Turismo

Lepanto, tras la huella de Cervantes 445 años después

La ciudad griega ha conmemorado el aniversario de la batalla naval más famosa de la historia, que la colocó en todos los mapas del mundo y en la que participó el escritor.

La entrada al puerto de Lepanto es una de las más bellas de Grecia, jalonada por unas murallas almenadas y coronada por la estatua de Miguel de Cervantes, a la derecha
La entrada al puerto de Lepanto es una de las más bellas de Grecia, jalonada por unas murallas almenadas y coronada por la estatua de Miguel de Cervantes, a la derechalarazon

La ciudad griega ha conmemorado el aniversario de la batalla naval más famosa de la historia, que la colocó en todos los mapas del mundo y en la que participó el escritor.

El 7 de octubre de 1571 en las aguas cercanas a la ciudad griega de Naf-paktos (Lepanto) tuvo lugar una de las mayores batallas navales de la historia. Dos colosales contendientes medían sus fuerzas. Por un lado, la casi invencible armada otomana, bajo el mando de Ali Pashá. Por otro, la Liga Santa, al mando de Don Juan de Austria, hermanastro de Felipe II. Este enfrentamiento histórico supuso una sonora derrota otomana, el freno en sus ansias expansionistas por el Mediterráneo y un respiro para los dominios cristianos. Se puede decir que el anonimato, desde entonces, fue incompatible con Lepanto, que empezó a aparecer en todos los mapas del mundo.

Nombres como Juan de Austria, Álvaro de Bazán, Alejandro de Farnesio o Luis de Requesens quedarían grabados para la historia y relacionados con este lugar.

Pues bien, aquellos aires bélicos contrastan con la actualidad de esta pequeña y coqueta localidad griega, llamada Nafpaktos, que es bañada por las agradables aguas de un golfo que va a parar al mar Jónico. La localidad, que no olvida su pasado a través de numerosas celebraciones que recuerdan la conocida batalla (como procesiones, representaciones teatrales, regatas, conferencias, coloquios, exposiciones, certámenes, etc.) se ha convertido en un destino perfecto para el descanso tanto de griegos como de extranjeros. Frente a aquellos vientos bélicos, estas brisas de tranquilidad.

Unas murallas almenadas con dos torres defensivas protegen el puerto y las pequeñas embarcaciones que allí amarran. Se respira paz en el ambiente. El tiempo transcurre sin prisas. La vida late con más lentitud; sin agobios, con mucha calma. Es lugar de conversaciones y diálogos con los amigos. Se presta a ello. En cierta manera, esta forma de vida genera algo de envidia. No parece que el estrés tenga cabida en Lepanto.

Un castillo, situado en lo alto de un gran promontorio rocoso, ofrece las mejores vistas. Estratégicamente situado, ha sido testigo de la importancia que estas tierras tuvieron siglos atrás. Si bien existe una carretera para llegar hasta él, es aconsejable subir a pie, a través de unas calles estrechas y empinadas. Aunque pueda resultar algo cansada la subida, el regalo de las panorámicas que vamos teniendo mitiga cualquier incipiente fatiga.

Un agradable café junto al puerto (uno de los más bonitos de Grecia), tranquilos paseos en barco, numerosos restaurantes donde disfrutar la variada gastronomía griega, mucho sol, bañarse en estas aguas o disfrutar de su paseo marítimo son opciones muy recomendables. Desde luego, un tipo de visita muy alejada de las grandes aglomeraciones que pueden verse en otros destinos del país.

Nafpaktos (a unas dos horas en coche de Atenas), con seguridad, no está en esas «rutas turísticas» más conocidas que elaboran los grandes turoperadores sobre Grecia. Algo tremendamente injusto. Sin embargo, alberga atractivos y argumentos suficientes para una escapada cuando viajemos a este país. De verdad, no hay que perdérsela.

Cervantes está presente

Junto a la muralla, en la parte baja del pueblo, descubrimos una estatua de Miguel de Cervantes (1547-1616), obra del escultor mallorquín Jaume Mir, que recuerda la presencia del insigne escritor en la batalla. Conocido también como «el manco de Lepanto», fue en esta contienda naval donde el autor de «El Quijote» resultó herido quedándole, desde entonces, inútil su brazo izquierdo. Aseguran que siempre se mostró orgulloso de las heridas recibidas. Para los españoles, y para el resto de turistas, es una foto casi obligada.

La otra gran visita imprescindible aquí es el Museo de la Batalla de Lepanto, situado junto a la torre Botsari, donde encontraremos cuadros, estandartes, escudos, banderas, dibujos, mapas, etc., relativos a lo acaecido ese imborrable día. Incluso una reproducción a escala, en miniatura, de la famosa Galera Real (la mayor galera de su tiempo), buque insignia de la Liga Santa, construida en los astilleros de Barcelona y que navegó por el Mediterráneo al mando de Don Juan de Austria.