Medio Ambiente

«Filomena» no sirve para negar la existencia del cambio climático

Ecologistas y Greenpeace avisan de los «tremendos» efectos que podría tener en Andalucía. Si no se aprovecha la «ventana de oportunidad» de esta década para actuar, luego «será tarde» advierten

Varias personas miran un coche volcado por el temporal en la playa, cubierta de cañas, de Fuengirola
Varias personas miran un coche volcado por el temporal en la playa, cubierta de cañas, de FuengirolaDaniel PérezAgencia EFE

Se ha impuesto la idea de que el cambio climático está asociado a olas de calor y ahora que «Filomena» ha pulverizado récords de bajas temperaturas y ha dejado las mayores nevadas registradas en el país en el último medio siglo, hay quienes cuestionan de nuevo su existencia.Daniel López, responsable del área de Residuos, Energía y Cambio Climático de Ecologistas en Acción Andalucía, confirma a LA RAZÓN que, a menudo, «se confunden tiempo y clima» y «una cosa es el tiempo meteorológico y otra el clima». Asegura que una de las consecuencias del cambio climático es «la intensificación y la mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos, que pueden ser tanto bajadas de temperaturas, como el que sean anormalmente tórridas por encima de lo que es normal». Una de las causas de esa nueva realidad hay que buscarla, según explica, en que «se ha roto el equilibrio climático que había con el vórtice polar y la oleada de vientos fríos procedentes del Polo Norte, unidos a borrascas como ‘Filomena’, provocan la aparición de temperaturas bajísimas y de lluvias o nevadas copiosas». O, dicho de otro modo, «el frente frío» que antes se asociaba a «regiones de círculos polares» en exclusiva, afecta ya a «zonas europeas», por ejemplo.

No será de golpe, pero las previsiones indican que «se pondrían superar los tres grados o incluso llegar a cuatro o hasta seis», si no se actúa, advierte el responsable del programa de Emergencia Climática en Greenpeace, José Luis García. «Un grado y medio», enlaza, «ya supondría que muchos ecosistemas desaparecerían». Si la consigna es no hacer nada, habrá «más fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, sequías, tormentas, inundaciones y también ocasionalmente olas de frío, que tienden a ser menos frecuentes, pero que cuando sucedan, podrían ser cada vez más intensos», avisa.

En Andalucía existe una Red de Observatorios de Cambio Global en la que se recaban datos suficientes para monitorizar a corto, medio y largo plazo los efectos que podría tener en el mapa autonómico. Hay cuatro grandes puntos de referencia: Sierra Nevada, Doñana, Almería y un cuarto centrado en el Estrecho.

García señala que «lo más preocupante» para la región sería «el aumento de las olas de calor» que podrían provocar que «todo el interior» de la comunidad se volviera «inhabitable «durante «un periodo largo del año, el verano», lo que tendría «consecuencias tremendas» sobre actividades económicas esenciales para el territorio «como el turismo». Otro de los peligros que entrañaría no frenar el cambio climático sería «la escasez de agua derivada de la sequía», con posibles «efectos determinantes sobre el sector agrícola» y otro «gran impacto tendría que ver con la subida del nivel del mar» que se notaría en «zonas costeras y espacios como Doñana», desgrana. Y aún hay más. «Habría inundaciones y DANA –depresión atmosférica aislada en niveles altos que se produce por el choque de una masa de aire frío con el caliente de la superficie– cada vez más fuertes y devastadoras» y que, parecen «cebarse» con áreas como Málaga. Sus consecuencias son difíciles de reparar, máxime si «arreglas las de una y viene la siguiente», con lo que «se vuelve al mismo punto en el que estabas», resumen García. En la misma línea, López aboga por atacar un problema que comienza a ser urgente. De no hacerse, en Andalucía, de acuerdo a los estudios realizados, el clima se volverá «mucho más seco» y las precipitaciones «van a ser mucho más escasas e irregulares». «Posiblemente –encadena–, además de que el cómputo global sea menor, habrá grandes avenidas y precipitaciones y el efecto desastroso será mucho mayor». No quiere ser «catastrofista», pero insiste en que, «de no mediar acciones muy contundentes de reducción de emisiones drásticas, que hasta ahora no están ni se las esperan» lo que está por venir, «será muy negativo». «En esta década, hasta 2030, tendremos una ventana de oportunidad para actuar, luego será tarde y la situación será irreversible e incontrolable», considera rotundo. Recuerda que la Unión Europea ha planteado «un compromiso de reducción del 55 por ciento, el Parlamento europeo del 60 y los científicos de la necesidad de un 65 por ciento». En ese sentido, señala que «el Plan Andaluz por el Clima es poco ambicioso y se queda cojo al dejar fuera la mitad de las emisiones», remata.