Andalucía
La unidad y los desheredados
“Cataluña comercia con el resto de regiones españolas –incluida Andalucía– con una intensidad que es 55 veces superior a la que lo hace con cualquier otro país del mundo”
El independentismo catalán ha apoyado una parte esencial de su argumentario en la vampirización económica a la que ha sido sometida por el resto de España. Esta depredación –en última instancia fiscal– habría negado a los catalanes la posibilidad de alcanzar cotas de bienestar superior y –aquí está el vector de la izquierda secesionista– niveles de justicia distributiva mayores. El razonamiento es falso y a pesar de que la batalla política con el secesionismo ya no está en los argumentos sino en las emociones, no se debe ceder en el empeño de desmontar las falacias urdidas por los economistas del conocido Grupo Wilson. Son estos intelectuales los grandes arquitectos de un argumentario torcido que acaba jugando con las expectativas de un mundo mejor para los menos favorecidos a los que promete una Arcadia envuelta en una bandera estelada. Ahora y no sólo en España, los movimientos separatistas han incorporado al listado de su argumentario las ventajas que –en su opinión– el bienestar de sus ciudadanos alcanzaría de obtener la independencia.
Una vez más el catedrático de Economía Clemente Polo, con quien coincido en el Foro de Profesores, pone unas incontrovertibles cifras sobre el tapete. Unas cifras a las que no resiste la arquitectura de la pretendida imagen de una Cataluña esquilmada por el Resto de España (RdE). El superávit en los intercambios de Cataluña con el RdE asciende a 15.698 millones de euros lo que equivale al 6,48% del PIB catalán. Polo señala que esta cifra supera holgadamente el superávit total de Cataluña con el Resto del Mundo (RdM) –13.837 millones– y es 4 veces mayor que el superávit de la balanza de bienes y servicios no turísticos de Cataluña con el RdM (4.035 millones). La situación no es en absoluto coyuntural. Por ejemplo, entre 2000 y 2018, el superávit exterior de Cataluña con el RdE llegó a alcanzar el 12,6% del PIB y el promedio se situó en 7,86 % del PIB. El profesor Clemente Polo señala que a la vista de estas cifras, a nadie le sorprenderá que los dirigentes de la Generalitat eviten aludir a esta circunstancia.
En la misma línea que Clemente Polo, el también catedrático de Economía, Mikel Buesa, ha señalado que Cataluña comercia con el resto de regiones españolas –incluida Andalucía– con una intensidad que es 55 veces superior a la que lo hace con cualquier otro país del mundo bajo el supuesto de igualdad en cuanto al tamaño económico y la distancia geográfica. Esta intensidad, vista ahora en perspectiva internacional, es 52 veces mayor con países de la Unión Europea que con el resto.
Polo señala que Cataluña todavía exportaba más al RdE que al RdM en la primera década del siglo XXI y que aunque esta situación se invirtió en la segunda década del siglo XXI, las exportaciones al RdE suponen todavía 48,28 y 44,04 por ciento de las exportaciones totales en 2011 y 2014. La importancia de las exportaciones de Cataluña al RdE resulta todavía más llamativa cuando se tiene en cuenta que el PIB del RdM es aproximadamente 99 veces el del RdE. En otras palabras, casi el 45% de las exportaciones catalanas tienen como destino el RdE, un territorio que produce el 1,31% del PIB mundial, en tanto que el 55% de las exportaciones van al RdM, un territorio que produce el 98,36% del PIB mundial.
En definitiva no sólo es absolutamente falsa la creencia propagada por el secesionismo de que Cataluña ha sido explotada por el resto de España, sino todo lo contrario, esto es, Cataluña ha registrado importantes y continuados superávits en sus intercambios comerciales con el RdE que han propulsado su economía y han aumentado el bienestar de los catalanes.
* José Manuel Cansino es catedrático de la Universidad de Sevilla y profesor de la Universidad Autónoma de Chile
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