Sociedad
«Cuando era niña me preguntaban cómo me metieron en una probeta»
Louise Brown, la primera bebé nacida por fecundación in vitro en el año 1978, comparte su historia durante una visita a Málaga
A Louise Brown (Reino Unido, 1978) no le contaron de pequeña que a los niños los trae la cigüeña de París ni el cuento de la semillita que papá puso en el cuerpo de mamá para que naciera. En la historia de su alumbramiento, había más personajes: los «médicos Patrick (Steptoe) y Bob (Edwards)», que en 2010 ganaron el Premio Nobel de Medicina, cuando Brown tenía 32 años, por haberla ayudado a nacer. Y es que el 25 de junio de 1978, Louise Brown se convirtió en el primer ser humano nacido por fecundación in vitro, aunque los medios la llamaron entonces «la primera niña probeta», título que la sigue acompañando a sus 41 años.
Fue a los cuatro años, al comenzar la escuela, cuando sus padres, John y Lesley Brown, decidieron contarle que ella había sido engendrada de una forma distinta, ya que su madre tenía obstruidas las trompas de falopio y sus óvulos no podían ser fecundados de forma natural. Incluso le enseñaron el vídeo del parto, que «era bastante chocante para una niña tan pequeña», recuerda durante su visita este jueves a Málaga invitada por la Unidad de Reproducción Centro Gutenberg para participar en un encuentro con motivo de los 30 años del primer bebé probeta de esta clínica. A partir de entonces, prestaba atención cada vez que entrevistaban a sus padres e iba aprendiendo y les preguntaba las dudas que le surgían, que siempre que pudieron le resolvieron con naturalidad.
Louise Brown ya era famosa desde antes de nacer. Nada más venir al mundo tuvo que permanecer 12 días en el hospital de Bristol porque «no era seguro recorrer los 600 kilómetros que lo separaban de mi casa». El hospital llegó a recibir una falsa amenaza de bomba para «tratar de conseguir una foto de mi madre», ya que «los medios intentaban cualquier cosa» para lograr una imagen de la familia. Pese a todo ello, afirma que nunca se sintió un bicho raro durante su infancia y adolescencia ni sufrió ningún tipo de acoso en el colegio. «Cuando era niña igual mis compañeros me preguntaba cómo me metieron en una probeta y yo les decía que en realidad yo no nací en una probeta sino que pusieron el embrión en una placa, entonces preguntaban que por qué me llamaban bebé probeta y yo pensaba que bebé placa no sonaba bien, pero nunca sufrí bullying, siempre eran preguntas que al final acababan como una broma», relata en su primera visita a Andalucía.
Tampoco sintió la sobreprotección de médicos y familiares. Al nacer le hicieron «como unas cien pruebas» y estudios pero luego no tuvo que someterse a ninguna más.
Ya de adulta llevó una vida más o menos alejada de los fotos, salvo entrevistas puntuales como cuando los doctores Steptoe (ginecólogo) y Edwards (fisiólogo) ganaron el Nobel. Fue ella misma madre de dos hijos y trabajó en una empresa de mensajería enviando paquetes a todo el mundo. Pero hace un par de años, al cumplir los 40, pensó que le debía «a Patrick y Robert y también a Jean (Purdy, la enfermera que se convirtió en la primera embrióloga)» que ayudaron a que ella naciera concienciar a la gente de su labor. Y empezó a impartir charlas y conferencias para compartir su historia, e incluso escribió un libro. «Los médicos que ayudaron a que tuviera éxito todo esto y yo pudiera nacer se merecen que se comparta el trabajo que ellos hicieron y que es posible nacer a través de fecundación in vitro. Lo hago en parte por devolverle algo a estas personas que trabajaron tanto y que investigaron tanto para que yo pudiera nacer», admite. Desde su nacimiento, las técnicas de reproducción asistida no han parado de evolucionar. Su propia hermana, Natalie, también nació por fecundación in vitro, como otros diez millones de personas en el mundo. Además, su hermana fue la primera mujer engendrada por esta técnica que dio a luz de forma natural (tiene cinco hijos). Ambas hermanas Brown, por tanto, comparten protagonismo pues en algo han sido pioneras las dos.
También en estos 41 años ha evolucionado la aceptación social a la reproducción asistida y la fecundación in vitro, tratamientos que hoy en día en España incluso financia la sanidad pública (no sin debate político previo ni limitaciones). Si bien no faltan sus detractores, por creencias religiosas o morales, hacia los que Louise Brown se muestra respetuosa porque «todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión». Para ella, «obviamente», la fecundación in vitro «es maravillosa» porque gracias a ella existe, pero dice entender que «haya personas que estén en contra». Y se muestra prudente a la hora de opinar sobre las posibles limitaciones éticas a estos procesos o cuestiones como la selección genética e incluso la clonación porque «yo no soy científica, no tengo ningún derecho a decir lo que la gente debería o no hacer». De hecho, recuerda que cuando nació la famosa oveja Dolly, el primer ser vivo clonado y probablemente el único hito científico en este campo que le robó protagonismo a Louise Brown, le preguntaban mucho su opinión y «siempre he dicho que cada uno debe tener la libertad de hacer lo que quiera».
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