Turismo

Un paraíso de la espeleología

Villaluenga del Rosario atesora más de un centenar de cuevas, simas y abrigos y trata de formar a nuevos amantes de esta disciplina

Pinsapar ubicado en la sierra de Grazalema (Cádiz)
Pinsapar ubicado en la sierra de Grazalema (Cádiz)La RazónLa Razón

Bajo su impresionante sistema montañoso, la Sierra de Cádiz atesora en sus entrañas algunos de los mayores y espectaculares retos para los amantes de la espeleología. Desafiante ‘queso gruyere’ de piedra caliza que ejerce de ‘pilar’ de uno de los entornos naturales más sobresalientes de la provincia de Cádiz (Parque Natural Sierra de Grazalema) y en cuyas cavidades se han escrito páginas, con luces y sombras, que han pasado a la historia la espelología andaluza y española.

Una de esas ‘crónicas’, inolvidable, tuvo lugar hace ahora 69 años, en 1954, a escasos metros del pueblo más elevado, y también quesero, de la provincia: Villaluenga del Rosario.

Allí, en la cavidad que sirve de sumidero a la Manga de Villaluenga (visible desde el propio pueblo), 19 integrantes del Grupo Motesinos de Jerez, colectivo fundado solo un año antes de tal suceso por el granadino Antonio Moral Vílches, protagonizaron un descenso que estuvo a punto de costarles la vida.

Como cuentan las crónicas de la época, fueron doce horas agónicas de lucha contra los elementos para salvar la vida de quienes afrontaron tal desafío sin contar con la formación, los conocimientos y, sobre todo, los medios de hoy día.

Aquella mañana del 2 de mayo, tras una noche de copiosas lluvias, la Sima de Villaluenga se convirtió en una auténtica trampa para los integrantes de la expedición, quienes, tras desplazarse desde Jerez en autobús, abordaron el descenso a las ocho y media.

La situación en la sima, lejos de mejorar, se fue complicando minuto a minuto con la incesante entrada de agua. De ahí que, solo seis horas más tarde, los espeleólogos, tras sufrir diversos percances y quedar prácticamente inmovilizados a causa del frío, decidieron dar por finalizado su intento e iniciar el camino de retorno.

Regreso que se complicó y que a punto estuvo de costarles la vida de no haber sido por la entrega de un equipo de rescate que, pese a lo complicado de la situación, no cesó en su empeño hasta, sobre las once de la noche, rescatar al último de los espeleólogos por medio de un brillante y complejo sistema de poleas.

“Fueron rescatados totalmente extenuados, tras una angustiosa lucha de más de ocho horas”, recogía el 6 de mayo en sus páginas el diario Marca.

Ocho horas que, con la felicidad exhausta de los rescatados y la alegría desdordante de los vecinos de Villaluenga del Rosario, vivieron su epílogo en la iglesia del pueblo; a la que, conducidos por el párroco local, acudieron a rezar un Te Deum en señal de agradecimiento.

Desde aquel 2 de mayo, fecha que marcó un antes y un después para la espeleología gaditana; la Sima de Villaluenga, aún ‘viva’ (continúa ejerciendo de sumidero para las aguas de lluvia de la manga), se convirtió en un constante desafío para ‘expedicionarios’ de Andalucía y España.

Empeño que ha permitido recorrer más de 3.600 metros, a una profundidad máxima que ronda los 250 metros. Además, se ha comprobado que parte del agua que entra por la sima vuelve a emerger en manantiales localizados a más de siete kilómetros de distancia, en la vecina localidad de Ubrique.

Además de la sima que lleva su nombre, los espeleólogos han encontrado en Villaluenga del Rosario un auténtico paraíso, con más de un centenar de cuevas, simas y abrigos.

Paisaje de oportunidades que ha provocado que la Federación Andaluza de Espeleología haya establecido en dicha localidad su escuela y que, sin ir más lejos, este pasado mes de noviembre se haya puesto en marcha la iniciativa ‘Descubriendo la espeleología’, actividad impulsada por la Diputación de Cádiz, Ayuntamiento y Federación, para ‘aventureros’ de entre 7 y 14 años.

“Villaluenga del Rosario es un paraíso para la espeleología, con más de ochenta cuevas y simas cartografiadas en las que poder disfrutar de la belleza del mundo subterráneo”, destaca Alfonso Moscoso, alcalde de una localidad en la que, además, se elaboran algunos de los quesos artesanales más famosos y apreciados del mundo.