
Entrevista
Carmen Romero: «Las prisas son la gran estafa de este mundo»
El libro «Esto no está pasando» es un «melodrama» a veces en clave de humor, otras de dolor

Militar de veintiséis años, junio de 2016. Miguel no se siente bien y decide irse a su dormitorio. Había pasado las últimas semanas en un hospital de salud mental y para distraer su mente se dispone a ver «El Padrino» con su hermana. Suena la música de Nino Rota y Carmen intenta convencerlo de que vuelva al sofá. La ventana está abierta y él no está ni en casa ni en este mundo. Shock. No es un guion de cine, es la historia que nos lega la humorista Carmen Romero en «Esto no está pasando» (Planeta). Un libro «melodrama» a veces en clave de humor, otras de dolor; donde aborda cuestiones como la salud mental o las consecuencias del duelo. Un relato sorprendente.
Un día se abrió una ventana, su hermano voló hacia ella y ahora acaba de cerrar el libro para supongo asumir que todavía quedan muchas páginas por abrir.
Al principio creí que pasado un tiempo todo este dolor tendría un fin, que dejaría este capítulo atrás. Pero sólo era una dolorosa ilusión. Decidió poner punto final a su vida, y eso me va a acompañar siempre a la mía. Voy a notar siempre ese dolor de la pérdida. Han pasado ocho años y tengo la sensación de que todavía me queda mucho duelo por recorrer.
Es difícil encontrarte de bruces con la muerte, pero mirarle la cara por primera vez a un brote psicótico, el primer ingreso… también es impactante.
Impacta, da mucho miedo. Mi hermano Miguel sufría muchísimo, lo pasaba súper mal. Y yo, mi familia, no podía hacer nada. Era muy frustrante. Solo cabe ponerte en manos de los médicos. Y ahí tampoco tuvimos suerte.
¿En qué sentido?
Por ser militar lo derivaron a una clínica privada. La póliza del seguro sólo daba para cuatro semanas de ingreso hospitalario y en junio ya llevábamos tres. Así que para no agotar el tiempo y tener que hacerse cargo de un futuro ingreso, desde el hospital nos hicieron firmar el alta voluntaria. A las pocas horas de llegar a casa se tiró por la ventana. Y tú te quedas con la cara de que «esto no está pasando». La sanidad privada es un negocio; entre el paciente y el dinero, pues ya sabemos.
Hubo señales que no fuisteis capaces de ver por las prisas.
Sin duda son la gran estafa de este mundo. Nos hace perder la perspectiva de que todo tiene solución menos la muerte. Te lo dice una que ha podido comprobar que literalmente es así. Mi hermano siempre iba con muchas prisas y no practicó la paciencia. Ni él… ni yo. Al menos con este palo de la vida he aprendido una lección que a Miguel le quedó pendiente: nada es tan importante ni nada merece que nos estresemos tanto, ni que vivamos tan aprisa.
Ni siquiera para pasar el duelo. Ya peino canas y observo que hemos pasado del riguroso luto a intentar pasar de puntillas.
O lo pasas, o te pasa por encima. Huimos de él porque es incómodo, duele; no queremos sentir lo que es desagradable. Pero o lo afrontas o te va a perseguir hasta que te pares y diga ‘vale voy a sentirlo’. Y no nos hagamos trampas en el solitario. Es un proceso largo, muy largo dependiendo del caso, de cómo haya sido la muerte, miles de circunstancias. Pero tómatelo en serio, lo vas a tener que pasar quieras o no.
Tú te lo has tomado también en tono de humor.
Sí, precisamente es un mazazo tan grande y doloroso que se me hizo inabarcable. Cambié de estrategia intentando burlar al dolor y me dije ‘voy a hacer chistes sobre la locura’. Desafié a aquello que tanto me había quitado. Si tengo que pasar un mal trago, al menos me voy a reír en el camino. Al principio fueron producto del propio shock y, luego, para gestionar el duelo. Ahora sigo haciendo monólogos, un disfraz a la pena que llevo dentro.
El tiempo. Aliado, pero no remedio. No lo cura todo.
Te ayuda, te da precisamente tiempo para buscar consuelo, gestionar el duelo de la mejor manera. Te da margen, pero no te cura como tampoco el humor. Por muy perfecto, maravilloso y genial que lo contemos. Pero la terapia es la terapia porque para mí el dolor sigue siendo el mismo. Mucho más aplacado y de otra manera. Para que te hagas una idea, para mí ahora es como un niño pequeño y antes era un monstruo enorme. Pero si tú no haces nada, el tiempo no cura nada.
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