Vehículos espaciales
Suspense en Marte
La Agencia Espacial Europea confirmará hoy si la sonda Schiaparelli tomó tierra. Perdió la señal 30 segundos antes de aterrizar. Mientras, el satélite TGO, que estudiará gases del planeta como el metano en busca de vida presente o pasada, sí entró en la órbita del planeta. Estaba prevista una tormenta de polvo en la zona de aterrizaje del módulo
Sin noticias de Marte. O, al menos, en un 50%. Ayer era el «día D» del proyecto ExoMars, impulsado por la Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos. Tras siete meses de viaje y 56 millones de kilómetros recorridos de forma conjunta, el pasado domingo se separaron con éxito el satélite Orbitador de Gases Traza (TGO) y el módulo Schiaparelli (EDM). ¿Su misión? Mientras el primero debe orbitar el planeta durante años rastreando gases como el metano, el vapor de agua, los óxidos de nitrógeno y el acetileno –claves para saber si ha existido o existe vida bacteriana–, el segundo tenía que descender a la superficie del planeta y, en apenas cuatro días de vida, tomar muestras del terreno y demostrar la viabilidad de un aterrizaje para futuras misiones. En torno a las 16:48, hora española, estaba previsto que el TGO entrara en la órbita marciana, mientras que el EDM aterrizaría en la superficie del planeta. ¿El resultado? Al cierre de este edición, parece que el satélite cumplió su misión; del EDM, no hay noticias concluyentes.
Y es que los distintos instrumentos que tenían que confirmar el aterrizaje de Schiaparelli no pudieron certificar con precisión su llegada. El silencio y la tensión en el centro de control de operaciones de la ESA en Darmstadt (Alemania) eran palpables, así como en otros puntos del planeta, como la estación espacial de Robledo de Chavela (Madrid), cuya antena también estaba a la expectativa de novedades. Según la agenda prevista, y una vez en la atmósfera marciana, a las 16:48 el módulo comenzaría su descenso a la superficie, que se produciría a una velocidad inicial de 21.000 km/h y en un plazo de seis minutos. Y así parecía que estaba sucediendo. En la sala recibieron la señal del radiotelescopio de Pune, en India, que indicaba que el módulo había comenzado a descender por la atmósfera. De hecho, y gracias a esa señala, a la ESA le consta que el EDM comenzó el descenso, el despliegue de su paracaídas y la separación del escudo térmico frontal. De hecho, el satélite Mars Express, que orbita en torno al planeta desde 2003 y que también tenía como objetivo confirmar ayer el éxito de la misión, grabó la órbita de descenso, según confirmó a Efe Juan Miró, director adjunto del Centro Europeo de Operaciones Espaciales (ESOC) de la ESA. Sin embargo, las imágenes no son concluyentes. «Se ha reconstruido la secuencia de descenso hasta que el módulo se ha desprendido del paracaídas y de la protección térmica. Pero a partir de ahí, no se sabe qué ha pasado». Y es que, la agencia perdió la señal del módulo 30 segundos antes de que tocara la superficie del planeta rojo. A última hora de la tarde, la agencia informó de que sus expertos iban a trabajar «durante toda la noche» para evaluar la situación de la sonda. Las siguientes noticias no se comunicarán hasta las 10:00 horas de hoy.
Aunque se desconocen las causas de este problema de comunicaciones, lo cierto es que se esperaban tormentas de polvo en la zona de aterrizaje, en la llanura de Meridiani Planum, la misma elipse en la que aterrizó el robot Opportunity hace ahora cinco años. Lo confirmó ayer en un encuentro informativo Jorge Vago, responsable científico del proyecto ExoMars. «Sabíamos que íbamos a encontrar una atmósfera llena de polvo. Hay que tener en cuenta que estamos en medio de una tormenta global», explicó Vago. En todo caso, estimaba entonces que no era un factor que «amenazara» el resultado del proyecto. De hecho, en principio, esta tormenta era un valor añadido, pues ExoMars la aprovecharía para estudiar el rozamiento de las partículas de polvo en los dispositivos.
Por su parte, Vincenzo Grigorio, vicepresidente de Márketing y Ventas Institucionales de Thales, una de las empresas que han colaborado en el proyecto, reconocía que ExoMars «es una misión con muchas incógnitas asociadas».
Pero no todo fueron noticias negativas. «Tenemos misión en Marte», afirmó ayer desde Darmstadt Michel Denis, director de vuelo de ExoMars, tras confirmar, en torno a las 20:30, que el satélite TGO había cumplido su misión. «Estamos dentro de la órbita de Marte, todo dentro de las expectativas», añadió. Y es que, aunque el hecho de no poder confirmar el aterrizaje de Schiaparelli ha supuesto una pequeña decepción, el «plato fuerte» del proyecto –valorado en unos 1.500 millones de euros–, el que deberá determinar si existe vida en el planeta a través de una serie de medidores que analizarán los gases traza, correrá a cargo del TGO. Entre ellos el metano, que se genera por la descomposición de manera orgánica. Además, este satélite será también el punto de apoyo de la segunda fase del proyecto ExoMars: el envío de un rover para el año 2020. Como explicó Vincenzo Giorgio, buscará vida en el planeta a una profundidad hasta ahora nunca alcanzada: dos metros bajo tierra, gracias a un potente taladro. Y es que, como explicaba ayer Jorge Vago, hasta la fecha, misiones anteriores al planeta sólo pudieron buscar material a una profundidad de siete centímetros. «Aunque Marte cuenta con una atmósfera muy sutil y cuenta con una radiación que destruye las moléculas orgánicas, sí que se podría averiguar si hubo vida en un pasado remoto», aseguró.
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