
Opinión I Tornaviaje
Franco
Españoles: ‘Franco ha muerto hace 50 años’. Lo recuerda Sánchez. Muerto el dictador, dice él, comenzó la democracia. Insiste en derrocar a un dictador muerto.

Con la democracia y la libertad pasa como con la expresión libre: Se está a favor o en contra, no hay términos medios. No se puede ser un anti dictador con el muerto y pro dictador con el vivo. Franco, fallecido en cama de hospital en noviembre de 1975, no dio automáticamente la libertad democrática a España. Por tanto, Sánchez tergiversa la historia reciente, cargándose su propia «Memoria democrática». El régimen cambio realmente en 1978 con la CE en la mano. Estos fastos, para rellenar 2025 –100 actos celebrando la muerte de Franco–, suenan como un canto necrofílico.
Mientras pasea al cadáver, anunciando que aquella época puede volver, su propia vida política la usa en mover a sus peones confiables para sustituir a los desechados en el tablero del territorio opositor. Condena a las querellas judiciales que le acosan dentro de su casa. Es la técnica de la «cortina de humo» para distraer a los distraídos. La conjura de los necios está en pleno desarrollo. Sus ministros, que ahora harán dupleta laboral: Ejecutivos y jefes territoriales, están encantados de haberse conocido a sí mismos y a su «puto amo».
Ramiro de Maeztu, uno de los primeros fusilados por la II República en octubre de 1936, dejó escrito: «La patria es lo que une, por encima de todo lo que divide». «¿Qué sabe de España el español que no ha salido nunca de ella, siquiera sea con el alma? ¿Y qué sabe de su propia patria el americano que se figura que no comenzó su historia sino en las guerras de la independencia?». Eso significa este empeño en rescatar una parte de la historia sin reparar en la otra.
Este primer ministro, con aspiraciones y poses de jefe de Estado, tiene siempre una sorpresiva carta debajo de la manga. La más útil es la marcada como Franco, que pone sobre la mesa para afianzar su cara de póker. Un jugador profesional que se resiste a levantase de la mesa. De nuevo, Franco vive.
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