Agricultura

La fresa avanza en una complicada campaña

La superficie que se sembrará este año será en torno a 6.100 hectáreas

Un grupo de temporeras siembra las plantas de fresas en una finca de Cartaya (Huelva), provincia que aglutina más del 95% de la producción nacional
Un grupo de temporeras siembra las plantas de fresas en una finca de Cartaya (Huelva), provincia que aglutina más del 95% de la producción nacionalJulián PérezAgencia EFE

Los productores de la fresa de Huelva, provincia que aglutina más del 95 % de la producción nacional, afrontan una campaña que se prevé complicada por cuestiones como la sequía o la subida de costes y para la cual solo se ha resuelto la respuesta a la necesidad de mano de obra. Si a finales de agosto los freseros comenzaban a enlomar las fincas y a colocar hierros y plásticos, estos días han comenzado a afrontar la fase de plantación con las variedades tempranas, que suponen el 10 % de toda la superficie plantada; el resto se iniciará en torno al 12 de octubre y concluirá a finales de mes.

Se prevé que la superficie que se sembrará este año sea similar a la de las últimas campañas, en torno a 6.100 hectáreas. El gerente de la Asociación de Productores y Exportadores de la Fresa de Huelva (Freshuelva), Rafael Domínguez, ha explicado a EFE que esta limitación se debe a la sequía y a las restricciones y ha recordado que el 19 de septiembre la demarcación hidrográfica del Tinto-Odiel-Piedras redujera el 15 % del riego, una noticia que si bien no pilló desprevenido al sector, sí que “preocupa”.

“El agua uno de los ‘hándicaps’ con los que contamos en esta nueva campaña, estamos un poco con el alma en vilo, pendientes del cielo y del año hidrológico”, ha apuntado Domínguez, quien advierte de que se puede dar que “la planta tenga menos alimento y por tanto menos producción” o que algunas de ellas, en los primeros estadios, “sufran un estrés hídrico y terminen echando una fruta y muriendo”.

Los productores están preocupados porque, según ha apuntado, “necesitamos un otoño que sea otoño, es decir, que sea temporada de lluvia y que esta sea recogida por los embalses”, algo que, además, posibilitará que las restricciones de riego a lo largo de la campaña no vayan a más.

Pero no es la falta de agua el único problema al que han de hacer frente. A este se suma, como ocurre en otros tantos sectores, el aumento de los costes energéticos y de producción. “El recibo de la luz cada vez es mayor y eso influye en los costes de las comunidades de regantes; además, las instalaciones hortofrutícolas que tenemos en Huelva requieren de una parte de frío importante para que la fruta llegue en condiciones y eso requiere de energía, por lo que también es más caro”, ha puntualizado el gerente de Freshuelva.

Además de la energía están los propios costes de productos como el abono, mucho del cual provenía de Ucrania y con todo el conflicto bélico “está por las nubes”, o el plástico que se coloca para poder plantar cuyo precio se ha triplicado: “Todos los ‘inputs’ están disparados y ése es el miedo que tenemos porque todo eso trasladarlo al precio de la fruta es complicadísimo”, ha incidido.

Un problema que parece que se ha solucionado es el de la mano de obra, después de que el Gobierno de España y de Marruecos hayan acordado ampliar el contingente de contrataciones en origen hasta las 15.300 con lo que “casi se asegura cubrir las necesidades de los productores necesitan para desarrollar la campaña”, ha manifestado Domínguez.

Esta mano de obra marroquí, pese a suponer no más del 15 % de los jornales que genera la campaña agrícola onubense, es indispensable porque es el que permite que se concluya. En mayo, cuando van comenzando otras campañas y otros sectores como el turístico empiezan a demandar personal, son muchas las personas que están trabajando en la fresa y se van, mientras que “las marroquíes que vienen en febrero están hasta junio para echar cuatro meses”.

El que se recurra a mano de obra extranjera -además de la marroquí, desde el año pasado se desplazan a Huelva ecuatorianos y hondureños- ha sido a veces criticado a la vista de las altas tasas de paro que hay en España. Desde el sector dan una respuesta sencilla: “nada tiene que ver el volumen de paro general; el que se dedica a los servicios o a la industria, por ejemplo, querrá trabajar en esos sectores, por lo que hay que tener en cuenta el paro agrícola y con ese no se cubre la demanda”, ha indicado Domínguez, remarcando el hecho de que “ya hay otras zonas agrícolas de España que han solicitado contingente en origen para la próxima campaña por no tener jornaleros suficientes”. No obstante, todos los años el sector hace la petición de la mano de obra necesaria para que el 100 % del trabajo sea ocupado por nacionales o comunitarios.