Estados Unidos
Las manos comparten más microbios que la nariz
Un nuevo estudio realizado por expertos del Laboratorio Nacional de Argonne y la Universidad de Chicago, en Estados Unidos, ofrece un análisis detallado de los microbios que viven en casas y apartamentos. Los resultados, publicados este jueves en la revista 'Science', arrojan luz sobre la interacción entre los humanos y los microbios que viven en y alrededor de ellos, mostrando que las manos de los miembros de un mismo hogar tienen microbios similares mientras la nariz presenta una variación más individual y que las parejas y sus hijos pequeños comparten la mayor parte de la comunidad bacteriana. "Sabemos que ciertas bacterias pueden hacer que sea más fácil para los ratones engordar, por ejemplo, y que otras influyen en el desarrollo del cerebro en ratones jóvenes", señala el microbiólogo de Argonne Jack Gilbert, quien dirigió el estudio. "Queremos saber de dónde provienen estas bacterias y como la gente pasa cada vez más tiempo en casa, hemos querido identificar los microbios que viven en nuestros hogares y la probabilidad de que se asienten en nosotros", explica.
El Proyecto Microbioma en el Hogar siguió a siete familias, que incluyó a 18 personas, tres perros y un gato durante seis semanas. Se tomaron muestras muestras de las manos, los pies y la nariz de los participantes en el estudio todos los días para contar con una muestra de las poblaciones microbianas que viven en y sobre ellos, además de que se recopilaron muestras de superficies de la casa, incluyendo pomos de las puertas, interruptores de luz, suelos y encimeras.
Posteriormente, los científicos realizaron análisis de ADN de las muestras en Argonne para caracterizar las diferentes especies de microbios en cada muestra. De esta forma, encontraron que cuando tres de las familias se mudaron, las personas afectadas sustancialmente por las comunidades microbianas en una casa tardaron menos de un día en la nueva casa para estar igual que en la anterior microbiológicamente hablando.
El contacto físico regular entre los individuos también importa en una casa, de forma que cuando dos de los tres ocupantes tenían una relación, la pareja compartió muchos más microbios. Las parejas casadas y sus hijos pequeños también compartieron la mayor parte de su comunidad microbiana.
Dentro de una casa, las manos fueron las más propensas a tener microbios similares, mientras que narices mostraron una variación más individual. Añadir mascotas al estudio cambió el panorama, según Gilbert, pues se detectaron más bacterias en las plantas y los suelos de las casas con perros y gatos.
En al menos un caso, los investigadores siguieron una cepa potencialmente patogénica de bacteria llamada 'Enterobacter', que apareció por primera vez en las manos de una persona, después el mostrador de la cocina y luego las manos de otra persona. "Esto no significa que el mostrador era sin duda el modo de transmisión entre los dos seres humanos", dijo Gilbert.
"También es muy posible que estemos expuestos rutinariamente a bacterias dañinas que viven en nosotros y en nuestro entorno, pero sólo causan enfermedad cuando nuestro sistema inmunológico se altera", argumenta. Este tipo de estudios también podrían servir como una herramienta forense, según este experto, puesto que con una muestra no identificada de un piso se podría precedir fácilmente de qué familia viene.
La investigación también plantea que cuando una persona (y sus microbios) dejan una casa, la comunidad microbiana cambia notablemente en cuestión de días. "Se podría teóricamente predecir si una persona ha vivido en este lugar y hace cuánto tiempo con muy buena precisión", concluye.
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