Opinión

El tonto del bombo

"¿A cuánto nos sale cada vez que le da un porrazo al bombo?"

David Broncano, presentador de 'La Resistencia'
David BroncanoMovistarPlus+

No hay duda de que España es un pueblo grandote, con una plaza ancha en la que cabemos todos para celebrar nuestra verbena de verano con carpa, banda y pasodoble. En la despedida tibia de las primeras noches bajo cobertores se nos ha colado por la calle principal un nuevo tonto más en el santoral patrio. Ya saben que tenemos para todos, porque a cada cual nos da por algo hasta convertirlo en monserga y coñazo cotidiano para desesperación de tantos y tantos santos Job, que aguantamos como aquellos «sufridores» del famoso «1, 2, 3». Ahora nos ha tocado el tonto del bombo no solo en horario nocturno, sino por la mañana, al mediodía con la copita, a la hora del café migado o mientras te secas al salir de la ducha. Guiñas un ojo incrédulo y aparece detrás de ti con su maza dando por saco, atizando el parche, bobalicón y sonriente.

Tiene gracia que nos toque un coñazo semejante, a todas horas, con el tambor de Calanda dando la lata y haciendo ruido, pero parece ser que es para lo que nos ha dado el presupuesto, que no había para más. Y así lo tenemos dando vueltas por todo el pueblo, bajando y subiendo las calles, con el bombito tan contento ¿A cuánto nos sale cada vez que le da un porrazo al bombo? «¡A un porrón!»

Lo mejor de todo, es que por su «simpatía», le siguen o se le pegan otros tantos y tantas, con su tonturria natural. Que alguien le quite por lo menos el bombo y que nos dejen tranquilos un rato. Yo durante una temporada fui el tonto del megáfono. Cada vez que veía uno me ponía a imitar a vendedores, sindicalistas y religiosos, que son los que más gastaban, en aquellos primeros 90, este tipo de artilugios sonoros. Todos tenemos un tonto dentro, e incluso varios, y a España le ha salido el último, como tinta de calamar en forma de distracción catódica. Qué listos y qué tontos.