Asia
Un éxito repentino contra el virus desconcierta a Japón
Casi de un día para otro, Japón se ha convertido en una llamativa, y en cierto modo misteriosa, historia de éxito contra el coronavirus
(AP). Casi de un día para otro, Japón se ha convertido en una llamativa -y en cierto modo misteriosa- historia de éxito contra el coronavirus.
Los nuevos contagios de COVID-19 se han desplomado, desde el pico de casi 6.000 diarios en Tokio a mediados de agosto a cifras diarias por debajo de los 100 en la populosa capital, los datos más bajos en 11 meses.
Los bares están llenos, los trenes abarrotados y el ánimo es de celebración, pese a la intriga generalizada sobre qué ha provocado exactamente el brusco descenso.
A diferencia de otros países en Europa y Asia, Japón nunca impuso nada parecido a una cuarentena estricta, sólo una serie de declaraciones de emergencia relativamente suaves.
Entre los posibles factores están una campaña de vacunación que comenzó tarde pero ha ganado mucha velocidad, el hecho de que muchas zonas de ocio nocturno se vaciaron por temor a los contagios durante el pico del verano, la extendida costumbre de utilizar mascarillas ya antes de la pandemia y el mal tiempo a finales de agosto, que hizo que mucha gente se quedara en casa.
Pero la efectividad de la vacuna se reduce de forma gradual y con la cercanía del invierno, los expertos temen que sin saber exactamente por qué han caído los contagios de forma tan brusca, Japón pueda sufrir otra ola como la del verano, cuando los casos graves desbordaban los hospitales y las muertes se disparaban, aunque con cifras más bajas que antes de que comenzaran las vacunaciones.
Muchos atribuyen el mérito a la campaña de vacunación, especialmente entre los jóvenes. Casi el 70% de la población ha completado su inmunización.
“Las rápidas e intensivas vacunaciones en Japón entre los menores de 64 años podrían haber creado una situación temporal similar a la inmunidad de rebaño”, dijo el doctor Kazuhiro Tateda, profesor de virología de la Universidad de Toho.
Tateda señaló que la tasa de vacunación había crecido entre julio y septiembre, justo cuando la más contagiosa variante delta se expandía con rapidez.
Sin embargo, advirtió que las infecciones posvacuna en Estados Unidos, Gran Bretaña y otros lugares donde las inyecciones comenzaron meses antes que en Japón muestran que las vacunas por sí solas no son una protección perfecta, y que su efectividad se reduce de forma gradual.
Japón inició las vacunaciones a mediados de febrero, con los trabajadores sanitarios y ancianos en primer lugar. La falta de vacunas importadas impidió que la campaña ganara velocidad hasta finales de mayo, cuando se estabilizó el suministro y se subieron los objetivos de dosis diarias a más de un millón para maximizar la protección antes de los Juegos Olímpicos, celebrados entre el 23 de julio y el 8 de agosto.
El número de dosis administradas al día llegó a unos 1,5 millones en julio, lo que subió la tasa de vacunación desde el 15% de primeros de julio a un 65% a finales de octubre, por encima del 57% de Estados Unidos.
Los contagios nuevos volvieron a subir unas semanas antes de los Juegos, lo que obligó a Japón a celebrar la cita olímpica con más de 5.000 casos en Tokio y unos 20.000 en todo el país a principios de agosto. Tokio reportó 40 casos el domingo, el noveno día seguido por debajo de 100 y la cifra más baja del año. En todo el país, Japón reportó 429 nuevas infecciones el domingo, para un total acumulado de 1,71 millones y 18.000 muertes desde el inicio de la pandemia a principios del año pasado.
De modo que, ¿a qué se debe la caída?
“Es una pregunta difícil, y tenemos que considerar el efecto del progreso de las vacunaciones, que es extremadamente grande”, dijo el director del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, Norio Ohmagari. “Al mismo tiempo, la gente que se reúne en entornos de alto riesgo, como lugares abarrotados y menos ventilados, podría haberse infectado ya y haber adquirido una inmunidad natural”.
