Andalucía
Semana de reptiles, semana de caballos
El Salón Internacional del Caballo, que cumple 29 años, nació como respuesta a una época de crisis para el sector tras la peste equina. Un nuevo PSOE debe resurgir tras la purga de la fiebre de los ERE
Cuando hace casi 30 años, en 1991, nació el Salón Internacional del Caballo el sector trataba de recuperarse de uno de sus peores momentos por culpa de la peste equina, una epidemia que dejó a la Feria de Abril de 1990 sin caballos, que es lo mismo que unos sanfermines sin toros o unas fallas sin ‘ninots’. Por aquel entonces, empresarios, ganaderos, aficionados y caballistas en general trataban de levantar el ánimo sin saber muy bien a qué agarrarse, de ahí que la iniciativa de la Asociación Nacional de Criadores de Caballo de Pura aza Española (Ancce) de poner en marcha un evento dedicado por entero al caballo español fue acogido por todos con alivio e ilusión.
Hoy el Sicab es el evento de referencia que reúne a profesionales venidos de más de 60 países, recibe más de 200 mil visitantes y mueve unas cifras que colocan esta feria como la tercera gran cita en la ciudad, después de la Semana Santa y la Feria. No imagino una triada de españolidad más excelsa que la de los volantes, la mantilla y el caballo, aunque la izquierda, que también la hay extrema, imagine que detrás de esto está el mismísimo Abascal cabalgando con un águila negra posada en el hombro (derecho). Quizás a los asilvestrados y prejuiciosos les haría bien salir un poquito de los chaleres y acercarse a hablar con empresarios, intermediarios y profesionales para testar la salud de un sector que sólo en Andalucía genera 800 millones de euros. Traduzcan esto en puestos de trabajo en el mundo rural. Ese mundo rural, ay, al que tantas veces se agarró el PSOE de Andalucía para seguir en San Telmo.
El paseo, que en eso consiste estas líneas, nos lleva pues hasta el Palacio de Exposiciones y Congresos que está en Córdoba Sur, que como todo el mundo sabe y Rancio así lo pregona, es Sevilla Este. Ese martes de la inauguración era el día que, en lugar de caballos, en Sevilla, en Andalucía y en toda España no se hablaba de equinos sino de reptiles, del «fondo de reptiles», ya sabe, la manera en que Francisco Javier Guerrero, ex director General de Trabajo de la Junta de Andalucía, bautizó en su declaración ante la Policía en diciembre de 2010 el fondo que manejó de manera discrecional para comprar voluntades y desactivar conflictos sociales durante los largos años del socialismo andaluz.
Mientras asistía al espectáculo inaugural del Sicab, que protagonizó Álvaro Domecq, fundador y patrono de la Real Escuela Andaluza de Arte Ecuestre, ese señor que a sus 79 años dejó boquiabiertos a amazonas, caballistas y legos en la materia entre vítores de «grande», confieso que tenía la cabeza ocupada en el fallo de la sentencia de la pieza política de los ERE que había sido desvelada por la mañana, sin una sola filtración a la prensa, por cierto. Prueba, una vez más, de que cuando se filtra, como fue el caso de la sentencia del Procés, hay un interés palmario detrás.
Las cabriolas socialistas
Pero volvamos a Andalucía. Mientras contemplaba a Yute y Valioso, los caballos que montó Domecq, haciendo cabriolas, giros y círculos sobre la arena mi cabeza se imaginaba a Susana Díaz y a su fiel clá pronunciando idénticos giros argumentales para no llamar por su nombre a lo que, por todos conocido, se ha dedicado su partido durante demasiados años: es decir, a perpetuarse en el poder gracias a la corrupción. Si se destina dinero público a fines con un interés de parte sin que pasen los controles oportunos y si a ese dinero, además, no tienen acceso quienes no son tus amigos, eso, insisto, sólo tiene un nombre: clientelismo y prevaricación. Y ya pueden venir los popes de la integrité periodística a decirme que no-es-lo-mismo porque ni Chaves ni Griñán se han llevado un duro a sus bolsillos, que yo (Sancho Panza como soy) no me bajo del burro, y que me perdonen los alazanes de pura sangre del Sicab. No hay corrupción buena ni mala. La corrupción siempre es repugnante.
Me temo que hasta que el PSOE andaluz no purgue en su integridad la fiebre de los ERE y elimine por completo cualquier atisbo que se identifique con el virus padecido en el pasado –y esto va por todo lo que hoy significa susanismo (que no quiere decir que deba entrar en su lugar el virus del sanchismo)–, no habrá proyecto que alivie las heridas e ilusione. Tal y como pasó con el Sicab.
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