Consumo
Están ustedes en Babia
Dicen que la educación depende de la información y que, desde la llegada de internet (la Araña... ¡Brrr!) a nuestras vidas y a las de los drogadictos del «smartphone», todo el mundo está muy bien informado... Y uniformado, diría yo. Vamos con la salud. En los últimos días ha aparecido en prensa el notición de que la mayor parte de los yogures existentes en el mercado contiene mucho más azúcar de lo que el sentido común consiente y los nutricionistas aconsejan. A eso, aquí y en China, se le llama descubrir el Mediterráneo. Cierto es que la reactivación de tan vetusta y manoseada verdad obedece a no sé qué informes utilísimos para descubrir lo que sabe cualquier persona que se moleste en mirar las etiquetas, pero lo que en tan reciente alboroto llama la atención es la triste evidencia de que los consumidores de yogures, a estas alturas, andaban «in albis». Y eso mismo sucede en lo relativo a otros asuntos relacionados con la salud sobre los que han corrido ríos de tinta desde hace varias décadas. Pondré sólo tres ejemplos altamente dañinos: el de los productos lácteos (los yogures, obviamente, también lo son); el de la alegre exposición al sol practicada por gentes de todas las edades ; y el del consumo de hamburguesas o nuggets de pollo de plástico en las ubicuas y todopoderosas cadenas de comida en serie. ¿Cómo es posible que la gente siga bebiendo leche sin desnatar –tampoco la desnatada es aconsejable– y suministrándola a sus hijos de corta edad, achicharrando su epidermis en las horas comprendidas entre las diez de la mañana y las seis de la tarde o saciando su apetito y el de la grey infantil en los repulsivos establecimientos rebozados en grasas saturadas a los que más arriba he hecho referencia? Pues nada... Lo hacen y me temo que seguirán haciéndolo incluso los que lean esta columna por mucho que los tsunamis de información en la era de internet (la Araña... ¡Brrr!) se explayen sobre la insalubridad de lo que comemos y de lo que hacemos. Sarna con gusto... La gente, sobre todo si es joven, sigue fumando por muchas calaveras con las tibias cruzadas o pulmones negruzcos que se vean en las cajetillas. Hay que tener estómago, ¿no? Pues lo tienen. Me pregunto para qué diablos sirve la información en la era de internet (¡brrr!). Espabilen, amigos. No sigan en Babia.
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