Entrevista

Brecha de género en la ciencia: «Llegaba a tener vergüenza de decir que estaba estudiando química»

Dos científicas andaluzas de dos generaciones diferentes ponen de relieve la «ausencia de referentes femeninos» en la ciencia, la baja vocación en niñas, la brecha de género o la falta de políticas de conciliación laboral

A la derecha, Elena Ceballos, doctora en Ciencias y Tecnologías Físicas por la US, durante una expedición oceanográfica. Victoria López, catedrática de Química Inorgánica y Vicerrectora en la UJA
A la derecha, Elena Ceballos, doctora en Ciencias y Tecnologías Físicas por la US, durante una expedición oceanográfica. Victoria López, catedrática de Química Inorgánica y Vicerrectora en la UJALa Razón

La presencia de mujeres en la ciencia ha estado marcada por barreras estructurales, estereotipos de género y falta de referentes femeninos. Según el informe «Científicas en Cifras 2023» del Ministerio de Ciencia e Innovación, la representación femenina en áreas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) es menor que la de los hombres. Las mujeres constituyen solo el 21% en ingenierías de la comunicación, computación y electrónica, y el 28% en Matemáticas y Física. En la misma dirección, el informe «Mujeres en STEM. Desde la educación básica hasta la carrera laboral 2024» elaborado por Esade revela que las tasas de mujeres matriculadas en grados universitarios STEM no llega al 50% en casi ningún caso, y en Matemáticas (36%), Física (27%), Telecomunicaciones (23%), o Informática (13%) son especialmente bajas. Esta disparidad se refleja también en los niveles educativos previos. En el ámbito andaluz, según el último estudio «Principales datos sobre la situación de igualdad de género en Andalucía» de la Junta de Andalucía, durante el curso 2020/2021, el Bachillerato de Ciencias fue elegido por el 46,7% del alumnado masculino, frente al 36,6% del femenino, una situación que contribuye desde etapas tempranas a la subrepresentación femenina en carreras científicas y tecnológicas.

En este contexto, para entender cómo ha evolucionado el papel de la mujer en la ciencia, LA RAZÓN ha hablado con Victoria López Ramón, catedrática de Química Inorgánica y Vicerrectora de Investigación y Transferencia del Conocimiento de la Universidad de Jaén (UJA), y Elena Ceballos, doctora en Ciencias y Tecnologías Físicas por la Universidad de Sevilla (US), cuyo trabajo se centra en comprender el papel del océano en el cambio climático y predecir cómo evolucionará el clima terrestre en las próximas décadas. Sus experiencias muestran un contraste generacional, pero también evidencian que ciertos desafíos persisten.

Ambas coinciden en que sus vocaciones científicas nacieron a edades tempranas. «Siempre tuve claro, aún sin yo saberlo, que quería dedicarme a algo relacionado con números o en buscar explicaciones», detalla Ceballos, que recuerda que lo que realmente le inspiró fue una profesora Física en Bachillerato y, después, su supervisora de tesis. Su caso refleja la importancia de los referentes femeninos en el desarrollo de vocaciones STEM, una idea que también comparte López, quien ha tenido entre otros referentes femeninos a la científica polaca Marie Curie, en una primera etapa, y a la bioquímica española Margarita Salas, a lo largo de su carrera.

Sin embargo, mientras que López creció en unaépoca en la que estudiar una carrera científica siendo mujer generaba resistencia social, la situación de Ceballos, que comenzó la licenciatura en 2006, ha sido diferente, aunque no exenta de desafíos. «Cuando estudié la carrera la mayoría de mis compañeros eran hombres, había muy pocas mujeres y prácticamente ninguna profesora. A veces me sentía fuera de lugar», señala. Una situación similar vivió la vicerrectora jienense, que asegura que, aunque contó con el apoyo de su familia, «no fue fácil» e incluso «llegaba a tener vergüenza de decir que estaba estudiando química», lamenta. En los últimos seis años, según el informe «Mujeres en el Sistema Andaluz del Conocimiento 2025» de la Junta de Andalucía, la presencia de mujeres en el mundo STEM ha aumentado un 30%, aunque el 60% del personal investigador son hombres.

