Magasé Art Gallery inaugura la exposición “Santo Acostumbrismo”, una representación vanguardista de la pasión de Sevilla por su Semana Santa y su patrimonio . Una visión donde los encuadres, el detalle y la esencia del sentimiento cofrade, se exponen desde una perspectiva que va más allá de la tradicional mirada popular.
Exposición "Santo Acostumbrismo" la razon La Razón La exposición colectiva reúne la visión fresca y diversa de 12 artistas vanguardistas andaluces que, como bien escribe el historiador del arte Manuel Jesús Roldán, en su texto “Santo Acostumbrismo ”, “representan la procesión, que va por fuera y por dentro, por el corazón y la razón, por la creencia y la distancia, por la recreación en el detalle y la síntesis en el trazo, por la individualidad en el dibujo o la democratización pop del arte”.
Las obras seleccionadas de los artistas Manuel León, Miguel Gómez Losada, Javier Parrilla, Daniel Franca , Martín Lagares , Paco Broca, Ana Langeheldt , Patricio Hidalgo , Jorge Gallego, Ángel Alén, Manolo Cuervo y Chema Rodríguez, se exhibirán en la sede de Magasé Art Gallery, ubicada en la calle Cardenal Spínola, 12, del 19 de marzo al 23 de abril .
Inauguración de la exposición "Santo Acostumbrismo" en Magasé Art gallery Kiko Hurtado Kiko Hurtado Inauguración de la exposición "Santo Acostumbrismo" en Magasé Art gallery Kiko Hur Kiko Hurtado Inauguración de la exposición "Santo Acostumbrismo" en Magasé Art gallery Kiko Hurtado Kiko Hurtado El horario de apertura de la galería de arte es miércoles y jueves, de 17.30 a 20.30 h.; viernes, de 11.30 a 14 h. y de 17.30 h. a 20.30 h.; sábados, de 11.30 a 14.30 h. y de 17.30 a 20.30 h.; y domingos, de 11.30 a 15 h.
“Santo Acostumbrismo”
La Semana Santa no es una costumbre . No se hace por repetición mimética de ritos aprendidos con más o menos desgana. La Semana Santa no es superficie, ni carcasa, ni fotografía vacía de antepasados anacrónicos. La Semana Santa está en la calle, en las plazas y en los rincones de la ciudad. Y en los interiores, de las iglesias y de las telitas del corazón, parece hablar Sancho Panza, de cada sevillano. La Semana Santa sevillana está escrita en el ADN de sus vecinos , sean oriundos o sevillanos nacidos donde les dio la gana. Porque es sentimiento. Es sinrazón. Es atemporal. Impregna y empapa la epidermis, la dermis y hasta el intestino grueso y el delgado. Late con el corazón, deambula por los pliegues del encéfalo y chorrea por los poros. Y no hay quien se escape de ella. Provoca, emoción y hasta rechazo, pero no deja indiferente. El artista creerá, dudará y hasta negará, pero no puede quedar al margen de la semana que sintetiza años y ciclos. El mismo ciclo de la vida.
Representar la Semana Santa va más allá de lo pictórico . Y mucho más allá de lo pintoresco. Aquellos que se quedan en la simple representación de detalles, de gestos superficiales, de imágenes de postal, de sensiblerías que no son sinónimo de sensibilidad, de encuadres que eliminan realidades o de una infancia, que es una inmadurez, son los abanderados del nuevo costumbrismo. Pero Sevilla es mucho más. La creación también.
Urge disolver tanto buenismo en la representación cofrade, tanto almibaramiento edulcorado, tanto horror vacui disfrazado de neobarroco, tanta rocalla vertiendo incienso sobre conceptos que son más puros y profundos. Sevilla no cabe en esos carteles. Sevilla no cabe en tanto círculo cerrado de los que se definen como abanderados de las esencias. La ciudad y su Semana Santa pueden ser cualquier cosa menos la vulgaridad a la que algunos pretenden reducirla . Por eso urgen nuevas miradas, la de autores que, lo quieran o no, comulguen o no comulguen, nunca lo hagan con ruedas de molino. Que los molinos en la ciudad tienen hueco en los zócalos de las casas y la Giganta es veleta, va y viene, que está subida encima de una torre que es musulmana y cristiana, almohade y renacentista, de ladrillo y piedra, de bronce y de azulejo, clásica y ecléctica, de ayer y de mañana. Siempre ecuménica. Porque en Sevilla, en su Arte y en su Semana Santa, cabemos todos.
