Agricultura
El trigo y el girasol como refugio ante la sequía
El regadío de Cádiz inicia la temporada con resignación: si este año no llueve, «la próxima campaña peligra»
Con una sequía con la catalogación de «severa» y un amplio bagaje de restricciones, los cultivos de riego de la provincia de Cádiz levantan el telón de una temporada (2022/2023) marcada por la incertidumbre y la reducción de aportes de agua de sus respectivas cuencas. Una realidad que, un año más, obligará a los agricultores a poner su mirada en cultivos más de secano y, a su vez, menos rentables.
Las restricciones de aportes, en el caso de la Comunidad de Regantes del Guadalcacín, la más importante de la provincia (se fundó en 1948, antes fue la Asociación de Propietarios del Pantano del Guadalcacin) y una de las más destacadas de Andalucía, se concretan en un 25% entre el 1 de octubre y el 30 de septiembre de 2023, afectando a 2.400 comuneros de Arcos y Jerez de la Frontera y a una extensión de terreno de 12.300 hectáreas. «Lo que nos queda frente a esta sequía severa es la resignación. La situación de los embalses es la que es y, desgraciadamente, la del Guadalcacín, nuestra gran reserva de agua, no es mejor», apunta Juan Carlos Cabral, director técnico de la Comunidad de Regantes del Guadalcacín. Y es que, con la mayor capacidad de embalse de la provincia, 800 hectómetros cúbicos, el Guadalcacín se encuentra en estos momentos al 26,38% (211 hectómetros), siendo, junto a Los Hurones, la gran «bolsa» de agua de la provincia para el consumo humano.
«Es cierto que, aún siendo grave, no estamos ante la peor campaña posible. Muchos de nuestros agricultores más longevos recuerdan épocas peores; sin ir más lejos, la campaña 92/93, cuando no hubo nada de agua para el riego». «Por ello, más que pensando en los recursos con los que vamos a contar ahora, nuestra gran preocupación», subraya, «está en lo que puede ocurrir la próxima temporada si no llueve con normalidad».
Cabe apuntar que esta reducción del 25% (la comunidad pertenece Distrito Hidrográfico del Guadalete) se va a traducir en que, de los 5.033 metros cúbicos asignados por hectárea, «los comuneros del Guadalcacín van a disponer de poco menos de 4.000, concretamente 3.700». Este aporte se va aprovechar casi al cien por cien, ya que esta comunidad de regantes, al igual que otras de la provincia, ha realizado importantes inversiones para la mejora de sus redes de distribución. «Nosotros modernizamos nuestras instalaciones a través del Ministerio de Agricultura y de la Sociedad Estatal de Infraestructuras Agrarias, pasando de un regadío por gravedad o surco a un riego más eficiente; con riego a la demanda, con bombeos y mediante tuberías a presión, logrando una gran eficiencia y optimización de los recursos». «Donde sí pueden existir pérdidas», apunta, «es en la red que transporta el agua desde el embalse del Guadalcacín hasta nuestras balsas».
Frente a esta situación, «cada regante intenta programar sus cultivos anuales en función de la dotación de riego». «De hecho», añade, «hay quienes ya están hablando de que, si tiene tres parcelas, en dos va a sembrar dos cultivos de poca agua, caso del trigo y el girasol, y en un tercero un producto hortícola o maíz, que precisan de mayor cantidad de agua». Esta comunidad de riego permite ceder la dotación de agua de una parcela a otra «siempre y cuando no se sobrepase la cuota asignada». «Obviamente», señala, «esto se verá reflejado en la cuenta de resultados, ya que los cultivos hortícolas dan mayores beneficios». Pese a los recortes de los últimos años en la zona, el director técnico de la Comunidad de Regantes del Guadalcacín señala que «muchos agricultores de la provincia de Sevilla, con mayores restricciones, optan por venir para alquilar o arrendar tierras y cultivarlas».
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