Psiquiatría

Más que pastillas para los niños «inquietos»

La terapia ideal está formada por medicamentos, pautas nutricionales y el apoyo psico-educativo

Más que pastillas para los niños «inquietos»
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El trastorno de déficit de atención (TDAH) necesita de un abordaje multifactorial para no ser un tratamiento puramente farmacológico.

Convivimos muchas veces con enfermedades casi sin saberlo, incluso llegando a creer que son simples rasgos negativos de las personas. El Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) es una muestra de ello. Niños en edad escolar que tienen hiperactividad y con un comportamiento acelerado, que cambian constantemente de actividad sin venir a cuento o con un expediente académico que suma demasiadas anotaciones en rojo.

Un tratamiento adecuado y precoz limita mucho la aparición de complicaciones que este trastorno acarrea. Para controlar la presencia, de manera excesiva o inadecuada, de dificultades para sostener u orientar la atención y regular la conducta es necesario un abordaje multimodal del niño con TDAH. Encaminada a la mejora global ante todas las dificultades que presente y en todos los ambientes en que se desarrolla, por lo que no puede solo limitarse a las sesiones de atención psicopedagógica, ni a las medidas y adaptaciones que pueden tomarse en el centro escolar, sino que debe ser común y generalizada a los ambientes más importantes en la vida del niño: familiar, social y académico. El abordaje ideal sería el multidisciplinar formado por «el tratamiento farmacológico, el nutricional y el apoyo psicoeducativo», según Carabaño, jefe de servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos y del Hospital General de Villalba de Madrid.

Este trastorno, que afecta a entre el cuatro y el siete por ciento de los niños en edad escolar en España, «es una de las dolencias mentales y del comportamiento más frecuentes de cuantas afectan a los niños y adolescentes», según Javier Quintero, jefe del servicio de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor de Madrid. Una alteración, ligada en el 76 por ciento a factores genéticos, que provoca en el niño hiperactividad, impulsividad y déficit de atención. Unos síntomas que a largo plazo, y no tan largo, pueden dar lugar a una disminución del rendimiento académico, dificultades en el desarrollo social y emocional, síntomas depresivos y alteraciones en el comportamiento, con importantes consecuencias en la vida del paciente como son los trastornos del aprendizaje, de la conducta o anímicos.

Los síntomas del TDAH que se presentan en niños y niñas son muy similares y no se observan diferencias respecto a los síntomas principales. Estamos ante un niño al que le cuesta sostener la atención ante estímulos que requieran un esfuerzo mental continuo. Y todo esto le está condicionando algún problema adicional, es decir, una «disfunción asociada –en palabras de Quintero– . Para detectar el trastorno de déficit de atención, es necesario enfatizar en el punto de la alteración que puede estar interfiriendo en su ritmo escolar, la relación con los iguales, en la propia construcción de uno mismo o en su conducta en general».

Una alteración que se puede empezar a notar ya desde el primer año de vida del niño y cuya principal seña de alarma suele ser el fracaso escolar, el cual empieza precozmente. Los padres y profesores se encuentran con un niño que no progresa entre otras cosas porque no puede, porque no puede quedarse quieto y porque no consigue concentrarse. «La dificultad para atender» es el punto límite que remarca Carabaño.

Multimodal

Además del tradicional recurso de la medicación, por el que a los niños se les pauta derivados anfetamínicos, cada vez se recurre más a terapias nutricionales y pedagógicas. A nivel nutricional, el médico chequea la dieta del niño, vigilando que el contenido de ácidos grasos Omega 3 y 6 de la dieta sea adecuado. A esto, se le sumaría el apoyo psicológico, donde es importante concienciar a los padres de que su hijo tiene un problema de salud. «No es sólo un rasgo de un niño consentido y caprichoso –comenta el jefe de servicio de Pediatría del hospital de Villalba– sino que realmente el chaval necesita apoyo».

Más allá de todo esto, existen vías que ayudan al progreso de estos niños a través de juegos, para trabajar sobre la memoria, la atención y las instrucciones, y que contribuyen a la mejora de las dificultades de estos niños. Como el ajedrez, puesto que es una disciplina que requiere concentración, los puzles, las sopas de letras o los juegos de construcción. Distintas propuestas que presentan diferentes niveles de dificultad y con las que los niños no notarán que están trabajando, sino jugando. Asimismo, existen otras disciplinas más deportivas y más dinámicas como el esgrima, el tenis o la natación, que ayudan a los niños a mejorar el autocontrol, la disciplina y canalizar sus propias emociones e impulsos.

El deporte

Estos chavales, con cierta frecuencia, son grandes deportistas. Precisamente por eso, porque son todo un impulso vital. Como es el caso de Carmen Menéndez López-Carrero, a quien el tener que ir más despacio que el resto en el colegio le hacía sentir diferente. Pero no es ser diferente a los demás que te cueste más conseguir el mismo objetivo. «La predisposición en aprender a aprender me hizo mejorar–explica esta gimnasta que sufre el trastorno de déficit de atención–, confiar y volver a creer en mí misma».

Para Carmen, el deporte, y más en su caso la gimnasia artística, le ha enseñado unos valores, una disciplina, el trabajo en equipo...«El lado bueno de las cosas cuando parece que todo está mal». Le ha descubierto la propia motivación interna, de que trabajando se consiguen los objetivos, aunque cueste un poco más. La gimnasia le ha hecho saber dónde estaba su lugar; hasta entonces admite que se sentía «diferente en todo y que no entendía por qué no podía parar quieta». Ahora sabe, a pesar del miedo y la negación inicial, que tiene TDAH, pero ha aprendido que, al fin y al cabo en la vida, «lo importante no es participar, sino superarme a mí misma». Admite que, a parte del deporte, escuchar a las personas que realmente quieren ayudarte «aunque tengas que hacerlo mientras das vueltas con la silla» es una de las claves de crecer.

Porque el deporte tiene el beneficio de que permite que estos niños canalicen un poco su actividad incesante a través de una actividad dinámica. Además, el poder realizarlo en equipo «puede serles útil para potenciar las habilidades sociales y el trabajo en grupo de estos niños», según palabras de Quintero.

Persistente

El trastorno de déficit de atención es una alteración crónica por lo que es tendencia en mantener el problema pero de una manera un tanto atenuada. Con el abordaje multimodal el trastorno disminuye pero persiste. «Bien por adaptación molecular o por la propia adaptación conductual progresiva –explica Carabaño–, al llegar a adulto, uno puede conseguir las estrategias suficientes para apañarse. Aunque, de alguna manera, esos rasgos de dificultad durarán y gente mayor no conseguirá leer un libro entero o seguirá sin poder concentrarse». «Quiero y sé que despacio, pero puedo», es la idea que Carmen tiene bien clara en su cabeza.