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Deliberación: de 18 a perpetua
El jurado del caso Diana Quer ya está deliberando sobre el futuro de «El Chicle»: si es condenado solo por detención ilegal y asesinato podría cumplir un máximo de 18 años en la cárcel. Si prueban la agresión sexual previa, la prisión permanente revisable. Ayer, él pidió perdón por última vez a la familia
Los dos lamentaron no estar un día tan importante como ayer en los juzgados de Santiago de Compostela, donde el asesino de su hija iba a hacer uso de su derecho a la última palabra, pero tenían una cita en otra sede judicial. Diana López Pinel y Juan Carlos Quer, los padres de Diana, estaban citados en los juzgados de Pozuelo de Alarcón para la reclamación de propiedades. Según dijo la madre de la joven madrileña a la entrada de los juzgados, fue su ex pareja quien le interpuso la demanda para reclamarle «propiedades», lo que ayer les llevó al juzgado. Por su parte, Juan Carlos también se mostró molesto por no poder «escuchar las mentiras de este individuo (refiriéndose a «El Chicle»), que espero que reciba una condena a la altura de la gravedad del delito que cometió». Y, aunque los dos sufrieran por no estar en la última sesión del juicio al (todavía presunto) agresor sexual y asesino de su hija mayor, puede que fuera lo mejor para ellos porque así se evitaron escuchar el duro alegato final que hizo la abogada defensora del acusado, que, a buen seguro, iba a hacerles daño psicológico. Porque, mientras ellos pronunciaban estas palabras en Pozuelo, en el salón de bodas de los juzgados de Santiago de Compostela, a 600 kilómetros de allí, Fernanda Álvarez leía sus conclusiones finales en un durísimo tono, en el que ha culpado a la Prensa, a los investigadores y hasta a los médicos forenses de haber contribuido en menor o mayor medida a crear «un monstruo» entre todos. «Es un ser humano que le han tratado como un monstruo», repitió Álvarez, señalando a su defendido, sentado en la fila de atrás. Aunque podía haber centrado su alegato en sembrar la duda razonable entre el jurado sobre la violación de Diana, que va a ser muy complicada de probar, la letrada disparó contra todos y criticó una «falta de rigor escandalosa» durante todo el procedimiento.
Como la Fiscalía (encarnada en este caso en Cristina Margalet) y la acusación particular, ejercida por el abogado Ricardo Pérez Lama, centraron sus conclusiones el lunes en convencer al jurado de que lo que se produjo en la nave de Asados fue una violación y que el móvil del crimen era sexual (y recordaron que se puede condenar por acumulación de indicios, no solo con pruebas objetivas), Álvarez también centró por ahí el tiro.
Dijo que si «El Chicle» llevó a Diana a la nave era para ocultar su cadáver, no para violarla, y que el proceso ha estado plagado de mentiras y sin ninguna garantía. «No ha sido un proceso justo, sino digno de la Edad Media». Álvarez ha sido muy dura contra los miembros de la Guardia Civil que se encargaron de este caso y dijo que hubo «contradicciones muy importantes» y que «no interesaba investigar», por lo que ahora la labor del jurado es «hacer justicia». «Ustedes no pueden convertirse en una herramienta de la venganza», subrayó. Aunque la letrada ha realizado un importante trabajo, lo cierto es que en algún momento ha rallado lo estridente cuando ha negado pruebas objetivas porque son proporcionadas por medios técnicos, como los posicionamientos telefónicos, que situaron a Diana fuera de ese callejón que da a la calle donde «El Chicle» dice que la abordó.
O como la brida, que para los forenses fue el arma homicida (ha sido en lo único que se pusieron de acuerdo: muerte por rotura del hueso hioides compatible con una brida), pero ella insiste en que se enganchó al pelo de Diana en el pozo de forma casual agarrándose al testimonio que bajó a por ella, que no pudo contestar si se la vio alrededor del cuello. Tras insistir en que Abuín «no tiene maldad», ha recordado al jurado nuevamente que «no estamos tratando de vengar a nadie» y pide que se haga Justicia de verdad.
Álvarez criticó, además, que los demás tuvieran dinero «para encargar informes», refiriéndose, por ejemplo, al psicografólogo encargado por la acusación particular, donde tildaba de «depredador sexual» sin posibilidad de reinserción a Abuín por la forma de su escritura.
«Un baboso ligón»
Pero, conocedora como es de la percepción social de «El Chicle» (agravada por esas risas que se echó tan fuera de lugar durante la reconstrucción de los hechos), Álvarez siguió la línea de defensa de abogados como Agustín Martínez con «La Manada» y vino a decir que ser un «baboso ligón» no es ser un violador. El acusado tiene de su parte la duda del equipo de forenses que practicaron la autopsia de Diana, liderado por Fernando Serrulla, que dijeron que no apreciaron lesión compatible con la agresión sexual. Otro equipo, con el doctor Pampín a la cabeza, sí vio un edema compatible pero su versión no tenía la misma fuerza al haber hecho el diagnóstico por una fotografía. «¿Estamos en una sala de justicia o en un circo donde todo vale para castigar al monstruo?», dijo Álvarez. Aconsejado por ésta, «El Chicle» fue muy escueto en su último turno: «No tengo más que añadir a lo que ha dicho mi abogada. Solo pedir nuevamente perdón. Nada más». Luego, al jurado se les entregaron las preguntas objeto de veredicto, y tendrán que decidir sobre la culpabilidad de Abuín.
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