Prevención

Fósforo, el nuevo «colesterol» oculto

Es el cemento que une el ADN, pero también se «esconde» en forma de aditivo en refrescos y comida preparada. Un exceso compromete la salud de los enfermos renales

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Es el cemento que une el ADN, pero también se «esconde» en forma de aditivo en refrescos y comida preparada. Un exceso compromete la salud de los enfermos renales

Lo llaman el nuevo colesterol por los efectos dañinos que puede llegar a producir en el organismo, especialmente entre los enfermos renales. Se trata del fósforo, un mineral que constituye el uno por ciento del peso corporal de una persona y que se concentra, de forma mayoritaria, en los dientes y en los huesos. En el marco del XLV congreso de la Sociedad Española de Nefrología celebrado esta semana en Valencia, el doctor José Manuel Valdivielso planteó que uno de los problemas es que el ciudadano no sabe cómo identificarlo. «Buscar el fósforo en las etiquetas de los alimentos es un problema. Suele venir ‘‘oculto’’ en diversas formas de aditivos (acido fosfórico, pirofosfato, polifosfato y sales de otros compuestos como fosfato de aluminio, de sodio, etc.)», añadió.

Para tener interés por buscar el fósforo, la gente debe estar concienciada. Aquí es donde el experto ve el segundo de los problemas. «El tema del colesterol surgió en población general, es decir gente en teoría ‘‘no enferma’’, mientras que el tema del fósforo ha surgido de los enfermos renales, aunque ahora se extiende a la población general». Pero sí hay un elemento que Valdivielso tiene muy claro: «El hecho de que tengas los riñones bien no te exime de que los niveles de fósforo alto te estén afectando igual que a un enfermo renal». En este sentido, el doctor Pedro Prieto-Hontoria, nutricionista y director de Investigación y Publicaciones de la Universidad SEK-Chile, explica que «la importancia del fósforo radica en que favorece la reabsorción de calcio por el riñón. Si una persona tiene elevadas concentraciones de fósforo en sangre podría aumentar la desmineralización ósea y provocar osteoporosis. Este exceso es un problema en personas con enfermedades renales severas, ya que su organismo no puede mantener este equilibrio debido a que el riñón no es capaz de eliminar el fósforo de manera adecuada y no puede fabricar vitamina D para asimilar el calcio. Todo ello hace aumentar el riesgo cardiovascular de estos pacientes debido a que estos procesos favorecen la aparición de calcificacione en los vasos sanguíneos un tipo de “aterosclerosis como la del colesterol”».

Fundamental

Las ingestas dietéticas recomendadas son, según Prieto-Hontoria, «700 mg al día para la mayoría de la población, y según las últimas encuestas de consumo alimentario en España estamos en torno a 1500 mg/día. Por tanto, existe una mala relación de calcio y fósforo debido al bajo consumo de alimentos ricos en calcio. Las ingestas máximas tolerables se sitúan en 4000 mg/día para los adultos». Pese a que «en sí el fosforo es bueno (forma parte de los huesos, es parte fundamental del ATP (la fuente de energía de todo el organismo), es el cemento que une el ADN. Lo que no es bueno es un exceso del mismo en la dieta», matiza Valdivielso.

Las fuentes principales de este mineral están presentes, según Prieto-Hontoria «en alimentos de origen animal que aportan proteínas, como la carne, huevos, pescado, queso, leche y también en alimentos de origen vegetal como las legumbres y frutos secos». Pero, sobre todo, las fuentes con más alto contenido en fósforo son las comidas procesadas y los refrescos. Para controlar los niveles es necesario controlar la dieta –afirma Valdivielso– sustituyendo las fuentes de fósforo por otras. Por ejemplo, no tomar comidas procesadas ni bebidas enlatadas, sustituyendo el queso curado por el fresco, las lentejas por garbanzos o las judías pintas por judías verdes. A este respecto, Prieto-Hontoria concluye que «el “fósforo oculto” procedente de los alimentos procesados o bebidas, que lo tienen en forma de aditivos, conservantes y saborizantes, se absorbe mucho más que el que proviene de alimentos naturales y ayuda a provocar la hiperfosforemia».