Opinión | Méritos e infamias

«Muchas cosas»

"Francisco de la Torre me explicó por dónde recorrería Málaga su futuro y cómo ha conseguido convertirse en la ciudad de moda en España"

José Lugo y Francisco de la Torre
José Lugo y Francisco de la TorreKiko Hurtado / Belén Vargas

Con su voz susurrante, Francisco de la Torre me explicó someramente por dónde recorrería Málaga su futuro sin dejar de dejarme claro cómo ha conseguido convertirse en la ciudad de moda en España. Le preguntaba insistentemente por datos de crecimiento y variables numéricas que dieran una cifra concreta. La habitual coña periodística en el intento vano de colocar una realidad dentro de una gráfica. Un imposible, ya lo sé, porque lo real desborda cualquier aritmética. Casi como una oración, dijo en el patio del Museo Carmen Thyssen Málaga el eterno munícipe: «Hay mucho que hacer todavía, tenemos que conseguir muchas más cosas, nada está acabado», y se marchó rápido porque tenía un compromiso que atender. Eran casi las diez de la noche y el alcalde ya no vuelve a cumplir los ochenta años, pero tiene la sensatez de entender que para continuar en esto de la vida sin caerte hace falta tener entre manos proyectos, ilusiones, no dejar de inventar, vivir en definitiva. Más de uno me ha comentado que a Málaga le sucede como a Lisboa en los años noventa, que se colocó en el radar y no ha dejado de estar de moda, crecer y dejar atrás el lastre del subdesarrollo. No quiero que eso nos suceda, porque la capital lusa se ha despojado de gran parte de su personalidad y despedido a sus vecinos, que en definitiva forman el alma de una ciudad. Creo que en la ecuación malagueña esos riesgos no se observan aún en el horizonte porque el paisanaje pulula por sus entrañas sin extrañarse de sus ciudad ni sentirse extranjero. Da bastante que pensar en cómo se afronta el futuro a partir de cierta edad, cuando sabes que a la partida le queda bastante de menos de lo que llevas jugado y que la mayoría de los jugadores con la que la comenzaste soltaron las cartas encima de la mesa. Muchos lo llaman autoconvencimiento y otros valentía, en cualquier caso es sano colocar el almanaque por delante sin miedo a conseguir «muchas cosas».