Economía

Academia de papel

Política Económica versus Economía Política

El gobierno debe poner en marcha medidas asentadas en el diálogo y una colaboración público-privada que reduzca riesgos y recupere la situación económica de forma gradual y asimétrica

FILE - In this May 5, 2020, file photo, people wearing face masks use cash machines in Caldas de Montbui, near Barcelona, Spain. The coronavirus pandemic has reawakened debate about the continued viability of what has been the physical lifeblood of global economies: paper money and coins. (AP Photo/Emilio Morenatti)
FILE - In this May 5, 2020, file photo, people wearing face masks use cash machines in Caldas de Montbui, near Barcelona, Spain. The coronavirus pandemic has reawakened debate about the continued viability of what has been the physical lifeblood of global economies: paper money and coins. (AP Photo/Emilio Morenatti)Emilio MorenattiAP

A veces, la información económica mezcla y/o utiliza como sinónimos aspectos de la Economía Política y de la Política Económica. En principio parecen similares, pero en realidad son muy diferentes. Próxima a la Teoría, la Economía Política estudia el comportamiento económico del ser humano y los factores que lo componen. Para ello se vale de la Ciencia Política, el Derecho o la Sociología.

Por su parte, la Política Económica utiliza herramientas como las políticas fiscal, cambiaria, monetaria o financiera, para tratar de encauzar los citados comportamientos con el fin de alcanzar determinados resultados, cuyas repercusiones sociales superan a las económicas.

Ramón y Cajal afirmó que “todo ser humano puede, si se lo propone, ser escultor de su propio cerebro”. Posteriores avances de la neurociencia (interacción mente y cerebro) han permitido establecer “la influencia del observador en lo observado”. Conclusión que podemos extrapolar tanto a los comportamientos económicos como a su canalización hacia fines premeditados.

La Economía Política y la Política Económica encierran factores de subjetividad, donde los aspectos ideológicos relegan a los técnicos, máxime cuando resulta casi imposible establecer fronteras infranqueables entre lo estrictamente social y estrictamente económico, tanto en Macroeconomía como en Microeconomía.

En 2002, se concedió el Premio Nobel en Economía, conjuntamente con Vernon Smith, al psicólogo israelí-norteamericano Daniel Kahneman, por su aplicación de la investigación psicológica a la ciencia económica, en especial respecto a la toma de decisiones bajo incertidumbre. La principal contribución de Kahneman, junto a Amos Tversky, es la Teoría de las Perspectivas (Prospect Theory), según la cual, en entornos inciertos, los agentes económicos toman decisiones mediante los llamados atajos heurísticos, una de cuyas manifestaciones es la aversión a la pérdida (se prefiere no perder 100 euros, antes que ganarlos), lo cual provoca decisiones asimétricas, en especial en los consumidores.

Estos estudios son muy útiles para modelar comportamientos no racionales que se apartan de la concepción neoclásica del “homo economicus”, aquél que busca maximizar utilidades mediante la confrontación coste-beneficio. La teoría de la elección racional recoge que no siempre la decisión sigue las expectativas del grupo, el responsable la toma a partir de la información que maneja, de sus premisas al analizar la situación y de su propia capacidad de raciocinio. En suma, de su perspectiva.

La crisis económica derivada de la pandemia del Covid-19, la más complicada y profunda desde el final de la II Guerra Mundial, se caracteriza por la incertidumbre. Los responsables de la Política Económica buscan modificar y dirigir comportamientos, individuales o colectivos, con la atención puesta en la seguridad sanitaria. La caída del PIB tiene un desigual impacto en sectores y empresas, muchas de la cuales no podrán readaptarse y cerrarán.

Con independencia de las ayudas, en fondo y forma, que la Unión Europea establezca, el gobierno deberá poner en marcha medidas asentadas en el diálogo y una colaboración público-privada que reduzca riesgos y recupere la situación económica de forma gradual y asimétrica. Mediante políticas de oferta se potenciará la transformación digital y harán más eficientes, flexibles y competitivos los mercados.

El mayor desempleo estructural disminuirá las rentas y aumentará la desigualdad, siendo necesario establecer una renta mínima para familias que han visto desaparecer sus soportes materiales para afrontar el futuro. Cuáles sean su alcance y requisitos que permitan su obtención están pendientes de ser fijados. Una parte de su volumen total debería ser temporal con el fin de recuperar niveles perdidos por la pandemia. Otra parte debe orientarse a reducir la pobreza y conectarse con medidas de fomento del empleo.

Las acciones y decisiones que tomen los responsables de la política económica nacional han de proporcionar estabilidad y recuperación. Las herramientas para lograrlo se encuadran en los Presupuestos del Estado, marco de objetivos coyunturales, a corto plazo, y estructurales, a medio y largo plazo. Dos aspectos resultarán prioritarios los próximos meses: un exhaustivo control de la evolución de las variables económicas y el mayor consenso y apoyo posible por las alternativas políticas. No será fácil lograrlos.

Javier de la Nava es profesor de Economía y asesor en Academia de P@pel, grupo de pensamiento y de análisis sobre comunicación de la Universidad UDIMA