"Las crónicas del salitre"
¡Música maestro!
“Zapata es de Graná y del mundo. Es un tipo diplomático y cristalino”
Su primer libro está en la calle, fruto del enclaustramiento pandémico y su inmortal amor por la música. Se me van corriendo a comprarlo que lo publica Planeta. Se llama «Música para la vida-From Bach to Radiohead», lo prologa el gran Roberto Leal, el tío más natural que sale por la tele hoy día, y su autor es José Manuel Zapata, más conocido a la hora de comer como Zapata Tenor. Como su propio nombre artístico indica, tiene mucho que ver con la cosa del «Bel Canto».
Confieso que siento verdadera pasión por él, y más de una vez he presumido de ser su amigo. La pandemia lo cabreó y preocupó como a todo bicho viviente, pero su coco loco no paró en ningún momento. Hace unos años que nos presentó otro que tal baila, nuestro querido e idolatrado Juan Ramón Lucas, quién nos juntó en Onda Cero. Lucas es otro alto nombre de quien también me considero «pana», lo cual es todo un acto de generosidad por su parte, al soportar a un mal bicho como yo, «juntaletras» y firmante de esta parida. Volviendo al prota de esta historia. Zapata es de Graná y del mundo. Es un tipo diplomático y cristalino, dueño de una elegancia supina hasta para mandar al carajo a alguien y encima quedar bien con el resto; a veces incluso con el inculto en cuestión, quien desconoce como su madre ha sido mentada ante sus narices y no lo pilla hasta que está lejos, han pasado dos horas, que es cuando se cabrea como una mona, ya sin poder hacer nada.
Pero Zapata Tenor no va haciendo enemigos, todo lo contrario. Además de muy apasionado y despierto, los ojos, la cara, su cuerpo todo, disfrutan como un chiquillo con un Scalextric nuevo (ya tenemos una edad), cuando habla de los musiqueras más clásicos y también de artistas contemporáneos surgidos en las lides del Rock y el Pop. José Manuel goza de un don que posibilita la transmisión de su pasión por la música buena, buena de verdad, a la velocidad de la luz… y es más listo que el hambre, cuando en uno de sus espectáculos le dio la vuelta a las cosas, haciendo que los teléfonos de algunos miembros de la orquesta que le acompañaban sonasen sin ton ni son en plena actuación e incluso alguno respondiera. «¿A que jode?», le espeto al público. «Pues ya sabéis lo que no se debe hacer». Le aplaudieron y eso es de tener arte suficiente como para alicatar dos cuartos de baño en un suspiro.
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