Educación

Academia de papel

Más educación para una mejor comunicación

No hay profesión más decente y generosa que la de docente

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Vivimos en la Sociedad de la Información, rodeados y hasta saturados de datos, noticias, notificaciones. Nada nos hace más humanos y nos distingue más del resto de los animales que nuestra capacidad para comunicarnos con otras personas. La comunicación es esencial en todos los ámbitos, también en la educación. Parece claro que sin comunicación no hay educación y sin una buena educación no podemos sacarle todo el partido a la comunicación.

Comunicar es, según la primera acepción de la RAE, hacer a una persona partícipe de lo que se tiene. Una definición que nos habla sobre todo de generosidad, pues nada es más generoso que poder compartir el conocimiento con los demás. Es por eso que, desde mi punto de vista, no hay profesión más decente y generosa que la de docente, pues no solo comparte lo que sabe con sus alumnos, sino que, además, pone las bases para estimular la búsqueda de nuevos conocimientos.

Por tanto, ¿se puede hacer partícipes de lo que tenemos sin saber comunicarlo, sin conectar con nuestros alumnos? Difícilmente, y más cuando vamos a educar o estamos educando a una generación de centennial con los que cada vez es más difícil conectar y con un gran déficit de atención, provocado por el abuso de esas armas de distracción masiva que son las pantallitas de los móviles y tabletas, y las omnipresentes redes sociales.

Todos recordaremos de nuestros años como estudiantes a algún profesor que transmitía menos que un transistor roto. Y si nos paramos a pensar, por el contrario, todos los grandes profesores que hemos tenido tenían una cualidad común: ser buenos comunicadores. Una cualidad con la que ¿se hace o se nace? Mi respuesta es que sobre todo se hace, se aprende o se debería aprender. Sin embargo, lo cierto es que, si revisamos los planes de estudios universitarios de los grados de Educación, no existen asignaturas que desarrollen esta competencia tan importante para la función docente.

Por tanto, el docente se enfrenta al aula y a sus alumnos sin mucha formación en algo que va a ser una de sus principales herramientas de trabajo, sino la principal. Ya aprenderán por ellos mismos, habrán pensado quienes diseñan estos planes.

Por tanto, si queremos buenos profesores deberemos tener también buenos comunicadores y fomentar en su formación esa habilidad tan fundamental para el éxito en su trabajo. Cada vez se habla más de la importancia de las soft skills en el mundo profesional y, entre ellas, destaca la oratoria y todas las habilidades relacionadas con la comunicación.

Muchos centros educativos ya introducen este tipo de habilidades entre su oferta educativa, incluso existen concursos de oratoria que fomentan el debate entre los estudiantes. La comunicación está omnipresente y es omnicanal, es imposible no comunicar. Por tanto, no es una cuestión de más comunicación sino de un mejor uso de la misma, y para ello no queda otra que hacerlo a través de una mejor educación.

Víctor Núñez es profesor y miembro de la Academia de P@pel, grupo de pensamiento y de análisis sobre comunicación de la Universidad UDIMA