Animales
Quién fue 'Becerrillo', el perro español que participó en la conquista del Nuevo Mundo
Este can de gran tamaño existió de verdad y fue un auténtico héroe del ejército español
Han pasado ya más de 500 años desde que Cristóbal Colón descubrió América, pero todavía quedan muchos relatos por contar. La historia ‘con mayúscula’, como se suele decir, está construida por pequeñas piezas o historias, crónicas individuales.
Cuando se piensa en los grandes héroes de la conquista del ‘Nuevo Mundo’, aparecen normalmente las figuras de hombres como Hernán Cortés, Francisco Pizarro o Diego de Almagro.
Sin embargo, el protagonista español de la narración de hoy fue clave en este proceso de conquista, pero no pertenecía a la especie humana. Fue uno de los muchos animales que, al servicio de los hombres, ayudaron a descubrir y avanzar por los inhóspitos rincones del ‘Nuevo Continente’ a nuestro ejército.
Hasta América los españoles llevaron todo tipo de animales, desde vacas, gallinas y cerdos de granja hasta otros con taras más de ayuda, como caballos o perros. Algunos de ellos destacaron por encima de los demás, y gracias a sus hazañas y su buen servicio a las personas, se han ‘colado’ en las páginas de la historia.
Los antiguos griegos tenían el concepto del ‘kleos’ (κλέος), que se refería a la gloria y la fama imperecedera que un individuo podía alcanzar a través de grandes hazañas, especialmente en la guerra, la política o las artes. Sin duda, el héroe del que hablaremos hoy ha alcanzado completamente esta noción, aunque caminase sobre cuatro patas en vez de dos.
Quién fue 'Becerrillo', el perro español que participó en la conquista del Nuevo Mundo
‘Becerrillo’ fue un perro de guerra español que participó en la conquista del Nuevo Mundo. Pertenecía a la raza de los “alanos españoles”, emparentados con los mastines, y tenía un tamaño desproporcionadamente grande. Como otros perros de presa, fue adiestrado en La Isla Española con fines militares, aunque normalmente no utilizaba la violencia.
Este enorme can pertenecía a Juan Ponce de León, el explorador y conquistador español conocido por la colonización de Puerto Rico y la búsqueda de la legendaria “Fuente de la Juventud” en Florida. Más adelante, el Becerrillo pasó a ser propiedad del capitán Sancho de Aragón, otro de los grandes conquistadores de la isla.
Becerrillo era una máquina de guerra perfecta: fuerte, rápido e inteligente. A diferencia de los nativos, que desconocían el uso militar de los perros, los españoles supieron aprovechar al máximo sus habilidades. Becerrillo no solo combatía con una fiereza inigualable, sino que también demostraba un instinto prodigioso para diferenciar aliados de enemigos, sabiendo mostrar también misericordia cuando era necesario o se lo ordenaban.
Para los indígenas, Becerrillo era una criatura aterradora, y se decía que con solo su presencia lograba someter a los rebeldes sin necesidad de derramar sangre. En más de una ocasión, su sola mirada o el sonido de sus gruñidos bastaban para hacer huir a los enemigos del combate, que lo consideraban una “bestia infernal”.
El destino de este perro de batalla estuvo a la altura de su leyenda. Murió en combate, fiel a sus amos hasta el último aliento. Fue víctima de una emboscada de los indígenas taínos, y cayó en combate después de varios años de servicio. Becerrillo no fue simplemente un gran can de guerra, sino un símbolo de la superioridad militar y estratégica de los conquistadores españoles en el Nuevo Mundo.