El bloc
Secuestradoras
Una madre separada de Mairena del Aljarafe se ha llevado a sus dos hijos para no vacunarlos contra la Covid-19
El estrambote al año de la granadina Juana Rivas lo ha puesto una émula sevillana que ha añadido el agravante del negacionismo a la sustracción de menores. Aún coleaba el indulto a esa pobre desquiciada, a quien el apoyo envenenado de la grey política ha hecho perder del todo la chaveta, cuando una madre separada de Mairena del Aljarafe se ha llevado a sus dos hijos, a los que mantiene en paradero desconocido y sin escolarizar, para no atender el mandato judicial que la conminaba a administrarles el pinchazo de la Covid-19: «Si el padre firma ante notario que no los vacuna, mañana tiene a los niños», chantajeaba en directo por televisión Borja Gómez, abogado de la doña que arrastrará, como hizo aquella sádica Paqui de Maracena, a su clienta por un tobogán de delitos hasta el pantano de la prisión.
Al menos, guardan las instituciones un prudente silencio y no se han embarcado los electos, como hicieron en su momento Mariano Rajoy, Susana Díaz y todos de ahí para abajo, en apologías y complicidades del secuestro: «Juana está en mi casa», hacían eco como papagayos al recital de estupidez satisfecha que daba el pueblo en televisión. Quizá hayamos aprendido algo: la maldad no es atribuible exclusivamente a un sexo, como nos recordó cruelmente el asesinato de dos críos de 5 y 10 años por su madre en El Alquián (Almería) a mediados del pasado noviembre. Ningún experto, vaya por Dios, ha perorado durante estas semanas sobre la violencia vicaria de la criminal sobre su exmarido y padre destrozado de las criaturas. Se celebrarán elecciones autonómicas en el año entrante y crecerá un partido antipático por muchas cosas, pero claro en su defensa de la no discriminación por razón de género. Y todavía nos preguntaremos que cómo son posibles semejantes resultados.
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