Gastronomía
¿Cuál es el origen de la torrija?
Su vínculo con la Semana Santa es tardío aunque es uno de los postres más antiguos de los que hay constancia
Torrijas y Semana Santa es un binomio relativamente nuevo. El vínculo entre este sencillo dulce y la Cuaresma no se estableció hasta la mitad del siglo XIX, cuando empezaron a relajarse un poco las costumbres religiosas y no estaba tan mal visto darse un pequeño placer culinario en este tiempo de ayuno y abstinencia.
Las torrijas, que no es más que plan frito mojado en leche o en vino, son uno de los postres más antiguos de los que hay constancia. Aparecen dos recetas muy similares en el libro “De re coquinaria” (s. IV-V), atribuido al romano Marco Gavio Apicio (s. I d.C). En el libro séptimo de este recetario, capítulo XI dedicado a los postres caseros, vienen dos fórmulas para aliter dulcia u “otro tipo de dulce”. La receta, por supuesto, era mucho más sencilla: "Toma buenos panecillos de mosto africanos, sin corteza, y ponlos en leche. Cuando estén remojados mételos en el horno sin que se sequen. Sácalos calientes, pínchalos y úntalos con miel para que empape. Espolvorea con pimienta y sirve”. Hay que tener en cuenta que el azúcar es algo relativamente moderno, que no llegó hasta la Península hasta al Conquista de América.
Antiguamente se creía que el consumo de leche aumentaba la producción en la lactancia, por eso se atendía a las mujeres en el postparto con pan mojado en leche, que, por cierto, no era de vaca: era más común la de borrica, cabra y oveja.
Juan del Encina fue el primer autor que usó la palabra torrijas —o más bien "torrejas"— para definir aquel dulce con el que se agasajaba a las madres recientes. Su Cancionero de 1496 incluye un villancico en el que unos pastorcillos cantan sobre los regalos que llevan a Jesús recién nacido y su madre. “No piense que vamos / su madre graciosa / sin que le ofrezcamos / mas alguna cosa / que es de gran valor / madre del redentor / En cantares nuevos / gocen sus orejas / miel y muchos huevos / para hacer torrejas / aunque sin dolor / parió al redentor".
Pero la palabra torrija tal y como la conocemos ahora no aparece en el diccionario hasta 1591 y, por supuesto, seguían ligadas a los nacimientos. Lope de Vega, de hecho, las menciona infinidad de veces, pero siempre vinculadas al puerperio: “Si haciendo torrijas andan, serán para la parida”, se lee en "La niñez de San Isidro" (1622).
Entonces, ¿cuándo empezaron a comerse en Semana Santa? Pues hasta el siglo XIX, cuando empezaron a abaratarse los ingredientes con los que se elaboran las torrijas, sobre todo el azúcar, y con el auge de la clase media pasaron al menú cotidiano de ésta. Como entre sus ingredientes no hay ninguno que atente contra los preceptos de la abstinencia que rigen la Semana Santa, se empezaron a incluir en los menús de Cuaresma, teniendo en cuenta que a partir de entinces también las costumbres religiosas no eran tan estrictas.
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