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Cultura

Juan Pérez Floristán se reencuentra con la ROSS para interpretar a Bartók y Stravinski

La directora coreana Eun Sun Kim, de reconocido prestigio internacional, estará al frente de la Sinfónica en el noveno programa de la temporada de abono

El pianista sevillano Juan Pérez Floristán EP

La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) acoge en su noveno programa "Gran Sinfónico" de la temporada al pianista sevillano Juan Pérez Floristán, uno de los músicos "con mayor proyección del panorama actual". Será los días 10 y 11 de abril, a las 20,00 horas, en el Teatro de la Maestranza.

Se trata de un concierto "muy especial" en el que Floristán actuará como solista en su ciudad natal, interpretando una de las obras más desafiantes del repertorio pianístico del siglo XX: "el Concierto para piano y orquesta número 1 de Béla Bartók". Para la dirección de este programa, que incluye la obra "Petrushka" de Ígor Stravinski, la ROSS "vuelve a apostar por el talento femenino y, en esta ocasión, será la directora coreana Eun Sun Kim, una de las figuras más destacadas del podio internacional, quien esté al frente de la Sinfónica", informa en un comunicado.

La velada arrancará con el "Primer Concierto para piano de Bartók". Escrito en 1926, esta obra es un "derroche de energía rítmica y percutiva, que requiere del intérprete no solo virtuosismo técnico, sino una intensidad expresiva casi atlética". En este concierto, el piano se convierte en un instrumento de percusión más dentro de una orquesta.

Juan Pérez Floristán, ganador del Concurso Rubinstein de Tel Aviv (Israel) y Premio Internacional de Piano de Santander, afronta esta partitura con la madurez de una carrera consolidada y el impulso emocional de tocarla ante el público sevillano.

Completará el programa una de las grandes joyas del repertorio orquestal: "Petrushka", de Ígor Stravinski, "una obra maestra del ballet que combina virtuosismo, colorido orquestal y un relato fascinante". Estrenada en 1911, "Petrushka" cuenta la historia "de un muñeco de feria con alma humana, atrapado entre el amor y el dolor". Con un lenguaje "armónico audaz" y un despliegue rítmico "revolucionario", Stravinski creó una partitura que sigue asombrando más de un siglo después por su "fuerza dramática y su riqueza tímbrica".