Cultura
Santa Teresa, la sombra que Brenan veía en las mujeres, también en Gamel
Pranger ha buceado en el legado del hispanista británico para publicar una selección de cartas inéditas con su esposa Gamel Woolsey en “Epistolario íntimo”
Casi todas las mujeres que se cruzaron en la vida de Gerald Brenan fueron para el hispanista británico, de una manera u otra, una proyección de la figura de Santa Teresa de Jesús, algo de lo que no escapó ni siquiera su esposa, Gamel Woolsey.
“Brenan siempre tenía una tendencia a proyectar sus lecturas en la gente que iba conociendo y, en el caso de las mujeres, casi todas sufrieron una proyección de Santa Teresa de Jesús, especialmente de la lectura de sus cartas, que él consideraba un estudio psicológico de primer nivel”, afirma en una entrevista con EFE Carlos G. Pranger, investigador de la obra del hispanista, a quien considera su “abuelo”.
Mientras que Dora Carrington fue para él “una Santa Teresa extrema”, en Gamel “veía algunas cualidades en relación con la sensibilidad y la manera de afrontar la vida y el mundo”, y Brenan “se sentía como una especie de San Juan de la Cruz esperando que su diosa, entre comillas, le hiciera caso”.
Pranger ha buceado en el legado de Brenan que atesora para publicar una selección de cartas inéditas entre Brenan y Woolsey en “Epistolario íntimo”, coeditado por Jákara Editores y la Casa Gerald Brenan de Málaga, que acogerá la presentación de los tres cuadernos de la obra el próximo 27 de octubre.
En esas misivas del tortuoso inicio de su relación se aprecian “ciertas diferencias de actitud, con un Gerald más efusivo, directo y entusiasta, y una Gamel más comedida y menos expresiva”.
Ello se debe a “causas básicamente personales”, porque “Gamel acababa de tener un matrimonio fracasado en EEUU y se había embarcado en una relación a tres bandas que le generaba mucho estrés emocional”, y Gerald, que venía de su episodio fallido con Dora Carrington, “estaba un poco más recompuesto y buscaba una relación más seria”.
“Brenan se lo tuvo que currar, y tuvo que picar piedra para conseguir el corazón de Gamel. Se dice que fue un matrimonio por interés, pero una unión de cuarenta años no puede ser de conveniencia, y queda claro con este epistolario”, resalta Pranger.
Su búsqueda en los archivos tuvo una emotiva sorpresa, cuando apareció entre las cartas un pequeño sobre en el que Brenan había manuscrito “Gamel’s hair. 1930-1932″ y que, efectivamente, contenía un mechón de pelo de ella, junto a un poema que dedicó a quien sería su marido, que Pranger sostiene en sus manos mientras relata el hallazgo.
Tan aficionado a los místicos españoles, Brenan llega a hablar de “martirio” por la incertidumbre en la que le sumía Gamel, a la que definió así el amor que sentía: “Es una conversión religiosa, y tú eres la santa que adoro, por la que pongo en tela de juicio todas mis opiniones y reflexiones...”
Tras las dudas de ella, llega “un momento en que las defensas caen y Brenan, entre comillas, gana, pero le costó mucho trabajo”.
“Gamel no era una persona precisamente sencilla. Llevaba tras de sí un montón de vivencias y de mala suerte, la muerte prematura de su padre, la vida bohemia en Nueva York, su primer matrimonio, cuatro abortos y los rechazos editoriales. Era una persona de una gran complejidad y acceder a ella no debió de ser sencillo”.
Pranger rememora una imagen de su infancia, cuando vivía en la casa de Brenan en Alhaurín el Grande - porque su madre, Linda Nicholson, era la secretaria del hispanista-, y veía a este escribir “con su gorro de lana y su manta junto a la chimenea”.
“Entonces yo pensaba que estaba escribiendo un libro, pero seguramente sería alguna carta, contando alguna cosa o algún chismorreo, que le gustaban mucho”, y es que se estima que Brenan escribió unos tres millones de palabras en sus cartas, lo que cuadruplica su producción de libros.
También recuerda Pranger que su madre le contaba que, cuando conoció al matrimonio Brenan-Woolsey, “la que realmente le cayó bien al principio fue Gamel, y con ella sintió mucha más afinidad, aunque la vida le llevaría después al lado de Gerald”.
Pranger ha traducido estas cartas inéditas, acompañadas en esta obra de la reproducción facsimilar de los manuscritos, y apunta que con la letra de Brenan está “más familiarizado”, pero transcribir la de Woolsey le ha costado “sangre, sudor y lágrimas”.
“Ella tiene una caligrafía mucho más compleja y característica, y sería interesante que un calígrafo hiciera un peritaje para cotejar su perfil”.
Carlos G. Pranger -la “G” es de Gerald- agradece a la Casa Gerald Brenan, dirigida por Alfredo Taján, su sensibilidad al apoyar la publicación de este epistolario inédito compuesto por tres volúmenes, el primero con cartas de Gerald a Gamel, el segundo con las que ella le escribió a él y el tercero, con la carta que Brenan envió a José Manuel Cabra de Luna.
En esa misiva, el hispanista acusa recibo del poemario de Cabra de Luna “De los que frecuentan las alturas” y pone de manifiesto el vínculo de ambos con San Juan de la Cruz.
“Brenan era una persona incapaz de estarse quieta, en constante movimiento, tanto físico como intelectual, y la escritura era un modo de intentar organizar el pensamiento y de encontrar respuestas a cómo se sentía en ese momento. Cuando llega un flechazo como el que le causó Gamel había que plasmarlo, y así mataba dos pájaros de un tiro”, afirma Pranger.
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