Opinión

El Séneca motero

Las vivencias de este cordobés son saetas de sentencia, cargadas de las puñeteras verdades de la existencia

Las Harley Davidson son la pasión de Mateo Barrios, el "Séneca motero"
Las Harley Davidson son la pasión de Mateo Barrios, el "Séneca motero"PHILIPPE WOJAZERREUTERS

El cordobés Mateo Barrios vende motos, «y contri más, mejor». Este es su «hobby-trabajo», porque el verdadero currelo de Mateo es algo muy serio y no admite bromas… en la Norteamérica de Biden sería el equivalente a un agente estatal del fisco. Pero dejemos las palabrotas para otro momento. Barrios lleva colaborando conmigo en la radio desde hace más de 10 años. Habla de motos, su más genuina pasión que desarrolla en la Box 77 de la capital cordobesa, pero cuando saca la vena más puñetera y gamberra es en su otra sección radiofónica: «Economía de Barrios». En ella le pega a diestro y siniestro. Considera justo y esencial pagar impuestos, pero se despacha a gusto con quienes no saben administrarlos o, peor aún, lo hacen como el culo porque se piensan dueños de esos dineros, que –conviene recordar– son de todos. Este «Séneca» de chupa de cuero y Harley, se rila en la madre que parió a los chorizos del sistema, o de los que se aprovechan para pegar un inmerecido pelotazo, criticas no sólo dirigidas a políticos y sus penosos aprendices; es un genuino catalogador de picarescas modernas, de bajezas humanas, que haberlas hay a punta de pala. Ojo, que Mateo no es santo, y sabe mucho de las cosas chungas porque hay que convivir con ellas, las vive a diario… «No te olvides que soy pecador pero no gilipollas».

Aunque le gusta un cubata y el tabaco más que a un toro una luna llena en el campo, no dudó en apuntarse a los Sin Riders, una campaña que las compañías cerveceras iniciaron hace algunos veranos, con la que recorren España para recomendar beber «el zumo de cebada» sin alcohol cuando se conduce una moto o cualquier vehículo. Este devorador y experto en concentraciones moteras, apuesta públicamente por el turismo sobre dos ruedas, las carreteras secundarias, y si hace falta comer y beberse el manso cuando se llega al destino, siempre y cuando la moto quedé debidamente aparcada hasta la mañana siguiente.

Las vivencias de este cordobés, tanto en lo económico como en lo motero son saetas de sentencia, cargadas de las puñeteras verdades de la existencia, sin trampa ni cartón, con toda profundidad de la socarronería del sur. Es como cuando se aplica a la conducción de una famosa moto: «Las Harley Davidson no pierden aceite, marcan el territorio, o con todo orgullo la lleva el cantante de Village People».