Tribuna
Electrocución del regadío
El presidente de Feragua critica la inacción del Gobierno para ayudar a los regantes a hacer frente a las subidas en las facturas de electricidad
Entre 2020 y 2022, la factura que han pasado las comercializadoras a las comunidades de regantes andaluzas se ha incrementado entre un 400 y un 490%, es decir, entre cinco y seis veces más de lo que pagaban hace sólo dos años, tiempo durante el cual han estado sometidas además a restricciones de agua superiores al 50% que han mermado su rentabilidad dramáticamente. Para comprender la dimensión de la catástrofe que supone esta subida de la factura eléctrica para el regadío, basta aportar el siguiente el dato: la ayuda PAC que reciben nuestras explotaciones agrícolas ya es inferior a la propia factura eléctrica. Lo que Europa nos entrega, se lo llevan las eléctricas.
¿Qué ha hecho el Gobierno por paliar esta situación? La respuesta es simple: quedarse de brazos cruzados. Desde la ley de sequía de 2018, la posibilidad de cambiar de potencia dos veces al año está aprobada no ya en una ley sino hasta en tres leyes diferentes. Sin embargo, los regantes no se han podido beneficiar de esa medida, porque el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO) nunca la ha puesto en marcha. Ahora sabemos que no tiene intención de hacerlo, pues el propio ministro de Agricultura, Luis Planas, ha reconocido sin mayor empacho que no es intención del Gobierno ejecutar lo que el Parlamento ha aprobado.
Tampoco ha hecho nada el Gobierno por igualar el IVA de la factura eléctrica que soportan los regantes españoles al nivel del de sus homólogos europeos. En Francia, el IVA que pagan los regantes es del 5,5%; en Portugal, del 6%; en Grecia, del 6%; y en Italia, del 10%... En España, los regantes pagan el 21%. Únicamente, los suministros menores de 10 KW de potencia si tiene aprobados un IVA reducido del 10%, pero el 99 % de los suministros del regadío son mayores a 10KW.
En estas circunstancias, al regadío sólo le queda el salvavidas de las energías renovables y la autoproducción para autoconsumo. Pero el desarrollo de plantas solares lleva tiempo y necesita de una inversión para la que no siempre es fácil encontrar buenas condiciones de financiación. Si a eso le sumamos, que las instalaciones conectadas a la red –que son las más interesantes para las comunidades de regantes, pues son las que les permitirían vender energía en épocas de baja demanda y amortizar así más rápido el coste de la inversión- están encontrando todo tipo de dificultades para obtener los permisos y autorizaciones pertinentes por parte de las compañías distribuidoras y de Red Eléctrica, el panorama que tenemos no es precisamente el más alentador y apunta a una verdadera electrocución del futuro del regadío. Apelamos a la cordura de los que nos gobiernan, para que se tomen medidas sensatas y razonables a tiempo que eviten el colapso del regadío.
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