Coronavirus
El policía sevillano que ganó al Covid: “La estupidez humana no tiene límite”
Mario Tinoco regresa a comisaría después de pasar 70 días con el coronavirus
A Mario Tinoco, un policía local de Sevilla adscrito al área de El Cerro del Águila, no se le va a olvidar la crisis del coronavirus, después de sufrirla en sus propias carnes durante 70 días, y ya reincorporado reflexiona sobre los incumplimientos del confinamiento y lamenta que “la estupidez humana no tiene límites”.
Mario volvió ayer a la comisaría desde la que todos los días le asignan el servicio a realizar, y fue sorprendido con un recibimiento muy especial por parte de los mismos compañeros que durante su estancia en el hospital no han cesado de mandarle vídeos de apoyo y ánimo por distintas vías, hasta que finalmente ha podido vestir de nuevo su uniforme.
Su historia arranca a principios de marzo en Huelva, cuando todavía no existían en el calendario popular palabras como "confinamiento" o "estado de alarma", y había decidido pasar un fin de semana familiar en un pueblo de Huelva, desde donde se marcharon a Alicante, a ver a sus cuñados, y fue ya en la comunidad valenciana donde notó que algo no iba bien.
La primera noche “ya tuvo 39 de fiebre, pero fui al centro de salud de la zona, no vieron nada y me mandaron para casa, pero en el camino de vuelta a Sevilla fue cuando me dio fuerte”, señala, aunque admite su obstinación al indicar que estuvo tres días en su casa durmiendo bocabajo, hasta que su mujer le convenció para que fuese al servicio de Urgencias del hospital Virgen del Rocío.
"Cuando llegué a Urgencias no podía estar sentado y para respirar tenía que estar tirado en el suelo, me pusieron un poco de oxígeno que empezó a darme vida y me hicieron una placa que confirmó que sufría pulmonía bilateral con especial daño al pulmón derecho", siendo ingresado inmediatamente en planta, donde estuvo doce días, respondiendo bien al tratamiento y esquivando la UCI solo por segundos, porque incluso le presentaron al personal de esa unidad para que se fuese familiarizando con ellos.
En la habitación, la mitad del tratamiento era médico y la otra mitad de autosugestión, de tener pensamientos positivos "y manejar en todo momento el mantra de que todo iba a salir bien, de que iba a salir de allí, de que quería volver a ver a mi familia y a trabajar", y a los doce días le dieron el alta, pero con condiciones.
Entre esas condiciones, estaba que en su casa tendría que seguir usando una máquina que le aportase oxígeno extra, a la que estuvo "enchufado" catorce días, "hasta que me pude mover un poco", y después de casi dos meses de baja, esta semana ha podido volver a ponerse su uniforme y patrullar de nuevo por las calles de Sevilla.
En ese punto, Mario hace una reflexión, cuando es preguntado si ahora se enfada más cuando ve gente incumpliendo el confinamiento, y recuerda haber leído un mensaje en Facebook que habla de que solo cuando sean familiares o amigos los que mueran por coronavirus se entenderá la magnitud de esta tragedia.
“No deja de sorprenderme la estupidez humana, no tiene límites. Si la gente hubiese pasado lo que he pasado yo, no se habrían tirado a la calle como se han tirado”, lamenta.
En su caso, ya estaba antes mentalizado, pero ahora mucho más, tras caer en la enfermedad parte de su familia, e incluso su tío Antonio, oficial de la Policía Local que lleva 30 años en el cuerpo, estuvo dos semanas confinado en el sótano de su casa porque tuvo síntomas, que se quedaron en un catarro, pero coincidió con el ingreso en el hospital de su sobrino, que ahora no solo puede decir que ha vencido al coronavirus, sino que afronta con más ganas luchar con él con su placa cada día en las calles de Sevilla.
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