Artesanía

Grazalema, el último bastión de la industria de la lana

Su fábrica de mantas mantiene viva la herencia de un sector que llegó a emplear a 4.000 trabajadores

«Uno de los mercados que mejor nos funciona es el alemán. Un cliente fiel y fiable», aseguran en la Fábrica de Mantas del municipio
«Uno de los mercados que mejor nos funciona es el alemán. Un cliente fiel y fiable», aseguran en la Fábrica de Mantas del municipioLa Razón

A 900 metros de altitud, a la sombra del pico San Cristóbal (1554 metros), Cádiz atesora una fábrica que ha escrito parte importante de la historia de uno de los Pueblos Más Bonitos de España. El enclave, Grazalema, y el tesoro, su fábrica de mantas.

Fruto del esfuerzo y la pasión de cuatro generaciones por la industria de la lana, esta fábrica es la única superviviente, la huella viva, de un tejido empresarial que vivió su máximo esplendor en el siglo XVIII y principios del XIX. Tiempos en los que a esta espectacular población de la Sierra de Cádiz se la llegó a conocer como «Cádiz El Chico» por su músculo laboral y empresarial. Y es que, inspirada por la riqueza de la lana de sus ovejas, Oveja Merina Grazalemeña (raza autóctona), y la extraordinaria pluviometría de su territorio (elemento clave para la calidad de su lana), la industria llegó a emplear a 4.000 trabajadores en diez telares.

No obstante, el crecimiento de la actividad industrial en los centros urbanos, la crisis financiera que padecía España y el auge de la industria del algodón en Cataluña favorecieron a lo largo del XIX y en adelante el ocaso de una actividad que, pese a todo, aún late en Grazalema gracias a la extraordinaria calidad y singularidad de los productos de la Fábrica de Mantas de Grazalema.

Así, bajo la atenta «mirada» de aquellos telares de «brazo» (fabricados en madera) que escribieron el prólogo de este sector, los nuevos telares de esta fábrica siguen produciendo para un mercado que, eso sí, ha cambiado sus necesidades.

«Antes, la manta era uno de los productos que más vendíamos. En cambio, hoy en día, con la incursión de productos como el edredón, está ha sido desplazada y, aunque se sigue demandando por su calidad, ya no es nuestra principal venta», comenta Mario Sánchez, cuarta generación de un negocio con carácter familiar.

«Ahora, por ejemplo, vendemos más bufandas. Prenda más del día a día» y destacada de una producción que también se ha diversificado, con la fabricación de ponchos, capas, corbatas, gorros, mantas para sofás e, incluso, bolsos de diseño.

«No podemos decir que las cosas vayan excesivamente bien, pero tampoco van mal. Como otras muchas empresas de otros tantos sectores, ahí vamos, luchando contracorriente», afirma. «De hecho», explica, «desde marzo contamos con una tienda en Ronda, en la que solo se venden nuestros productos y, afortunadamente, está funcionando bien». «Allí», añade, «hay mucho turista de países del norte, en los que nuestras bufandas y gorras tienen un uso habitual».

De hecho, «uno de los mercados que mejor nos funciona es el alemán. Un cliente fiel y fiable». Si bien, las ventas de la fábrica se sustentan en mayor proporción en el mercado nacional.

Cambio climático

Ventas que no son ajenas a la influencia del cambio climático y, con él, a los ciclos de altas temperaturas que se vienen sucediendo desde hace unos años, muy en especial en este 2023.

«El cambio climático no solo está afectando a la ganadería, agricultura, etc. Nosotros también lo sufrimos en nuestras ventas, ya que la mayoría de nuestros productos tienen cabida si hay frío y, como se está viendo, cada vez los periodos de temperaturas bajas son más cortos, sobre todo en Andalucía».

«Está claro», apunta, «que si esto sigue así y el frío deja de estar presente en octubre, noviembre, diciembre y enero, la cosa si que se nos va poner mal».

Aunque tarde, afortunadamente el frío ha llegado y estos días el sonido de los telares de la Fábrica de Mantas de Grazalema sigue sonando con fuerza, dando testimonio del que una vez fue uno de los sectores industriales más pujantes de la provincia y reivindicando el valor de un arte que aún resiste en el corazón de uno de los entornos naturales más espectaculares del mundo, el Parque Natural Sierra de Grazalema.