«Cuando estudié había muy pocas mujeres y prácticamente ninguna profesora. A veces me sentía fuera de lugar»

Elena Ceballos

Más obstáculos

El mayor obstáculo que ambas han identificado en sus trayectorias es la inestabilidad laboral. Destacan el problema de financiación y las largas estancias de investigación en el extranjero, aunque insisten en que esta situación de precariedad es igual para ambos géneros. No obstante, es una dificultad más que se suma a las que sí tienen que ver con la desigualdad.

La científica de la US también señala como obstáculos «la falta de referentes femeninos durante la carrera» e incide en la gran cantidad de «mujeres científicas que no conocemos porque están completamente olvidadas e invisibilizadas». Además, hace hincapié en que «cuanto más alta es la jerarquía académica, menos mujeres hay». Ceballos tiene claro que «en el ámbito científico tecnológico hay muy pocas catedráticas y mujeres en puestos de liderazgo y toma de decisiones». Los datos le dan la razón: solo uno de cada cuatro rectores en España es una mujer. En 2024, de 91 rectores, solo 23 eran mujeres. En Andalucía, María Antonia Peña Guerrero, de la Universidad de Huelva, es la única rectora de entre las nueve universidades públicas de la región. Por otro lado, según el último anuario «La universidad española en cifras», de 2008 a 2023, el número de mujeres catedráticas ha aumentado un 126% hasta alcanzar 3.219, pero siguen representando solo el 25% del total. Por su parte, López, que sí ha conseguido romper ese techo de cristal, es hoy vicerrectora de la UJA, pero sabe que no es lo habitual. En referencia la conciliación laboral, explica que «siempre tienes la sensación de que si te estancas, pierdes la oportunidad», algo que, recalca, «les pasa a las mujeres, no a los hombres».

«Cuanto más alta es la jerarquía académica, menos mujeres hay»

Elena Ceballos

Efecto Matilda

A esta desigualdad estructural se suma el «efecto Matilda», en referencia a Matilda Joslyn Gage, la primera mujer científica que denunció en el siglo XIX la invisibilización del trabajo de la mujer en este ámbito. Se trata de un fenómeno que describe cómo las contribuciones de las mujeres en la ciencia han sido históricamente dadas de lado e incluso atribuidas a hombres. Marie Curie fue la primera mujer en recibir un premio Nobel en 1903 (junto a su marido), pero no abrió la veda a otras mujeres. Desde ese momento, solo un 6% de mujeres han recibido este galardón, siendo Paz, Literatura y Medicina las categorías más premiadas. En 2024, ninguna mujer recibió un Nobel. Otro dato, los hombres representan más del 96% de estos premios en Ciencias, relegando a las mujeres a áreas tradicionalmente más feminizadas. En este contexto, Ceballos recuerda que en una expedición oceanográfica no tomaron en serio su opinión hasta que un colega hombre validó lo que ella había afirmado. Al respecto, explica que en algunos contextos observa «paternalismo, que te toman menos en serio y que piensan que la mujer va tener un rol más organizativo en lugar de liderazgo». López también ha notado este sesgo en reuniones científicas y afirma que, «a veces, cuando hablamos o levantamos la mano nos hacen callar antes como si la opinión de las mujeres no pesara tanto como la de los hombres». No obstante, ambas quieren dejar claro que no han experimentado esta sensación en el ámbito académico universitario.

Respecto al salario, «en la universidad, al ser un sistema público, no hay desigualdad», señala la vicerrectora, pero reconoce que «aún existe discriminación en algunos centros privados donde las mujeres investigadoras cobran menos que los hombres».

