Política

España en almoneda

PEDRO SÁNCHEZ Y FRANS TIMMERMANS
El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (i) y el vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans. durante el encuentro que han mantenido dentro de la Cumbre del Clima COP25Chema MoyaEFE

Según la conocida Ley de Murphy, todo es susceptible de empeorar y, en estos momentos, con ocasión de la investidura de Sánchez, este postulado va camino de cumplirse a la perfección. El lamentable espectáculo del separatismo en Cataluña está salpicando la política nacional –ahora por obra de Sánchez–, contaminándola a unos niveles que jamás imaginamos que podría alcanzar. Es absolutamente inadmisible abrir una ronda de negociaciones para obtener el voto de ERC, cuyo objetivo principal es que su líder Junqueras deje de cumplir la condena impuesta por su actuación sediciosa contra la Constitución, encaminada a romper la unidad nacional.

A mayor abundamiento, exigen «desjudicializar» la política parlamentaria, o lo que es lo mismo, que la ley no se aplique a los políticos separatistas. Entre tanto Puigdemont, para no perder comba mediática, convoca en Waterloo a sus dirigentes y electos en las cámaras parlamentarias, y exige más concesiones al PSOE, mientras anuncia la posibilidad de convocar elecciones autonómicas anticipadas, para presionar a su rival separatista Junqueras. La dignidad de España queda pisoteada por este zoco de mercaderes de votos separatistas, que tratan de sacar rédito al deseo de Sánchez de ver culminada su aspiración presidencial. Solo falta que el abogado general de la UE sea invitado a ejercer de relator internacional para levantar acta de esa negociaciones «entre iguales», y que Junqueras y Puigdemont, ya en libertad, compitan a presidir la Generalitat.