Cultura
El Museo de Málaga exhibe por primera vez una obra del pintor Francisco Hernández
Se trata de la pieza ‘Danae’, un óleo sobre lienzo de 2009 que ha sido donado a la pinacoteca por su familia
El Museo de Málaga exhibe por primera vez en sus salas una obra del pintor Francisco Hernández, uno de los grandes exponentes del arte contemporáneo malagueño. Se trata de la pieza ‘Danae’, un óleo sobre lienzo de 2009 que ha sido donado a la pinacoteca por su familia. La donación del cuadro ha sido presentada este jueves en el museo por la delegada territorial de Turismo, Cultura y Deporte, Gemma del Corral; la directora del museo, María Morente, y los donantes de la obra, los hijos del pintor, Francisco, María Jesús, Carmen y Marta Hernández Escalona.
“Pese a su indudable trayectoria artística y expositiva, Francisco Hernández no contaba hasta el momento con una obra representativa para su exposición en el centro”, han señalado desde la Junta de Andalucía. Ahora, ‘Danae’ se expone en las paredes de la sala 7 de la pinacoteca. Durante la presentación, la delegada ha destacado “la importancia de incorporar una obra representativa de Francisco Hernández a la colección permanente del museo”, al que ha considerado “uno de los artistas imprescindibles que aún faltaban en el Palacio de la Aduana”.
Por ello, ha agradecido “la generosidad” de sus cuatro hijos por hacer posible “cumplir el deseo” de la Consejería y del Museo de Málaga de que Francisco Hernández pueda estar expuesto en la Aduana, en el homenaje que hace la pinacoteca a la modernidad de los pintores locales del siglo XX. ‘Danae’ es un óleo “de dimensiones considerables”, de dos metros de ancho por dos de alto, que forma parte de la serie de temática mitológica abordada por Hernández a finales de la década de los 2000. Aglutina todos los valores que la crítica y el mundo del arte han reconocido a este pintor, que se movía en el círculo de Vélez-Málaga, aunque nació en la ciudad de Melilla en 1932, y que fue “compañero de avatares” de los jóvenes pintores que en este entorno transitaron hacia la vanguardia, como Alfonso de Ramón, Eugenio Chicano, Gabriel Alberca o Enrique Brinkmann.
La obra pertenece a sus ensayos de nuevas vías de expresión, “donde combina su extraordinaria creatividad y dotes con el trabajo con figuras silueteadas con amplias bandas de color intenso y plano que les dota de un cierto carácter surreal”. Hernández ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, aunque se decantó por una formación más internacional con una larga estancia en Suiza entre 1958 y 1960. De regreso a España y tras obtener en 1967 el premio Juan March, consolidó su prestigio con una nutrida producción de retratos y con la decoración mural de edificios civiles y religiosos o los carteles. A principios de los años noventa continuó desarrollando su personal estilo figurativo en obras que llegaron a las colecciones vaticanas, “con una producción solvente y reconocida”.
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