petra de una forma distinta. Al final del camino, al llegar a la fachada del Tesoro, el turista es invitado a sentarse para disfrutar del sonido de la música y la visión impresionante de esta ciudad.

La antigua ciudad de Jerash, situada sobre una planicie rodeada de empinadas zonas boscosas y fértiles cuencas, es la principal rival de Petra en la lista de destinos preferidos de Jordania. Conquistada por el General Pompeyo en el año 63 aC, cayó bajo dominio romano para erigirse como una de las diez grandes ciudades romanas: la Decápolis.

Con más de 6.500 años de antigüedad, siempre ha sido hogar de diversas civilizaciones, aunque la época dorada de la ciudad tuvo lugar en pleno dominio romano, durante el cual se conocía como Gerasa. No en vano, hoy en día es considerada como una de las ciudades romanas mejor conservadas de todo el mundo.

Tras setenta años de excavaciones y trabajos de restauración, Jerash se muestra como un perfecto ejemplo de gran urbanismo formal romano de provincias, que se puede admirar en todo Oriente Próximo: pavimentos y calles franqueadas por columnas, templos en las cumbres de las montañas, impresionantes teatros, plazas públicas espaciosas, baños, fuentes y ciudades amuralladas atravesadas por torres y columnas.

En realidad, y tras esa apariencia grecorromana, la ciudad de Jerash también preserva una sutil mezcla de oriente y occidente. Su arquitectura, religión e idiomas reflejan la mezcla y convivencia de dos potentes culturas: el mundo grecorromano de la cuenca del Mediterráneo y las antiguas tradiciones del oriente árabe.

La ciudad moderna de Jerash se encuentra al este de las ruinas. A pesar de la separación entre la antigua y la nueva ciudad por un muro, la cuidadosa conservación y planificación de la urbe han hecho posible que se desarrolle por sí misma fuera de las ruinas, respetando escrupulosamente los emplazamientos antiguos.

Jerash se encuentra a tan sólo 51 km de Amán, por lo que es fácilmente accesible a través del coche y taxi o bien en autobús, operados por empresas que ofrecen autocares con aire acondicionado desde Amán. Para obtener más información vaya a www.visitJordan.com.

Destacan, sobre todo, sus enormes e impresionantes ruinas:

El arco Adriano. Construido en el año 129 dC para conmemorar la visita del emperador Adriano a Jerash.

Jerash Archaeological Museum (Museo arqueológico de Jerash)

La Catedral

El Teatro Norte

El Teatro Sur. Con capacidad para 3.000 personas y que aún se utiliza en la actualidad.

La calle franqueada por columnas.

El hipódromo- La compañía teatral “Jerash Heritage Company” lleva a cabo diariamente una reproducción del proyecto RACE (representación del ejército y las cuadrigas romanas. Para obtener más información visite la página Web de RACE: www.jerashchariots.com.

Celebrado anualmente en el mes de julio, el Festival de Jerash sumerge a la antigua ciudad en uno de los eventos culturales más espectaculares y vivos del mundo. En el festival se representan bailes folclóricos de grupos internacionales y locales, ballet, conciertos, representaciones teatrales, ópera y venta de artesanía tradicional: todo ello alumbrado por luz artificial, que crea un ambiente sugestivo alrededor del maravilloso marco de las ruinas de Jerash.