Nacionalismo

Junqueras impulsa la moneda catalana en pleno riesgo de quiebra

Recibió en abril la iniciativa de la Asociación Promotora del Eurocat con todos los detalles para implantarla

Oriol Junqueras, ayer, junto a la portavoz del Gobierno catalán, Neus Monté, la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, y el líder del PSC, Miquel Iceta, en la cabecera de la manifestación
Oriol Junqueras, ayer, junto a la portavoz del Gobierno catalán, Neus Monté, la presidenta del Parlamento catalán, Carme Forcadell, y el líder del PSC, Miquel Iceta, en la cabecera de la manifestaciónlarazon

Recibió en abril la iniciativa de la Asociación Promotora del Eurocat con todos los detalles para implantarla

La Generalitat se ha envuelto en un tono más moderado cuando le toca negociar con el Gobierno central para buscar soluciones a su asfixia financiera, pero en paralelo sigue trabajando en la sombra en el desarrollo de las estructuras para cumplir el proceso de eso que han bautizado como la «desconexión» con España. Ese perfil más constructivo lo ha dejado ver el presiente de la Generalitat, Carles Puigdemont, o su vicepresidente, Oriol Junqueras, en su negociación con el presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, y con la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, respectivamente. Pero Junqueras, por ejemplo, ya tiene sobre la mesa de su despacho el proyecto para crear una moneda catalana. Y por los movimientos que están realizando, aunque no hay posicionamiento oficial, en el Ejecutivo no descartan que cualquier día pudieran intentar dar un golpe de efecto por ese lado. El pasado 26 de abril, Junqueras recibió la comunicación formal de la Asociación Promotora del Eurocat sobre el proyecto para crear una «moneda catalana digital». El plan también ha llegado a otras personalidades del área de Vicepresidencia y Consejería de Economía y Hacienda de la Generalitat.

Esta iniciativa plantea «abrir un camino de soberanía financiera ante la falta de soluciones financieras en Cataluña». Y para ello apuntan en la dirección de crear un nuevo sistema monetario y financiero en Cataluña, que funcione de forma paralela a la moneda convencional y que permita inyectar liquidez a las pymes y a la Generalitat. Para ponerlo en marcha, la propuesta pasa por establecer un sistema de crédito mutuo multilateral, que los catalanes se otorgarían entre sí, de forma que, al no poder utilizarse fuera de Cataluña, se activaría la economía local, según argumentan. Este diseño se fundamenta en la «Declaración sobre monedas paralelas» para países en dificultades de la zona euro. La gestión de esa moneda digital sería realizada por una entidad independiente, que puede tomar la forma de asociación o fundación. Ésta es la idea sobre la que están dando vueltas, sin que todavía haya acuerdo ni respuesta definitiva. El problema de esta moneda catalana, al que el independentismo pone sordina, es que no puede sustituir al euro porque carecería de la confianza y solidez necesarias para ser utilizada de forma generalizada. Tendría que convivir con él. El «eurocat» no serviría para pagar el petróleo que los catalanes necesitan, ni para pagar las deudas de las empresas y particulares catalanes (que están denominadas en euros). Cataluña y sus empresas serían declaradas en default por todas las agencias de «rating» si intentasen pagar sus deudas en euros, como ha ocurrido en el caso de todas las economías que han intentado redenominar de forma unilateral las monedas de sus deudas en el pasado. Los precedentes están ahí, Argentina, Ecuador..., y no son nada halagüeños. Todos esos procesos han acabado con importantes crisis económicas y financieras. E igual que esto consta en los informes que maneja el Gobierno central, también debe estar siendo valorado por la Generalitat, aunque se esconda en su discurso sobre la «desconexión». De hecho, en ese escenario, habría una fuga de capitales sin precedentes. Los promotores del eurocat solamente contemplan que los euros se puedan convertir en eurocats, pero no al revés. Es decir, quien vea sus ahorros o su sueldo pagado en la moneda catalana no podría convertirlos en euros. Según informes que maneja el Gobierno, habría además una rápida depreciación de esa moneda local catalana. Todo el mundo intentaría mantener sus euros fuera de Cataluña para conservar el poder adquisitivo de sus ahorros. Y quienes fueran capaces de conservar sus activos en el sistema financiero español o europeo, podrían comprar a precio de ganga propiedades en Cataluña, que se verían devaluadas en eurocats.

Pese a todas estas consecuencias negativas, con este proyecto conectan asociaciones cercanas a la CUP y a En Común Podemos porque sería una moneda profundamente intervencionista, controlada por funcionarios de la Generalitat, que decidirían quién tiene que recibir crédito y qué proyectos merecen financiación. Y porque parte en su origen de una concepción anticapitalista. Además, la iniciativa se produce en medio de la polémica por los presupuestos catalanes cuya aprobación amenaza con frenar la CUP, ya que consideran que no incluyen «la desobediencia claraal Estado» .

Sus graves dificultades legales y económicas hacen que el más estricto análisis de su viabilidad lleve a concluir que la pretensión de que pueda convertirse en un instrumento de soberanía nacional catalana es descabellada. Salvo que el modelo que se pretenda sea el de países como Venezuela. Hasta ahora, ha sido un proyecto abrazado por instituciones no oficiales. Pero la trayectoria de los grupos políticos catalanes hace que no sea posible descartarlo. De momento, Junqueras lo tiene en su despacho.