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Espinar deja en evidencia la lucha interna en Podemos

La Razón
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La figura del predicador moralista que cada vez que puede lanza sus soflamas, también en sede parlamentaria, y que se pone como ejemplo de rectitud ha encontrado en Podemos una de sus mejores canteras políticas. En vez de trabajar legislativamente allí donde tiene representación y proponer formas de control que impidan las malas prácticas en la administración por parte de políticos y también de ciudadanos particulares, prefiere el histrionismo mitinero, sin poner límite en los insultos al adversario y sin sonrojarse. El caso del senador y dirigente de Podemos Ramón Espinar es en este sentido canónico. En 2011 compró una vivienda protegida en Alcobendas –sin participar en sorteo público alguno–, acogiéndose al Plan Joven de la Comunidad de Madrid, por la que pagó 146.224 euros. Sin que se cumpliera el año y sin llegar a vivir en ella, la vendió por 176.000 euros, obteniendo un beneficio de 30.000 euros. En su defensa, el dirigente de Podemos ha argumentado que los gastos de esta operación, más los impuestos, redujeron la plusvalía conseguida a entre 19.000 y 20.000 euros. También en su defensa, dijo que cuando compró esta vivienda era un estudiante de 23 años y que sólo disponía de una exigua beca de 400 euros mensuales para hacer frente a la hipoteca que había contraído, por lo que se vio obligado a poner la casa en venta (la entrada de 60.000 euros corrió a cargo de su familia). Es decir, el mensaje de Espinar es que él, como otros estudiantes empobrecidos por la crisis, no puede costearse una vivienda de 60 metros cuadrados, con trastero y dos plazas de garaje. El senador ha defendido la legalidad de esta operación, incluso desde el punto de vista ético. Ni siquiera ha tenido en cuenta un principio básico: no se puede obtener una plusvalía, grande o pequeña, con pisos de protección oficial. Lo alarmante es que se contradice abiertamente con lo que dijo con vehemencia y, claro está, dando lecciones de comportamiento ético a toda la Asamblea de Madrid: en una sesión de finales de 2015, dijo: «El objetivo final de la promoción de vivienda pública no es venderla, el objetivo final de la promoción de vivienda pública es garantizar el acceso al derecho a la vivienda de la ciudadanía que no puede acceder en mercado libre». Hacía cuatro años que Espinar había obtenido un beneficio de 20.000 euros (después de impuestos) por la venta de su vivienda protegida. Este dinero lo utilizó para pagarse un máster y un ordenador que necesitaba para su actividad académica. Habría que oír su intervención en aquella ocasión para comprender la inmunidad especial con la que están investidos los dirigentes de Podemos para olvidar sus errores y, además, dar ejemplo. No es la primera vez que nos sorprenden con casos de manifiesta irregularidad administrativa (ellos no se hubieran privado de calificarlo de «corrupción») y, en todo caso, ética, como en los casos de Juan Carlos Monedero y sus informes para Venezuela o Tania Sánchez y su piso. Espinar ha dicho ser víctima de una campaña para evitar que alcance el liderazgo de Podemos en Madrid. Probablemente sea así y estemos ante una de las peleas intestinas de la «nueva política», pero la reacción de Pablo Iglesias y otros miembros de la nomenclatura es la de la más oscurantista «vieja política»: solo es una conspiración de los poderes innombrables contra ellos. Es evidente que hay una lucha por el poder de los errejonistas, con la candidatura de Rita Maestre y Tania Sánchez, que genera más simpatías en el PSOE y la derecha, y la pablista, que es el enemigo a batir.