Ecuador de la legislatura

Insectos
No, no es “abejo”. Y aunque parezca una broma, esta pregunta ha hecho dudar a más de uno. Lo que parece un simple ejercicio gramatical revela en realidad un recorrido sorprendente por el origen de las palabras y el modo en que el idioma portugués y por extensión, muchas veces el español construye su lógica a partir de lo sensorial, lo clásico y lo cultural.
La respuesta correcta es clara, la forma masculina de abeja es “zángano”. No se trata de una variación morfológica del término “abeja”, sino de una palabra totalmente distinta, con su propia historia y connotaciones. El zángano es el macho de la colmena, cuya principal función es fecundar a la abeja reina.
Pero ¿por qué no existe una palabra masculina que derive directamente de “abeja”? ¿Por qué esta ruptura?
La explicación está en el sonido. Literalmente. “Zángano” viene del zumbido característico que produce este insecto al volar. Es una onomatopeya, un término que imita el ruido continuo y grave que emite el animal en movimiento. En portugués, la palabra equivalente es zangão, y tiene el mismo origen: una palabra nacida del oído.
Como señala Marta Maria Gomes de Pinho, profesora del Colégio Agostiniano Mendel, en São Paulo: “El origen de esta palabra se debe a la onomatopeya que produce el sonido de este insecto durante el vuelo”. Así, el nombre del zángano se forma no desde el parentesco con la abeja, sino desde su presencia sonora. No por su función, ni por su género gramatical, sino por el ruido que hace. De ahí que la palabra sea distinta y casi intuitiva: uno no ve un zángano, lo escucha.
En contraste, “abeja” , "abelha" en portugués, tiene un origen clásico.Según explica Analu Pandorf Mercante, profesora del mismo centro: “La palabra ‘abeja’ viene del latín ‘apícula’, que es el diminutivo de ‘apis’, que significa ‘abeja’ en latín”.
Es decir, una palabra heredada de la lengua culta, con siglos de uso, que nombra al animal desde su raíz latina, sin tener ninguna relación con el sonido que produce. Esta diferencia explica por qué la forma masculina no es simplemente una adaptación gramatical como en otros casos (gato/gata, león/leona). Son nombres distintos para funciones distintas dentro del mundo animal y lingüístico.
El término “dron” (o "drone" en inglés) proviene también del mundo de los zánganos. De hecho, drone es la palabra inglesa para “zángano”, y su uso tecnológico deriva precisamente de eso, el zumbido constante que emiten estos dispositivos voladores, similar al de un enjambre.
Así lo reflejan ejemplos de uso cotidiano:
Esta conexión entre insecto y tecnología subraya cómo el lenguaje evoluciona y adapta viejos términos a nuevas realidades, sin perder su raíz sensorial.
La palabra zángano también ha inspirado expresiones culturales. En Brasil, la cantante Naiara Azevedo popularizó una canción llamada Zangão, en la que compara al insecto con un amor que deja huella. Su estribillo, cargado de metáforas, lo resume todo:
" Como un zángano deja un dolor.
Suave, viniste dándome amor
Como un zángano picó mi corazón.
Dejaste anhelo y el veneno de la pasión."
Una prueba más de que el lenguaje como las abejas puede picar e inspirar.
Entonces, ¿cuál es la forma masculina de “abeja”? Zángano, sin más. Pero la respuesta va mucho más allá de una definición. Revela cómo el idioma se construye desde múltiples capas, el latín, los sentidos, el sonido, la cultura y hasta la música. Una pequeña duda lingüística que abre la puerta a un universo de significados.
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