Misterio
¿Conocían los mochicas la forma de la galaxia?
El llamado disco colgante de más de 2.000 años podría ser una representación gráfica de una galaxia espiral
En 1912, la astrónoma Henrietta Leavitt calculó la extensión de la Vía Láctea y su forma espiral mediante la relación entre el periodo y el grado de luz de las estrellas variables Cefeidas. Sus observaciones serían refrendadas más tarde, desde el observatorio astronómico de Mount Wilson, en las montañas de San Gabriel, al norte de Los Ángeles.
Parece, sin embargo, que mucho antes de Leavitt pudiera realizar sus cálculos, la cultura Moche, una civilización que se asentó entre los siglos I y VIII en la costa norte del actual Perú, ya poseía ese conocimiento.
Eso se deduce, al menos, de un sugerente colgante de cobre dorado que se conserva en la sala de cerámicas del Museo Arqueológico Larco (Rafael Larco Hoyle) en Lima-Perú. Se le conoce como Disco Galáctico y constituye una de las reliquias más inquietantes y difíciles de explicar de la antigüedad. ¿Puede tratarse de una simple coincidencia?
Por supuesto que puede ser coincidencia, pero el hecho de que no sólo su forma corresponde a la Vía Láctea, sino que incluso la posición de una marca o punto, en uno de sus brazos sea acorde con la ubicación del nuestro Sistema Solar, complican extraordinariamente el factor azar.
Para la cultura Moche nuestra galaxia era identificada como un río (mayu) celestial, cuyas sombras estimularon mitos y tradiciones andinas.
La moderna investigación arqueo-astronómica demuestra que todas las “huacas” y monumentos precolombinos del antiguo Perú fueron diseñados siguiendo alguna guía astronómica y posiblemente con un sentido profético o escatológico. En su libro Cosmos Moche, Roberto Ochoa consolida la interpretación de que el mundo terrenal creado por los mochicas trataba de reflejar el orden en el cielo.
Es probable que los astrónomos mochicas, capaces de calcular eclipses, pronosticar el fenómeno meteorológico del Niño contemplando el brillo de las Pléyades o calcular los movimientos del Sol, la Luna y las estrellas, le diera importancia a la Vía Láctea, al camino de estrellas. De hecho, hay un hito representado en el Muro Complejo de la huaca de la Luna que nos remite a un hito astronómico que tuvo lugar el 11 de septiembre del año 750.
En el 11S de la antigüedad, la Luna, en cuarto creciente, se situó bajo la cúpula de la Vía Láctea, rodeada por las constelaciones de Escorpio, Sagitario, Ophiucus y Serpens Caput y cinco planetas alineados en fila india. A saber: Mercurio, Venus, Marte, Saturno y Júpiter. Una circunstancia que no se repetirá hasta el 11 de setiembre de 2040.
No está claro si el disco mochica, que se cree que fue descubierto por el padre de la arqueología peruana Julio César Tello, representa o no a la Vía Láctea. Se sabe que el 60% de las galaxias son elípticas y no en espiral, como la nuestra. En cualquier caso, los astrónomos actuales saben que la mayoría de las galaxias espirales contienen una protuberancia central rodeada por un disco plano giratorio de estrellas. Si el "Disco Colgante" es de hecho una representación de la galaxia espiral, entonces muestra que los antiguos estaban mucho más avanzados de lo que se pensaba.
La Vía Láctea tiene cinco brazos espirales principales: el brazo Norma y Cygnus, Sagitario, Scutum-Crux y Perseo. El “colgante” tiene seis. No obstante, algunas teorías sugieren que el modelo actual de nuestra galaxia podría estar equivocado o incompleto. De hecho, desde nuestra posición es muy difícil entender su forma, nuestro Sistema solar se halla a 27.700 años luz del centro galáctico.. No tenemos fotos de nuestra galaxia porque todavía no hemos podido salir de ella. Todo lo que ves en Internet son representaciones artísticas.
No podemos hacernos una idea de la estructura de la vía Láctea porque estamos en el mismo plano y, además, el polvo interestelar bloquea las longitudes de onda visibles. Por eso hay un debate científico acerca de si nuestra galaxia tiene dos o cuatro brazos. Hasta hace unos años, los científicos se mostraron mayoritariamente a favor de la segunda opción pero, en 2008 las observaciones del telescopio espacial infrarrojo Spitzer de la NASA decantaron súbitamente la discusión a favor del bando de los dos brazos. Todo sigue abierto. Al final resultará que los mochicas tenían razón hace 2.000 años cuando plasmaron en este colgante que nadie sabe para qué sirvió, el movimiento de una galaxia espiral. ¡Qué cosas!
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