«En la universidad, al ser un sistema público, no hay desigualdad»

Victoria López

Pese a los desafíos, ambas científicas coinciden en que ha habido avances. «Antes, las restricciones educativas, los estereotipos y la presión social eran mayores. Ahora hay más mujeres en ciencia, aunque aún no en ingeniería», apunta López. La científica de la US, por su parte, ve un cambio generacional «en el que hay más equilibrio en la carga familiar, lo que permite que las mujeres sigan progresando profesionalmente». Asimismo, Ceballos está convencida de que la reducción de la brecha de género en la ciencia «no es solo una cuestión de justicia, sino de calidad científica» porque, según afirma, el talento que se escapa por falta de oportunidad provoca que «se pierdan soluciones para grandes problemas globales».

Asimismo, las dos enfatizan la importancia de visibilizar a las mujeres científicas para inspirar a las nuevas generaciones. «Es clave fomentar vocaciones científicas e incorporar referentes femeninos en los libros de texto, mejorar las políticas de conciliación y eliminar los sesgos de género en la contratación», asegura la joven investigadora. López coincide y menciona el impacto positivo de proyectos que acercan la ciencia a los niños como el «Día de la mujer y la niña en la ciencia» que se celebra cada 11 de febrero o el «Café con Ciencia» de Fundación Descubre, donde niñas y niños pueden interactuar con investigadoras y conocer su trabajo.

Proyectos andaluces

La divulgación científica juega un papel clave en despertar vocaciones y en derribar estereotipos. En Andalucía, una de las entidades más activas en este ámbito es la Fundación Descubre, cuya labor se centra en acercar la ciencia a la sociedad y fomentar la participación de la ciudadanía en la investigación. Su directora, Teresa Cruz, que cuenta con vasta trayectoria en la gestión de la cultura científica, asegura que «antes había más hombres en la gestión de la divulgación científica, pero con los años se ha producido un proceso de feminización».

Uno de los principales objetivos de la Fundación Descubre es acercar la ciencia a los más jóvenes y, «de forma transversal», señala Cruz, «despertar vocaciones científicas en las niñas», un perfil, que como ha quedado de manifiesto en este reportaje, tiende a no estar presente en la ciencia. Respecto a los proyectos, la directora señala, entre otros, «la divulgación en redes sociales, un podcast dedicado a mujeres investigadoras, especiales sobre mujeres químicas y la participación de la fundación en el Día de la mujer y la niña en la Ciencia».

Entre los programas más importantes se encuentran «Café con Ciencia», en el que niños y jóvenes tienen la oportunidad de compartir un desayuno con científicos y conocer sus trabajos de primera mano. «Más de 60.000 niños y niñas han participado en estas sesiones desde 2011. Además, es crucial que, desde edades tempranas, las niñas vean que la ciencia no es solo cosa de hombres», afirma Cruz.

Otro de los eventos más importantes en la estrategia de la Fundación Descubre es la «Noche Europea de los Investigadores», que organizan desde hace 14 años. En la última edición, lograron reunir a más de 80.000 personas, acercando la ciencia a la ciudadanía a través de actividades interactivas y exposiciones.

Además, la entidad ha dado un paso más con la reciente creación de la Oficina Andaluza de Ciencia Ciudadana, la primera de su tipología en España. Según la directora, «se trata de un espacio donde cualquier persona, aunque no sea experta, puede participar activamente en el proceso de investigación científica».

En definitiva, tanto las científicas entrevistadas como la directora de la fundación coinciden en que la brecha de género en la ciencia no se cerrará solo con buenas intenciones, sino que es necesario un esfuerzo conjunto desde las instituciones, la educación y la sociedad.

Reducir la brecha de género en este sector implica desmontar estereotipos, visibilizar referentes femeninos que motiven a las nuevas generaciones, impulsar el crecimiento profesional de las investigadoras con iniciativas específicas y garantizar espacios inclusivos a través de políticas que refuercen la igualdad de oportunidades.