Energías alternativas
Botellas recicladas para iluminar y conectar zonas sin recursos
El fundador de Luz para la Paz quiere instalar postes hechos con residuos y paneles solares, además de dar servicios Wifi y formación para el empleo a las comunidades afectadas por el conflicto en Colombia
El fundador de Luz para la Paz quiere instalar postes hechos con residuos y paneles solares, además de dar servicios Wifi y formación para el empleo a las comunidades afectadas por el conflicto en Colombia
La historia de la empresa social Linternet está tan llena de hitos como la vida de su impulsor, el colombiano Camilo Herrera. Dos años de medicina y tres de ingeniería, estudios que en ambas ocasiones no pudo terminar por falta de recursos, más un periodo de transición como empleado en una empresa que instalaba internet por su país, le sirvieron para descubrir la cartografía social y económica de una tierra herida por un conflicto armado que ya supera los 50 años.
El conocimiento adquirido le abrió un camino que ahora se distingue con un paso más, una iniciativa llamada Luz para la Paz. Herrera se ha propuesto instalar luz pública y ofrecer servicios de internet por conexión inalámbrica en 50 zonas rurales afectadas por la guerra gracias a materiales reciclados. Comenzará su primer piloto el 7 de noviembre en Putumayo, gracias al apoyo de Naciones Unidas y las fueras militares del país. En España el proyecto de este emprendedor colombiano forma parte de la recién nacida Red de Impulsores del Cambio, una alianza de la Fundación Ashoka y la Fundación Aquae entre otras, para apoyar y financiar ideas de impacto social en España y América Latina.
Allá por 2011, tras quedarse nuevamente fuera de la Universidad, Herrera decidió replicar en su tierra una iniciativa que había nacido ese mismo año en Filipinas. La ONG un litro de luz se encarga aún hoy de dotar de iluminación a las familias que no disponen de este recurso. Es interesante recordar que en pleno siglo XXI unas 1.400 millones de personas en todo el mundo no tienen luz en sus hogares. Para ello se sirve de botellas de plástico desechadas que transforma en litros de luz, una innovación que como dice él mismo «para ser efectiva no tiene por qué ser tecnológicamente puntera. Lo importante es que sea replicable en cualquier lugar del mundo». La idea, de hecho, fue desarrollada originalmente en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. La fabricación de luminarias es muy sencilla: basta con rellenar una botella de PET de litro y medio con una me mezcla de agua y lejía. Se hace un hueco en el tejado que se sella con pegamento para asegurar la nueva bombilla y ya está. Sólo hace falta esperar a la salida del sol para que la botella amplifique en el interior de las viviendas sus rayos, dando una luz equivalente a una bombilla de 55 vatios que dura unos 10 años.
Empresa social
El coste de producir una unidad es de entre 1,5 y seis euros, dependiendo del pegamento para fijar el techo, el material más caro de los que se necesitan. «Cuando empezamos queríamos instalar luz en 1.000 viviendas el primer año. El cuarto mes nos dimos cuenta de que sólo habíamos cubierto 100 casas. Sin embargo, lo que empezó en una ciudad se escaló a 14 y se consiguió instalar en más de 3.700 viviendas ese mismo año», explica Herrera. En estos municipios, ya no hace falta que los niños salgan de casa para hacer los deberes en otro sitio porque no ven o las mujeres puedan cocinar sin tener que encender los hornillos de gas.
La iniciativa fue todo un éxito, tanto que ahora mismo Litro de Luz trabaja de forma independiente en más de 20 países de todo el mundo. Sin embargo, Herrera quiso dar un paso más, cansado de depender de donaciones privadas que llegaban cuando llegaban y una vez que entendió que los inversores fijaban su interés por las empresas sociales. Por eso fundó Linternet hace dos años, «una forma de protestar trabajando y de hacer sostenible el proyecto con un modelo de negocio que daba más garantías de transparencia y mejoraba el control de los inversores. El salto hacia una empresa social es importantísimo ya que como ONG no puedes escalar tan rápidamente», como dice él mismo. Y eso a efectos prácticos significa llegar a menos gente.
Lo que inventa es un poste de alumbrado público para dar luz también por la noche, que utiliza nuevamente material reciclado e incorpora Wifi. Su poste de luz con conectividad está ahora mismo instalado en 14 ciudades colombianas; 750 postes dan servicio a 139.000 personas, quienes tienen la posibilidad de conectarse a internet por siete centavos de dólar la hora (unos cinco céntimos de euro). El resto de la financiación la consiguen a través del tratamiento de datos. «La mayoría de los usuarios son jóvenes estudiantes de 12 a 18 años», señala Herrera. Y eso es porque los postes garantizan el acceso de las comunidades a servicios públicos como los sanitarios y educativos y a realizar trámites con la administración sin tener que desplazarse.
El poste consta de un panel solar, una batería, un LED dentro de una botella vacía y el Wifi. Por supuesto, el poste de unos seis metros de altura, está hecho con material reciclado local. «La batería da una autonomía de cinco días sin necesidad de sol, por lo que puede estar encendida las 24 horas. Cada poste cubre un radio de 50 metros para iluminación y 800 metros para servicio de internet, a los que pueden estar conectados 300 dispositivos al mismo tiempo. Su coste es de unos 300-350 euros pero hay que tener en cuenta que el Wifi sólo habría que instalarlo en el poste uno y en el 30 de cada 50 unidades», comenta Herrera. La vida útil de cada poste es de 25 años.
Desde noviembre se instalarán 225 postes que iluminarán 4,5 km en el municipio de Puerto Asís como parte del proyecto Luz para la Paz, de manera que poco a poco Linternet alcance la misma cobertura de Un Litro de Luz. Sólo en Colombia la ONG ha iluminado unos 4.000 hogares. Eso sí, la idea de Linternet ya se ha extendido por otros lares siguiendo la filosofía de su fundador de mejorar las condiciones de vida en zonas de escasos recursos o afectadas por conflictos y en solo dos años se han instalado 200 postes en Ghana, 50 en Kenia y otros tantos en Chile.
Nuevas habilidades
Otra parte fundamental del proyecto es la implicación con las comunidades, ya que su modelo de negocio está basado en un intervención social completa. Lo primero es llegar a la comunidad con los materiales invitando a los vecinos los a que se impliquen directamente en la construcción del poste lo que les ayuda a apropiarse de la tecnología, aprender habilidades y minimiza las incidencias de robos o roturas. También se les forma en energía solar para que entiendan el funcionamiento, colaboren en su mantenimiento y adquieran nuevas habilidades que les permitan un mayor acceso al mercado laboral. Por otro lado, a los organizadores les sirve para elaborar un mapa social y cuantificar el impacto que tienen los postes, midiendo la percepción de la seguridad que tienen los niños o las mujeres y viendo qué sucede en los lugares públicos que antes no tenían luz. Además de adquirir habilidades el proyecto se va a enfocar en la educación por la paz y la convivencia.
Bombillas de 1,5 euros
Con una botella de plástico de medio litro se puede conseguir luz en casa de forma económica. Sólo hace falta llenar la botella con agua y cloro (lejía) y hacer un agujero en el techo de la vivienda en el que acoplar la botella. La mitad expuesta al exterior recibirá los rayos de sol y por el efecto del agua se reflejará en el interior creando el mismo efecto que una bombilla de 55 vatios. Sólo en Colombia se han iluminado así 4.000 hogares
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