Aunque algunos especularon con que el descenso en los casos podría deberse a que se hacen menos pruebas, datos del gobierno metropolitano de Tokio indicaban que la tasa de positivos había bajado del 25% a finales de agosto al 1% a mediados de octubre, mientras que el número de pruebas diagnósticas se redujo en un tercio. Masataka Inokuchi, subdirector de la Asociación Médica de Tokio, dijo que la caída en las tasas de positividad muestra que las infecciones han perdido velocidad.
Las medidas del estado de emergencia en Japón no eran cuarentenas, sino solicitudes centradas principalmente en bares y restaurantes, a los que se pidió que cerrasen pronto y no sirvieran alcohol. Muchas personas seguían haciendo trayectos diarios en trenes abarrotados y asistían a eventos deportivos y culturales en estadios con algunas medidas de distanciamiento social.
Las recomendaciones de emergencia se han retirado y el gobierno amplía de forma gradual la actividad social y económica, además de permitir torneos deportivos y viajes en grupo a modo de prueba, con certificados de vacunación y más pruebas diagnósticas.
El ex primer ministro Yoshihide Suga, que dejó el cargo hace poco, aceleró la campaña de vacunación ampliando el número de trabajadores sanitarios autorizados a administrar las inyecciones, abrió grandes centros de vacunación y fomentó las vacunaciones en centros de trabajo desde finales de junio.
Las vacunaciones habrían ayudado a que 650.000 no se infectaran y salvado más de 7.200 vidas entre marzo y septiembre, según dijo el profesor de la Universidad de Kioto Hiroshi Nishiura en una reunión reciente del comité asesor del gobierno.
Al principio, muchos expertos culparon de los contagios a los jóvenes, a los que se veía bebiendo en la calle y en parques cuando cerraban los bares. Sin embargo, los datos mostraban que muchas personas en la cuarentena y cincuentena también frecuentaban los distritos de ocio nocturno. La mayoría de casos graves y muertes fueron entre personas sin vacunar en la cincuentena o más jóvenes.
Takaji Wakita, director del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, dijo hace poco a la prensa que teme que la gente ya haya vuelto a salir por los distritos de ocio nocturno, y señaló que el descenso en los contagios podría haber tocado fondo.
“En adelante, es importante que sigamos reduciendo el número de pacientes en caso de un futuro repunte de los contagios”, dijo Wakita el jueves.
El nuevo primer ministro, Fumio Kishida, dijo el viernes que el plan de preparación previsto para principios de noviembre incluirá límites más duros en algunas actividades y requerirá que los hospitales proporcionen más camas y personal para tratar el COVID-19 en caso de que las infecciones crecen hasta “la peor situación posible”.
No dio más detalles.
Al margen de las cifras, mucha gente tiene reparos a bajar la guardia.
El empleo de mascarillas “se ha vuelto muy normal”, dijo la estudiante universitaria Mizuki Kawano. “Aún estoy preocupada por el virus”, dijo.
“No quiero acercame a los que no llevan mascarillas”, dijo su amiga, Alice Kawaguchi.
Los expertos en salud pública quieren una investigación en profundidad sobre por qué han caído los contagios.
Un análisis de datos de GPS mostró que el movimiento de personas en zonas destacadas de ocio nocturno cayó durante el último estado de emergencia, que terminó el 30 de septiembre.
“Creo que el descenso de personas que visitaban zonas de ocio, junto con el progreso de la vacunación, han contribuido al declive de infecciones”, dijo Atsushi Nishida, director del Centro de Investigación de Ciencias de la Medicina y Ciencias Sociales en el Instituto Metropolitano de Tokio de Ciencias Médicas.
Sin embargo, la gente regresó a los distritos de ocio en cuanto terminó el estado de emergencia, señaló, y eso podría “afectar a la situación de las infecciones en las próximas semanas”.
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