Cristina López Schlichting
El Falcon vertiginoso
Que no, que no, que no lo quiere decir. Se resiste como gato panza arriba. No se atreve Pedro Sánchez a dar detalles de sus viajes en Falcon. Diez días le dio el Consejo de Transparencia el pasado 19 de marzo. Le pidió «el listado completo de personas dependientes de la Moncloa y de Presidencia del Gobierno que disponen de autorización para usar el Falcon del Ministerio de Defensa, especificando nombre, apellidos y cargo institucional que ostentan, sus cargos y las fechas de viaje», pero no los da.
Ahora insiste el Consejo. Es la última estación de un largo tira y afloja en el que Luis Salom, asesor del PP en Valencia, pidió al Portal de Transparencia los gastos del salto aéreo a Benicasim (Castellón), en el que el presidente culminó una visita a Ximo Puig y la alcaldesa Amparo Marco con la asistencia a un concierto de The Killers, en compañía de su mujer. Presidencia racaneó la información por tratarse de «materia clasificada». Salom insistió. La posición fue entonces que «la información podía generar riesgos o perjuicios graves para la seguridad y defensa del estado». El Consejo de Transparencia intervino finalmente con una rotunda desautorización subrayando que «materia reservada» es sólo la que decretan el Consejo de Ministros y la junta de Estado Mayor y que parece absurdo calificar estos desplazamientos de tales, cuando los medios los cubren y la gente los conoce.
El avión presidencial es una de las debilidades del candidato Sánchez y quizá la que mejor revela el sentido patrimonial que tiene del poder. Hay otras, por ejemplo, que habitase no una, sino dos residencias oficiales (en Doñana y Lanzarote) en sus largas vacaciones navideñas, en las que pudimos verlo zambulléndose en el mar, en compañía de su perro y los escoltas. O que fuese en helicóptero «Súper Puma» a la boda de su cuñado en Aldeanueva de Cameros (La Rioja, a apenas tres horas de Madrid), movilizando a 50 agentes de la Guardia Civil y la Policía Nacional a los que hubo que pagar costes y dietas por pernocta. O que su perra viajase en cabina sin usar transportín, como obliga la ley. Pero lo del Falcon tiene algo de histriónico. Es una especie de obsesión. De acuerdo con los datos publicados por Antena 3, Pedro Sánchez ha dado la vuelta tres veces al mundo en menos de un año de legislatura. Lo que teme el presidente como un nublado no es sólo la noticia del gasto, sino el nombre de las personas que lleva consigo. Ya hubo rumores de que sus amigos o parientes pudieron haberle acompañado en el Súper Puma a La Rioja ¿qué no habrá hecho en el Falcon?
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