En el Barroco cabe el Renacimiento y en el terciopelo, la plata; y en la madera, el pan de oro. ¿Habrá algo más ecuménico que el público que ve pasar un paso de palio? ¿Habrá un icono más Pop que el rostro de la Macarena? ¿Habrá algo más dadá que un collage con fotos de Serrano? ¿Habrá mayor suprematismo que la cruz de guía del Calvario? ¿Habrá obra más fauvista que una candelería encendida? ¿Habrá mayor diagonal manierista que el cuerpo que expira crucificado en el Museo? ¿Habrá otra vanitas barroca como la muerte que superó a la muerte? ¿Habrá mejor ejercicio impresionista que el tiempo que transcurre entre la salida y la entrada del Dulce Nombre? ¿Habrá mejor action painting abstracto que el suelo de Sierpes manchado con la cera de una semana que es una vida? ¿Habrá mejor cuadratura del círculo que la perfección de Pasión asentada sobre un pie inestable que pudo pintar Caravaggio? ¿Habrá mejor cubismo sintético que un palio que se aleja en unos ojos llenos de lágrimas? ¿Habrá cubismo más sintético que un mostrador de bar lleno de estampas devocionales? ¿Habrá mejor minimalismo que el toque sobre el canasto del diputado de tramo, mayor surrealismo que unos romanos con medias rosas, mayor performance que una ciudad volcada en un reguero de devociones, de emociones y de pasiones?
Este universo de sensaciones merece la más variada de las miradas. La de cada momento, la mirada actual que siempre fue vanguardia porque era símbolo de vida y no de anquilosamiento. Vanguardia fue el palio de Montesión y el Nazareno de Pasión, la zancada del Gran Poder y las contracurvas de la canastilla de su paso, el movimiento del Cristo descendido de la Quinta Angustia y la belleza idealizada de las Vírgenes románticas, la hojarasca bordada decimonónica y el rojo y el verde del palio de la Macarena. Y Juan Manuel. Y Castillo. Y Núñez de Herrera. Y Chaves Nogales. Y Martínez de León. Y Picabia. Y Oliverio Girondo. Y los que crearon capa donde había cola y los que dieron color donde predominaba el negro y los que tocaron el platillo donde había silencios. La ciudad se ha reinventado a través de los siglos. Su Semana Santa ha sido la mejor de las vanguardias: mirando al pasado ha creado el mejor futuro. Por eso vive, rompiendo cualquier explicación monolítica del más incomprensible de los fenómenos. Por eso, todo es mucho más que una costumbre muerte. Es un acostumbrismo vivo.
Los autores reunidos en esta exposición son una muestra de la ciudad inclasificable. O sea, de la ciudad. Representan la procesión que va por fuera y por dentro, por el corazón y por la razón, por la creencia y por la distancia, por la recreación en el detalle y por la síntesis en el trazo, por la individualidad en el dibujo o por la democratización pop del arte. Manuel León. Miguel Gómez Losada. Javier Parrilla. Daniel Franca. Martín Lagares. Paco Broca. Ana Landcheldt. Patricio Hidalgo. Jorge Gallego. Angel Alen. Manolo Cuervo. Chema Rodríguez. Alineación de un equipo artístico de la mirada diversa. Alineación que no alienación en rígidos encorsetamientos. Un grupo que no es grupo, como la ciudad no es una colectividad sino un inmenso agrupamiento de individualidades particulares. Son ejemplo de una mirada fresca y diversa. Viva. Fuera de las rigideces costumbristas. Por costumbre, los hombres duermen, trabajan, descansan, cumplen, ven pasar la vida. Por la negación de la costumbre, se vive. El arte es la vida. La mirada libre también. Como la Semana Santa.
Manuel Jesús Roldán