PSOE

Los críticos con Sánchez suman la mayoría de las bases que votará el pacto

Podrían movilizar a sus militantes para que no avalen las alianzas que proponga Ferraz en la consulta y tumbarán cualquier acuerdo con los soberanistas

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, fue aupado a la dirección del partido con los apoyos de los barones, a los que ahora desafía
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, fue aupado a la dirección del partido con los apoyos de los barones, a los que ahora desafíalarazon

Podrían movilizar a sus militantes para que no avalen las alianzas que proponga Ferraz en la consulta y tumbarán cualquier acuerdo con los soberanistas

«Yo fui elegido por los militantes y en los momentos decisivos escucharé a la militancia». Este fue el argumento que esgrimió –durante su intervención ante el Comité Federal– el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, para apoyar su decisión de someter a las bases los acuerdos de investidura que alcance con otras formaciones políticas. Un movimiento que pretende hurtar a los barones críticos el control de las alianzas, virando del sistema de democracia representantiva actual a uno asambleario. Sánchez es consciente de que la tendencia ideológica de la militancia –a quien debe su ascenso a la Secretaría General– está más a la izquierda que la de sus dirigentes y quiere aprovechar este escoramiento para dar viabilidad a un pacto con Podemos que despierta reticencias en muchas federaciones. Éstas saben que tras lo acontecido el sábado ya no les queda margen de maniobra para impedir el temido pacto con Pablo Iglesias y la abstención de los independentistas. ¿O sí?

El poder territorial del PSOE reside en los feudos más críticos con el líder socialista. Andalucía, Asturias, Aragón, Comunidad Valenciana, Extremadura y Castilla-La Mancha son federaciones con gobiernos socialistas y son también algunas de las que más militantes aportan al partido y, por tanto, quienes estarán llamados a validar los pactos de Sánchez en las urnas, en caso de que los alcance. Estos seis territorios concentran el 54,14% del censo de la formación, es decir, 107.278 militantes, si atendemos a los datos facilitados por el PSOE para las primarias de hace dos años. Se prevé que desde entonces el partido haya perdido en torno a ocho mil afiliados. Andalucía es el pulmón electoral del partido y también la federación que más militantes aporta –48.790–; le sigue Cataluña –20.816–, dividida entre los partidarios «sanchistas» de Miquel Iceta y los «susanistas» de Carme Chacón; la Comunidad Valenciana –18.422–; la Comunidad de Madrid –15.866–, cuyos datos se remontan al mandato de Tomás Gómez y Castilla-La Mancha, con 12.473 militantes.

Se da la curiosa circunstancia de que de las seis federaciones críticos, cuatro son también las responsables de la victoria en las primarias de 2014 del secretario general, que hasta que Susana Díaz lo acogió en su seno era un desconocido diputado por Madrid. Los avales que obtuvo Sánchez en Andalucía, Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana y Aragón supusieron el 57,42% de sus apoyos. Asturias y Extremadura se decantaron por Eduardo Madina, su principal rival. Por tanto, podría darse el caso de que quienes le auparon entonces hasta la dirección del partido sean ahora los promotores de su caída.

Estas federaciones intentarán que los pactos de Sánchez no cuenten en sus territorios con todo el apoyo que cabría esperar, si sus alidados de gobierno no son los deseados. Es más, su estrategia radica en la esperanza de que estas alianzas no lleguen a producirse. Los barones transigen a duras penas con el acercamiento a Podemos, pero se muestran radicalmente en contra de que La Moncloa se alcance con la complicidad activa o pasiva –mediante la abstención– de las fuerzas independentistas con presencia en el Parlamento: ERC y Democracia y Libertad. En caso de que Sánchez se sirviera de estos apoyos, está prácticamente asegurado que el Comité Federal tumbaría el acuerdo por contravenir la resolución del 28 de diciembre. En este escenario, Sánchez sólo puede lograr un acuerdo con el aval explícito de Podemos e IU y la abstención de Ciudadanos, ya que cualquier alternativa complementarias requiere necesariamente la abstención de los secesionistas.

Sin embargo, la correlación dispar de fuerzas –54% en contra, 45% a favor– cobra trascendencia en el escenario que valoran los barones: la eventual repetición de elecciones, ante la imposibilidad de Sánchez de pactar un gobierno con Podemos y Ciudadanos, alianza que desecha su líder, Albert Rivera. Si se vuelve a llamar a los españoles a las urnas, el PSOE iniciará «automáticamente, como un resorte» el proceso de primarias para elegir a su candidato. Es en esta situación en la que se hará valer la mayoría de apoyos en contra y Sánchez tendrá muy complicado repetir como cabeza de cartel de los socialistas a La Moncloa. El líder socialista quedará muy tocado tras la investidura fallida y los barones críticos le estarán esperando también en el 39º Congreso del partido para que abandone su último reducto de poder, la dirección del partido. La fecha de celebración del cónclave, en la que los barones lograron «doblarle el brazo» al secretario general, según informaba ayer este diario, no es baladí y los territorios se afanaron en acelerar los tiempos para evitar que Sánchez se intentase blindar como candidato para unas futuras elecciones, si –como defendía Ferraz– el Congreso ordinario se celebraba a mediados de junio.

La situación de desconfianza es total. El anuncio de someter los pactos a un referéndum entre la militancia no se consultó –como viene siendo habitual en el proceder de Sánchez– con carácter previo en las federaciones, a pesar de que sus líderes desfilaron por Ferraz durante la semana. El líder socialista sabe que cuenta con el favor de las bases y no de los barones, pero ha perdido de vista que son ellos quienes capitanean los territorios y a la militancia.