Consumo
Zumos envasados: Una opción esporádica que no debe sustituir a la pieza de fruta
La legislación actual no permite la adición de azúcares a ningún zumo comercializado que, pese a la creencia popular, tampoco lleva conservantes. Sin embargo, los expertos insisten en que no pueden competir con los beneficios para la salud de la fruta entera
La legislación actual no permite la adición de azúcares a ningún zumo comercializado que, pese a la creencia popular, tampoco lleva conservantes
Los zumos envasados siempre han llevado sobre sus espaldas la etiqueta de ser un producto rico en azúcares, escaso en fruta y muy alejado, desde el punto de vista nutricional, del recién exprimido en casa. Pero, ¿qué hay de cierto en todo esto? La doctora Dolores del Olmo del área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) afirma que «la composición nutricional de los zumos consiste, básicamente, en agua e hidratos de carbono simples, es decir azúcares. De hecho, la cantidad de azúcares de los zumos naturales es similar a la de los comerciales, rondando los 8-15 g cada 100 mililitros en función de la fruta elegida. Es por esta razón por lo que los zumos no deberían formar parte del concepto de ‘’dieta sana’’. Cuántas veces vemos a las madres “obligar” a que los niños se tomen un zumo pensando que es mejor para su salud. Debe quedar claro que una fruta entera es mucho más apropiada desde el punto de vista nutricional que un zumo, ya sea natural o comercial. Por supuesto uno puede decidir tomarse un zumo por “gusto o capricho”, pero pocas veces escudándose en la salud».
Cinco raciones
Como parte de una dieta saludable, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tomar cinco raciones de frutas y verduras cada día. Si bien el consumo de zumos de frutas cumpliría con esta idea, Laura Zurita, dietista-nutricionista de la Asociación de Dietistas-Nutricionistas de Madrid (Addinma) sostiene que «tanto desde nuestra asociación como desde nuestro colectivo profesional queremos transmitir la idea de que tanto un zumo comercial como hecho en casa son productos adecuados, pero dentro de un consumo ocasional y no como base para desayunos y meriendas». ¿Los motivos? –prosigue–, «lo que sucede en los zumos es que estamos aportando unas dos-tres piezas de fruta en un volumen muy pequeño en el que se pierde la fibra y, al ir en forma líquida, supone una importante subida de azúcar. Si bien es cierto que el azúcar procede de la propia fruta, no hay que olvidar que la fruta en si misma es azúcar y si lo tomamos de forma concentrada se triplica ese incremento en sangre y la falta de fibra aporta una falsa sensación de saciedad. Por tanto, lo más recomendable desde el punto de vista de la salud es tomar la pieza entera».
No obstante, hay que aclarar que, en los últimos años, la industria alimentaria no sólo ha hecho un esfuerzo por mejorar la calidad de los zumos comerciales, sino que, además, la ley están obligados por ley a cumplir con ello. A este respecto, Anna Bach, doctora por la Universidad de Barcelona en el campo de la Salud Pública Nutricional y profesora del máster universitario de Nutrición y Salud de la UOC, explica que «actualmente la legislación española –Real Decreto 781/2013, de 11 de octubre– no permite la adición de azúcares a ningún zumo comercializado en nuestro país. Si bien es cierto que debemos fijarnos en el tipo de zumo que encontramos en el mercado. Si se trata de un zumo fruta, el azúcar que éste contiene proviene de la cantidad de azúcar que contiene la propia fruta y que es aproximadamente un 10 por ciento del total, el 90 por ciento restante es agua, vitaminas minerales y fitonutrientes».
Si bien el azúcar supone, de forma errónea para los consumidores, uno de los ingredientes que más abunda en estos productos, la presencia de conservantes también ocupa un lugar destacado. «El contenido de los zumos fruta es solamente la fruta exprimida sin aditivos. El único añadido que podemos encontrar es la vitamina C en algunos casos. Los conservantes, edulcorantes y otros aditivos se pueden encontrar en otro tipo de bebidas entre las que sí se encontraría el néctar y otras bebidas refrescantes que contienen un porcentaje de zumo en su composición», aclara Bach. Esta misma opinión la comparte Del Olmo, quien matiza que «el ácido ascórbico (vitamina C), por ejemplo, se añade no sólo para incrementar el valor nutritivo del producto, si no como antioxidante natural. Se permite también adicionar ácido cítrico como conservante y acidulante natural, y aromatizantes para restablecer la cantidad “natural” presente en cada tipo de fruta». No obstante, Bach insiste en que «en el mercado actual hay pocas variedades de zumos que añadan estos aditivos en su composición y, por normativa, están debidamente especificados en su etiquetado».
Tres categorías
Hay que aclarar que no todos los zumos comerciales son iguales sino que «España cuenta con una normativa de zumo actualizada que define las categorías de productos existentes en el mercado», recuerda Bach. En concreto, existen tres categorías comerciales: zumo de frutas, zumo de frutas a partir de concentrado y néctar. Respecto al primero, Bach explica que «es el más parecido a un zumo casero y, por lo tanto, el más recomendable. Por definición es el producto susceptible de fermentación, pero no fermentado, obtenido a partir de las partes comestibles de frutas sanas y maduras, frescas o conservadas por refrigeración o congelación, de una o varias especies mezcladas, que posea el color, el aroma y el sabor característicos del zumo de fruta de la que procede. En éste se puede añadir la pulpa que proceda de la misma especie de fruta», aclara Bach. En cuanto al zumo de frutas a partir de concentrado -prosigue la experta- «se trata del producto obtenido al reconstituir con agua el zumo de frutas previamente concentrado que mantiene las características físicas, químicas, organolépticas y nutricionales esenciales del zumo de la fruta de la que procede y al que también se le podrá reincorporar el aroma, la pulpa y las células que procedan de la misma especie de fruta. El motivo principal de la extracción previa del agua es porque es más cómodo para su trasporte a sitios lejanos». Y, por último, el néctar «es el producto susceptible de fermentación, pero no fermentado y es el único que puede no ser totalmente fruta e incluir en su elaboración azúcares añadidos, miel o edulcorantes (hasta un 20 por ciento de su composición según la directiva) y un porcentaje significativo de agua añadida, que no hace sino incrementar su valor hidratante», añade la experta.
A la hora de escoger un zumo comercial los expertos insisten en que no hay que dejar de leer la etiqueta. «Nos tenemos que fijar en el momento de la compra que en el envase se especifique que el zumo es sin añadidos y que está elaborado con frutas y verduras exclusivamente», recomienda Bach. No obstante, Zurita insiste en que «muchas veces se juega con el ojo del consumidor porque si en el envase se pone en letras grandes ‘‘sin azúcares añadidos’’ estoy asumiendo que el consumidor piensa que este producto, per se, no lleva azúcar por lo que es un arma de doble filo». Por ello, Bach insiste en que «debemos optar por los zumos menos procesados y que más se parecen a los que preparamos en casa. En la etiqueta los podemos encontrar con la denominación de zumo exprimido. Dentro de la información nutricional lo más importante es mirar el contenido de azúcar y el de vitamina C, en el caso de un zumo de naranja lo podemos comparar con el contenido del zumo casero: 40mg/100mL de vitamina C».
Como conclusión, Del Olmo reflexiona que «viviendo en un país como el nuestro, donde encontrar fruta a un precio razonable es más que sencillo, ¿no podríamos decidirnos por una pieza de fruta? Y en caso de querer un zumo, ¿no sería más conveniente exprimir un zumo de naranja natural?»
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