Entrevista

Antonio Fuentes: "Quien tiene privilegios sigue sin querer perderlos"

Con su nueva novela, «La Huella Borrada», rescata la figura del último alcalde republicano de Sevilla. Una ficción basada en hechos reales.

El escritor y periodista Antonio Fuentes
El escritor y periodista Antonio Fuentes La Razón

El periodista Antonio Fuentes se mete de lleno en la Sevilla de la Segunda República, que pasó de ser “Moscú” a liderar el Movimiento Nacional. En su novela “La Huella Borrada” rescata del olvido la vida de Horacio Hermoso Araujo, el último alcalde republicano de la ciudad.

Tengo la sensación de que la literatura pasa de puntillas por la II República y la Guerra Civil, comparada con la Alemania Nazi pierde por goleada.

Pese al esfuerzo de los historiadores, se conoce muy poco, y la literatura contribuye a ese conocimiento. La educación y las artes son las herramientas de las que disponemos para conocer nuestra historia. Alemania erradicó el nazismo, pero es inexplicable lo que sucede en España.

¿Hay una especie de ‘amnesia’, como un miedo permanente?

El historiador Enzo Traverso piensa que el olvido no es lo contrario de la memoria, sino una dimensión suya, parte de su proceso de construcción. En la Transición española se recurrió al olvido para evitar otra guerra civil, lo cual es comprensible, pero ese olvido no puede ser permanente. El pasado regresa, y debemos afrontarlo con responsabilidad y honestidad.

Saca de la ‘desmemoria histórica’ al último alcalde republicano de Sevilla. ¿Con qué propósito?

Por contribuir a ese conocimiento y por justicia. Alguna lección aprenderemos al conocer a unas personas que fueron asesinadas, criminalizadas, desterradas, expoliadas, invisibilizadas y arrojadas a cunetas y fosas comunes, donde permanecen.

“En democracia, debemos conocer la historia para evitar otra dictadura”, dice. ¿Cuál es la lección?

Creo que el conocimiento de la parte silenciada dignifica a los asesinados, además de que sutura relatos personales y colectivos. Y, sobre todo, construye el pasado y aporta una nueva versión al presente, completa la ‘totalidad histórica’. Las democracias serán imperfectas pero, como dijo Ida Vitale, una dictadura frena la vida del ser humano en cualquier lugar. Mejor nos vendría afianzarla.

Sin hacer spóiler, Horacio fue arrestado a la misma hora que Queipo de Llano se disponía a tomar Sevilla.

Horacio pudo huir, pero decidió cumplir con la responsabilidad de celebrar un pleno en la mañana del 18 de julio. Luego, se quedó a preparar la velada del barrio de Triana y le sorprendieron los tiros en el Ayuntamiento, mientras Queipo permanecía oculto en un cuarto en Capitanía. El contraste ejemplifica la altura moral de ambos.

A veces, leyendo, parece que estaba viendo un telediario del siglo XXI. Amnistía, el problema catalán, Companys (hoy Puigdemont)…

Hay paralelismos también en el papel de la mujer, la legislación laboral, la cuestión agraria, la relación entre Estado e Iglesia… El golpe militar, financiado por las élites económicas y respaldado por la Iglesia, fue un intento de disciplinar a esos que pensaban en una sociedad distinta a la que teníamos desde el medievo. Somos otra sociedad, pero quien tiene privilegios sigue sin querer perderlos.

Al final se llevaron el gato al agua los nobles, militares y latifundistas.

Los militares fueron el instrumento. Lo demás, como en todas las guerras, consistió en poder y dinero.

En el frente (popular) los anarquistas tampoco ayudaron mucho, parece.

Para los republicanos eran el cáncer a extirpar. Horacio, en la línea de los burgueses republicanos, decía que prefería una dictadura de bota de montar a una de alpargata.

Al final lo de siempre en una guerra, pierde el pueblo.

La guerra sirvió para que las élites mantuvieran sus privilegios, a costa de miles de asesinados, desaparecidos y exiliados.

“La Huella borrada” cuenta también la idiosincrasia de una ciudad, Sevilla, con sus tradiciones, como la Semana Santa, la Feria de abril, el Rocío...

Durante el periodo que aún llaman Primavera Trágica se celebraron todos los eventos importantes. Esta normalidad desmitifica la versión franquista sobre la necesidad de actuar ante la quiebra de la convivencia achacada al Frente Popular.

Cuenta que en los establecimientos convivían retratos de Lenin y Stalin con el Gran Poder o la Macarena.

En medio de un conflicto mundial entre el comunismo y el fascismo, con el nazismo en liza, en Sevilla había comunistas que sacaban pasos y masones hermanos mayores. Eran sevillanos por encima de todo, amantes de sus tradiciones y, como a Horacio Hermoso, los declararon indignos de figurar en la historia. Esta novela los rescata.